Vecinos de campamento impulsan quincho sustentable

Proyecto del Ministerio de Energía y Fosis permite economizar recursos utilizando hornos, energía solar y reciclaje.

(La Tercera – 19/11/2010)

Mientras que en buena parte de los campamentos de damnificados por el terremoto hay quejas por las malas condiciones sanitarias, problemas de energía eléctrica y la falta de espacio, los habitantes de la aldea Gendarme Elías Aguilera, de Coronel, dicen estar contentos. Si bien todos perdieron sus hogares y permanecerán en mediaguas por al menos ocho meses, acá, cuentan, han tenido beneficios que para otros “aldeanos” serían lujos: baños modulares -incluyen lavamanos, excusados y duchas- y un regalo que, según afirman, les cambió su estilo de vida grupal: un quincho sustentable.

¿De qué se trata? Es un área común financiada por el Ministerio de Energía y desarrollada por el Fosis, implementada con diversos artefactos que funcionan exclusivamente con energías renovables y materiales reciclables. Por ejemplo, cuenta con un par de hornos de barro, que gracias a sus dos cámaras resultan mucho más económicos para hacerlos funcionar. Además, el calor que emana desde uno de ellos se va a un estanque donde se pueden almacenar hasta 100 litros de agua, el cual funciona como caldera y permite calentarla para después lavar platos.

A través de una válvula, esa misma agua sucia no se va al desagüe, sino que a un biofiltro que está compuesto por cuatro tarros con arena y ripio, entre otros elementos, y que están conectados a través de un tubo de PVC, lo que permite limpiarla para después reutilizar en el regadío de plantas medicinales, que también están incorporadas en el proyecto.

“También tenemos una lombricera con especies traídas desde otros países, las que comen los desechos vegetales que dejan los vecinos, transformándose en tres o cuatro meses en tierra, la cual luego sirve para volver a plantar distintas cosas”, cuenta Rubén Ruiz, asistente técnico del Programa de Apoyo a la Producción Familiar para el Autoconsumo del Fosis, y uno de los gestores de la iniciativa.

En el techo de la estructura se incorporó una canaleta que permite llevar aguas lluvia a un tambor para regadío. También, a través de un panel solar fotovoltaico, se carga una batería de 12 volts que permite que funcionen cuatro focos de siete voltios con tecnología Led, que iluminan el lugar por cerca de cinco horas.

Una de las personas más contentas con el proyecto es Mónica Fuentes, quien aprovecha los hornos para cocinar pan o dulces, “al menos, una vez a la semana. Después los vendo casa por casa y me sirve para ganar algunos pesitos”, dice. Recuerda que antes, si quería cocinar tenía que ir a su antigua población, donde más encima le cobraban dos mil pesos por ocupar el horno.

Su vecina Petronila Pinto se alegra, porque “con esto nos hemos juntado más, porque cocinamos algo y después nos reunimos a conversar con un mate o café. Eso sí, todos nos preocupamos de cuidar lo que hay”.

El proyecto partió en este campamento y pronto debiera implementarse en otras aldeas del país, con una inversión de $ 800 millones.