Inversionistas en termoeléctricas cuestionan decisión del Presidente y ven impacto sobre proyectos futuros

Una nueva historia podría empezar a escribirse en materia de aprobación ambiental de proyectos de generación de energía, especialmente termoeléctricos, tras la intervención del Presidente Piñera, que concluyó con la decisión de la francesa GDF-Suez, de bajar su central Barrancones, cercana a Punta Choros, en Coquimbo.

A juicio de varios inversionistas de firmas termoeléctricas, el acontecimiento, está lejos de ser un hecho aislado, y adelantan que de todas maneras, la gestión presidencial marcará un precedente que impactará las decisiones sobre los proyectos de centrales. “El Mercurio” conversó con varios de estos hombres de negocios, quienes solicitaron reserva de su nombre para poder expresar su parecer más abiertamente.

Uno de ellos plantea que la gravedad de la actuación de Piñera tiene un triple componente. Primero, por optar porque la lógica de una sola persona -más allá que sea el Presidente- se imponga respecto de la institucionalidad vigente.

Segundo, porque con su decisión desestimó todos los estudios técnicos presentados por la empresa Suez y que habían sido considerados por la autoridades de su propio Gobierno, al tiempo que echó por tierra la aprobación unánime de la central por parte de la Corema de Atacama.

Y tercero, porque -asegura este ejecutivo- mostró un flanco frente a las presiones sectoriales. “Nos preocupó la argentinización de las medidas del Presidente. Pensamos que esta decisión puede aleonar a los grupos ambientalistas donde muchos están en contra de todo o de cualquier alternativa. Creemos que el Presidente esta muy preocupado, en su primer año de la popularidad, pero esperamos que prime la voluntad política de enfrentar presiones”, indica.

Mientras que otro agrega que el “efecto señal” dado por Piñera fue nefasto, ya que con esto los grupos de presión saben hasta dónde está dispuesto a ceder.

Desde otra firma manifiestan que lo sucedido sienta un precedente para que en el futuro los proyectos de este tipo puedan tener un desenlace similar.

“Los que estamos invirtiendo en energía, tenemos una sensación permanente de frustración, de cómo se realizan los trámites de estos proyectos: los procesos para aprobarlos o rechazarlos son muy lentos, muchas veces los argumentos no son técnicos y claramente son políticos y eso genera una pérdida de atractivo para invertir en Chile. Se necesitan reglas claras”, agregan.

Destacan que si estos proyectos no se concretan, los ganadores son las centrales existentes y no los consumidores. “Los chilenos deben evaluar si quieren pagar los valores más altos de la región en energía. En Perú tienen cerca de la mitad de los costos. Las termoeléctricas producen la energía más barata, sus costos (de largo plazo) son alrededor US$ 80 por MWh y en Perú (con sus subsidios y recursos) del orden de US$ 40 MWh”.

Otro factores preocupantes son los pocos lugares en que se pueden crear zonas industriales, pese al extenso borde costero del país, agregan los inversionistas. “O son muy caros o presentan diversas restricciones”, señalan.

De ahí que piensen que la caída en la competitividad de sectores como el agrícola, se puede atribuir más a costos de energía que al efecto tipo de cambio.

Otros, como el industrial, que son intensivos en el uso de energía, podrían evaluar el traslado de sus operaciones a Perú por los costos sustancialmente menores que ese país ofrece. Esto, con el consiguiente efecto sobre el crecimiento y el empleo.

SEÑAL

Con la señal que dio Piñera, los grupos de presión sabrían hasta dónde podría ceder.