Editorial – Chile en una cápsula

(La Tercera. 13/09/2009)

No importa si la idea es original o si fue copiada de una película, pero lo cierto es que la iniciativa de enterrar una “cápsula del tiempo” en la Plaza de Armas de Santiago es interesante y mueve a reflexión. Básicamente, se trata de depositar bajo tierra un artefacto que sólo podrá ser abierto dentro de 100 años, cuando Chile celebre su Tricentenario, y que contendrá objetos que permitirán a los chilenos del futuro hacerse una idea de quiénes éramos, y cómo éramos, sus antepasados del siglo XXI (en Nueva York hicieron lo mismo en el 2000, pero su cápsula será abierta recién en el año 3000, lo que supera con creces el alcance de estas líneas).

El punto crucial es, por supuesto, qué metemos en la cápsula. ¿Qué creemos que vale la pena preservar por cien años para que sea escrutado -y, seguramente, enjuiciado- por quienes nos sucedan en esta larga y angosta faja de tierra? La imaginación se dispara, claro, pero hay que ser hipercuidadosos con algo que -si metemos la pata- puede dejarnos muy mal parados, incluso convertirnos en objeto de mofa, ante las generaciones venideras. ¿Libros? ¿Vinos? ¿Cartas a nuestros descendientes? ¿Una muestra de esmog? ¿Una foto de Bielsa? ¿Un cuchuflí?

Habrá un concurso para decidirlo, por supuesto, como se suele hacer en estos días con cualquier decisión susceptible de generar polémica. Entonces, concursemos; pero más vale que lo pensemos bien antes de enterrar la capsulita, porque ni hablar de la vergüenza de tener que sacarla antes de tiempo porque Bielsa salió fuera de foco. (MOJ)