El drama de vivir en una carpa a 40 días del terremoto

W(El Mercurio, 8/4/2010)

Algo tan básico como bañarse es un gran problema para quienes siguen acampando en los patios de sus casas. Por Nadia Cabello y Pablo Reed

“El terremoto nos cambió la vida”. Así describe Silvia Sáenz lo que significó para su familia la tragedia del 27 de febrero. Ella, su esposo, hermana y dos hijos de cuatro y seis años habitan una carpa instalada en el patio de la Villa Olímpica, en Ñuñoa, hace ya cuarenta días.

Sólo en la Región Metropolitana, más de cien familias continúan viviendo en tiendas de campamento.

Vecinos organizados

Las familias se organizaron de tal manera que una tienda la usan como cocina, otra como sala de estar -donde instalaron televisores, radios y computadores- y otras son dormitorios.

Sin embargo, un problema es que no tienen intimidad. Las carpas están tan juntas que el llanto de un niño despierta a los menores de la carpa contigua.

En la Villa Canadá, en Ñuñoa, hay 22 familias en carpas, entre ellas niños y dos adultos mayores de 80 años. El municipio les llevó baños químicos y cada familia se organiza para mantenerlos limpios y aportar con papel higiénico.

“Las duchas son uno de los grandes problemas, porque aunque algunos departamentos tienen agua, quedaron en tan malas condiciones que no podemos bañarnos allí”, contó Miryam Vargas, dirigenta de la villa. Para ducharse, los vecinos deben llevar jarros con agua y entrar a los departamentos. Allí se asean lo más rápido posible por temor a las réplicas.

En condiciones adversas, la solidaridad brotó entre los damnificados, y los vecinos que tuvieron más suerte apoyan al resto. “Hoy tenía pan y tomate para el almuerzo, pero una señora que no sé dónde vivirá nos trajo lentejas”, dijo Aurora Bravo.

Las comidas consisten en ollas comunes donde cada vecino aporta con una cuota de dinero. Papas, fideos y pan se transformaron en parte básica de su dieta el último mes.

“Nunca pensé que iba a vivir de esta manera”, confiesa Francisco Madariaga, de 23 años, quien ha debido enfrentar un drástico cambio de vida justo cuando está terminando sus estudios y empezando a trabajar. De las comodidades propias de su edad ha debido empezar a preocuparse de temas como conseguir leña para encender el fuego. Dice que una de la cosas que más temen que les roben son las cañerías de cobre.

En San Joaquín, son 70 las familias que pernoctan en carpas, en la calle. Cerca de 50 están fuera de la Villa Brasil.

Según Viveca Alfaro, “las noches son lo peor. Hace mucho frío y el suelo está húmedo. Estamos buscando cartones y madera para ponerlos en el piso y así aislar más”. Para aportar dinero, ella trabaja tal como lo hacía antes del terremoto: realiza costuras para una empresa textil ahora desde su máquina de coser instalada en una carpa.

La primera víctima fatal

Este martes se produjo la primera muerte de una persona que vivía en una tienda de emergencia. Se trata de Esther Alcántara, de 88 años, quien falleció por un paro cardiorrespiratorio en su carpa de Villa Cordillera, en la Región de O’Higgins. “Los adultos mayores y los menores de dos años están más expuestos a contraer enfermedades”, explicó Cecilia Perret, infectóloga de la Universidad Católica. Se trata de males infectocontagiosos y respiratorios, aunque aún no se han producido brotes en campamentos.

Silvia Sáenz

Silvia Sáenz

Vecina de Villa Olímpica

“Si llega a llover, no sé qué vamos a hacer. Estábamos pensando en ir a buscar cartones y plásticos. Yo tengo dos niños y ellos no se merecen estar viviendo así. Al principio nos trajeron unas duchas, pero se las llevaron hace dos semanas”.

Viveca Alfaro

Vecina de Villa Brasil

“No tenemos nada para protegernos. Recién estábamos hablando para salir a buscar plásticos, porque si llueve se van a mojar todas las carpas y, además, hay artefactos eléctricos enchufados. Vivimos asustados, corriendo de arriba para abajo”.

Perla Saavedra

Vecina de Villa Brasil

“Igual podríamos estar mucho peor. Además, no podemos obligar al municipio o al Gobierno a que nos ayude, porque sabemos que hay muchas personas en nuestra condición. Tenemos que tratar de sobrevivir como podamos”.