Columna – El Tatio y los conflictos de intereses

(La Tercera. 18/10/2009)

Por Pedro Ibáñez

Respecto del problema del Tatio y la asociación de la empresa italiana Enel y las estatales chilenas Enap y Codelco en el proyecto de geotermia he sostenido que: 1. Muchas veces las empresas italianas no actúan de manera regular. 2.

En materias ambientales, se mide en Chile con distinta vara a las empresas privadas y a las grandes estatales. 3. No es sana la conjunción de intereses que se produce de hecho entre la empresa italiana y el Estado, al actuar éste como juez en materias ambientales y parte como inversionista. Respeto mucho a los italianos y a los emigrantes en Chile, pero debo levantar la voz cuando veo que en nuestro país se pueden instituir prácticas del todo inconvenientes. Sobre mis afirmaciones:

Que existe una insana connivencia entre algunas empresas y el Estado italiano es indesmentible. Ya mencioné el escándalo de sobornos que, en estos días, sacude a Italia y el contubernio que se suele dar entre empresas, la política, el gobierno y la judicatura en Italia. Y, sin ir más lejos, en la misma edición del pasado domingo 11 de octubre, en que el presidente de Codelco trata de refutar parte de mis dichos, aparece cómo dos economistas del Banco Central de Italia dan cuenta del aumento de la rentabilidad de las empresas en Italia cuando tienen conexiones políticas, concluyendo que “las prácticas rentistas por parte de las empresas y políticos significan grandes costos sociales en el resto de la economía”.

A confesión de parte…

Y, en materias ambientales, se observa discriminación y abuso. Si no, ¿cómo se explica que se haya dictado en 2006 el DS 80, permitiendo a Codelco verter más allá de la norma molibdeno y sulfatos en el estero Carén? ¿O que se le haya dado un plazo especial de tres años para cumplir con el DS 148, lo que todavía no hace, teniendo sobre la Región de O’Higgins, en el Cerro Minero, 120.000 toneladas de relaves de arsénico que, en cualquier momento, se pueden venir abajo? ¿O que en Chuquicamata, como no se pudo cumplir con la norma, se haya optado por declararla “zona industrial” y trasladar la ciudad a Calama? ¿O que en Pascua Lama se exija que Barrick no toque los glaciares, cuando éstos han sido removidos hace muchos años por Codelco Andina, sin estudios ambientales? ¿O que en Andina y Ventanas se hayan registrado episodios por contaminación con riles que, en algunos casos, excedían en más de 100 veces la norma?… Y para qué seguir.

Hay abuso con las comunidades de Los Maitenes, cerca de Ventanas, que viven contaminados hasta la saciedad; con los habitantes de Chañaral que, por años, vienen pidiendo que se les limpie la enorme contaminación acumulada que ha hecho aumentar sus índices de enfermedades graves; con los agricultores de Aconcagua que, cada cierto tiempo, ven bajar por el río relaves contaminantes de Andina, y, por qué no, con los habitantes de Santiago, donde se presume que la nube que suele venir de la chimenea de Caletones contribuye hasta en un 15% del material particulado que contamina la ciudad.

El presidente de Codelco ha aclarado que la empresa está fuera del proyecto de la Geotérmica, que no tiene que ver con la operación ni está en el directorio. De ser así, cabe preguntarse entonces, a título de qué acompaña con un 5% de las acciones a Enel en este proyecto y cuál es el rol que esta última le asigna a Codelco. No veo otra razón más que el tremendo peso de Codelco en el aparato estatal como un incentivo muy evidente para tenerla de socio.

Los antecedentes descritos dan al menos para levantar una voz de alerta sobre las graves consecuencias de la actuación de las empresas del Estado. Y mucho más cuando éste, que actúa como juez y parte, termina asociado con transnacionales que se desenvuelven en un ambiente de negocios donde se mezcla al Estado con intereses particulares.

Fuente: La Tercera.