Según datos del Ministerio de Agricultura: Cinco comunas concentran un tercio de las 373 ferias libres del Gran Santiago

(El Mercurio, 13/07/2010)

por Fernanda Roco y Manuel Fernández

Si bien los feriantes comercializan 70% de las frutas y verduras que se venden en Chile, siguen enfocados lejos del centro de la ciudad. Su gran meta ahora es conquistar el sector oriente.

Las ofertas son apabullantes. A $100 el corte de zapallo, a $100 la ensalada de penca, a $400 la mata de acelga, a $150 el kilo de peras… Pero hoy Manuela Jaramillo no busca frutas ni verduras, sino cera. “Me gusta comprar las cosas de la casa en la feria; hasta la ropa de los niños la compro acá”, dice, mientras camina entre los puestos de botones, carnes, pañales, alimentos para mascotas, aliños y bolsas de basura de la variada feria Bajos de Mena N° 1.

Con 388 locales, éste es uno de los 43 mercados callejeros que hay en Puente Ato. Esta comuna, junto con La Florida, Maipú, La Pintana y Quinta Normal, acapara el 30% de las 373 ferias libres del Gran Santiago, según datos de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa) del Ministerio de Agricultura.

Nuevos públicos

Los comerciantes creen que la concentración se debe, simplemente, a que los municipios de esos sectores les dan facilidades. “El alcalde es la única autoridad del país que puede dar el permiso de trabajar en la vía pública; entonces, si hay más ferias es porque ellos han tenido una actitud favorable para que haya más de este tipo de negocios en la vía pública”, dice Héctor Tejada, presidente de la Asociación de Ferias Libres de Chile.

Según explica, en los últimos 15 años han surgido pocas ferias nuevas. Lo que ha ido en aumento es el número de locales: “Una que tenía 200 puestos, ahora tiene 400, lo que atenta contra la misma feria, porque no necesariamente obedece a una mayor demanda”. Un caso extremo es la feria José María Caro (Lo Espejo), con 1.002 locales.

Para los feriantes, el crecimiento de la ciudad debería incluir nuevos espacios para su actividad, sobre todo considerando que el 70% de las frutas y verduras que se comercializa en el país las venden ellos. En particular les interesa crecer hacia el sector oriente de la ciudad, donde hoy existen apenas 15 ferias, el equivalente a las que hay sólo en la comuna de Santiago.

Una de ellas es la que se ubica en las calles Escrivá de Balaguer con Luis Carrera (Vitacura), donde una carpa cubre a 35 puestos. Los locatarios cuentan que han debido adaptarse a las exigencias del público para tener éxito. “Nosotros tenemos ferias modelo, no hay comerciantes sin permisos, y todo lo que vendemos es de la mejor calidad, fresco”, afirma Jorge Espinoza, dirigente de la agrupación Los Chacareros, que trabaja en varios puntos del sector oriente.

“Es cierto que hay cosas que son más baratas, pero yo compro aquí principalmente porque es todo fresco, ése es el motivo”, dice una de las clientas de Vitacura, María Eugenia Avilés.

Otra estrategia para penetrar en este sector de la capital es dar facilidades de pago. Sin ir más lejos, en la feria de Escrivá de Balaguer reciben cheques. “Hay feriantes del sector que han incorporado tecnología y reciben pedidos vía internet y el pago con tarjeta. Aquí estamos renovando el sistema”, detalla Tejada.

Y también están mejorando su imagen. Para este año, el fondo de modernización de ferias libres, de Sercotec, seleccionó 45 proyectos de mejoramiento de la implementación e imagen de distintas ferias del país, diez de ellas en Santiago. La idea es que cada comerciante financie el 25% de la modernización y el otro 75% lo hará el Estado.

“Al tener nueva imagen, los feriantes tienen mejor comportamiento, acceso a la capacitación, y eso genera más ventas”, dice Tejada.

COSTOS

Cada puesto paga a su municipio una patente mensual de 0,5 UTM y un permiso semestral que varía de $9 mil a $40 mil.

En paralelo a los supermercados

El circuito de ferias de la capital tiene un peso tan potente, que incluso hay productos en que superan en ventas a las grandes cadenas de supermercados. Una realidad que no implica, necesariamente, un enfrentamiento directo entre ambos tipos de mercados en un mismo sitio. “Hay una suerte de repartición territorial entre supermercados y ferias libres”, dice Luis Valenzuela, director ejecutivo del Observatorio de Ciudades de la UC.

Al analizar la ubicación de ambos, el académico concluye que los supermercados “tienden a emplazarse sobre corredores de desarrollo y avenidas grandes, como es esperable, mientras las ferias libres se instalan en barrios más pequeños”.

Aunque no compitan en el mismo espacio, Valenzuela argumenta que una concentración de ferias, “indudablemente puede ser una competencia importante para un supermercado”.

De hecho, Héctor Tejada afirma que se están animando a jugar en la misma cancha que los grandes almacenes.

“El supermercado produce un hábito de compra, y nosotros no hemos entrado todavía con la fuerza necesaria en lo que es tarjeta, dinero plástico. Pero estamos viendo cómo mejorar el sistema de pago”, señala el dirigente.