Carta – ¿Patagonia sin represas?

(El Mercurio. 21/08/2009)

El lunes 17 de agosto recién pasado apareció en “El Mercurio” la inserción “HidroAysén, razones para un rechazo”. Para repudiar el proyecto de centrales hidroeléctricas en la Patagonia se aduce en esta publicación una serie de razones absolutamente inconsistentes. Se dice, por ejemplo, que los mapas presentados por HidroAysén no permiten conocer el área de influencia real del proyecto, cuando la realidad es que las áreas inundadas están perfectamente delimitadas. Se menciona el peligro de los vaciamientos del lago Cachet, en circunstancias de que un embalse serviría precisamente para proteger a la población de las crecidas del Baker provocadas por dichos vaciamientos. Se cita una declaración antigua de la ministra Ana Lya Uriarte, que consideró incompleto el estudio de impacto ambiental presentado, en circunstancias de que se ha informado que la empresa acogió la objeción y ha preparado un nuevo estudio que cumple con todos los requerimientos. El argumento más absurdo, que llega al extremo de ser pintoresco, es el reclamo atribuido a la Municipalidad de Tortel, que estaría cuestionando por la cesantía que se va a producir en 12 años más, cuando se terminen las centrales. Por lo menos, se reconoce implícitamente que estas obras van a crear a corto plazo nuevos puestos de trabajo bien remunerados.

Es indudable que las centrales hidroeléctricas de embalse producen un cierto impacto ambiental, un cambio en el paisaje, ¿pero esto es tan grave? Al igual que en el caso de Aisén, cuando se trató de construir la central Ralco salieron opositores pronosticando una verdadera catástrofe ecológica. Sugiero a las personas que tengan dudas, que viajen a la zona, que hablen con los lugareños, que vean y constaten si existen estos graves daños a la naturaleza.
Estoy cierto que los chilenos pueden tener total confianza de que los proyectos de HidroAysén han sido realizados por profesionales chilenos de primer nivel, con absoluta seriedad y buscando causar el mínimo daño al medio ambiente.

Nuestra situación energética actual es grave. Nos confiamos demasiado en el gas natural argentino y ahora estamos sufriendo las consecuencias.

Se ha argumentado que existe la opción nuclear. No nos oponemos a esta posibilidad, pero creemos que hay que postergarla por varios años más.

Se ha señalado que existen otras posibilidades no tradicionales, como la energía eólica, la energía solar, o la mareomotriz, pero lo que no se reconoce es que estas modalidades no son de generación constante; por lo tanto, requieren equipos térmicos de respaldo para los períodos de calma, en el caso del viento, o de oscuridad, en el caso de la energía solar.

Gran Bretaña está pasando en estos momentos por una complicada situación en materia de suministro eléctrico, que puede terminar en apagones semejantes a los que afligen a Cuba y a Sudáfrica. Se propuso como salida la energía eólica, pero después de un detenido estudio se concluyó que la generación de 25 GW de energía eólica equivale a sólo 5 GW de generación térmica. Esto la hace cinco veces más cara, y además necesita, como dijimos, un respaldo térmico.

Chile tiene un potencial hidroeléctrico por aprovechar de unos 15 GW y otro tanto de energía geotérmica, ambas son limpias, de generación constante y podrían solucionar nuestro déficit para los próximos veinte o treinta años. Sería una insensatez no aprovechar estos recursos con que generosamente nos ha dotado la naturaleza.

Máximo Honorato Álamos
Ingeniero Civil
Ex Presidente Colegio de Ingenieros de Chile A.G.