Vecinos intentan salvar de la crisis al lago Rapel

Embalse de generación eléctrica cumplió 43 años y enfrenta problemas de proliferación de algas y de sedimentos

Su objetivo es reimpulsar la actividad turística, principal motor de la zona.

(El Mercurio)

Por Jorge Molina

“No podemos dejar que el lago se muera”. La frase se repite entre vecinos y dueños de casas de veraneo del embalse Rapel, construido en 1968 por Endesa para generar electricidad. Con 43 años de existencia, científicos que lo han estudiado afirman que está en su fase de “vejez” y próximo a cumplir su vida útil, aunque la empresa estima que puede operar durante otros 60 años. Pero más allá de los plazos, las señales críticas ya son evidentes.

Malos olores y la proliferación de algas que “cubrían como nata” las aguas dieron la primera alerta a los vecinos. A ello se sumó este verano un hecho que casi da un golpe de gracia a la ya resentida actividad turística: las aguas del embalse bajaron casi cinco metros, lo que dejó amplias zonas prácticamente secas.

En abril, el centro Eula de la U. de Concepción entregó un estudio sobre el Rapel que -a petición del Gobierno- realizó durante dos años. Su conclusión es que el embalse tiene graves problemas de eutroficación y sedimentación.

El primero causa el crecimiento masivo de algas por aumento de nutrientes (nitrógeno y fósforo) provenientes de aguas servidas y de la agricultura. El segundo obedece al arrastre de sedimentos que se acumulan en el lago y que terminarían por embancarlo en sus zonas más bajas.

Así, la afluencia de turistas comenzó a decaer, al revés de lo que ocurría en los 90. Esa época, dice Raúl Castro, presidente de los vecinos del lugar y cuidador de casas de veraneo, “fue el boom del lago. El 80% de las casas se construyó desde esa fecha porque venir era un signo de estatus”.

En Rapel todos culpan a Endesa, por no respetar un acuerdo de palabra para mantener la cota alta en verano y favorecer el turismo. La empresa reconoce el acuerdo y afirma que lo ha cumplido, pero argumenta que la última sequía y los requerimientos de generación eléctrica impidieron mantener la cota.

En enero, vecinos y dueños de casas de veraneo se agruparon en el Consejo de Desarrollo y Protección del Lago Rapel (Codepra) para buscar una solución. El impacto social del fin del lago, dicen, sería catastrófico. Y para respaldar sus demandas preparan un estudio que da cuenta de la fuerte inversión realizada en la zona.

El Eula mostró los síntomas, pero también posibles soluciones. La eutroficación se podría combatir con la creación de un humedal en el estero Alhué, que “filtre” los nutrientes que llegan al lago.

También se plantea combatir las algas con ultrasonido, que las destruye. Además, la gestión ambiental del embalse y su entorno podrían disminuir su contaminación. Esto no detendrá los problemas, pero ayudará a mitigarlos.

Estas medidas serán analizadas el lunes en una reunión entre el Ministerio de Medio Ambiente, Codepra, Endesa y otras empresas como Agrosuper. La idea es definir un plan de salvataje de Rapel, sobre la base de que es un embalse con una vida útil definida y construido para generación, dice Juan Prieto, seremi de Medio Ambiente de O’Higgins.

Para el Codepra, la solución es un acuerdo escrito con Endesa para mantener la cota alta en verano, y que el lago se declare zona de interés turístico. Esto requiere de un decreto del Ministerio de Energía, obligaría a darle otro manejo al embalse y detener las actividades contaminantes, dicen. Es el debate que comenzará el lunes.

COTA

Los vecinos del lago piden que la cota se mantenga en los niveles 104 o 105 en verano.