Carta – Estatua de Juan Pablo II

(El Mercurio. 29/09/2009)

Señor Director:

Quedan fuera de discusión los méritos con que cuenta el futuro santo para hacerlo merecedor de un monumento en su recuerdo. Los reparos,que hasta ahora se han planteado, se refieren a las proporciones de la estatua en relación con su entorno y que, en mi opinión, tienen fácil solución.

1º Suprimiendo el pedestal la figura tendría sólo 7,5 m de altura. Se empotraría a una distancia de una cuadra hacia el poniente de la Escuela de Derecho, por lo que no afectaría en nada su arquitectura, como tampoco la de la iglesia de Enrique Joannon.

2º Estar instalada en un espejo de agua dificultaría el accionar de grafiteros y de otros vándalos; así el proyecto del arquitecto Cristián Boza daría dignidad a un espacio público, hoy asaz disminuido. Sus estacionamientos solucionarían una necesidad manifiesta de la zona y, no menos importante, reubicaría los poco graciosos quioscos de los artesanos que afean la fachada de la obra de Juan Martínez y suprimiría los letreros gigantes que sí son un atentado urbano.

Patricio Mackenna Salas