Columna – ¿Cuidemos el aire? ¿Respiremos tranquilos?

(La Tercera. 19/08/2009)

Paola Vasconi

Cuidemos el aire, Respiremos tranquilos. Este es el lema de la campaña de educación ambiental que, a fines de julio, lanzo la ministra del Medio Ambiente, Ana Lya Uriarte, junto al Intendente de la Región Metropolitana de turno, Igor Garafulic, y que se extenderá hasta este 31 de agosto. Con ella, las autoridades buscan que los santiaguinos nos hagamos participes y responsables del cuidado de la calidad del aire de la capital.

Mediante seis recomendaciones -prefiere el transporte público, usa la bicicleta, respeta la restricción vehicular, moja el suelo al barrer, no uses leña húmeda, no quemes hojas y basura-, la campaña comunicacional impulsada por las máximas autoridades ambientales del país y de Santiago, tiene por objetivo sensibilizar, educar y concientizar a la ciudadanía en materia de contaminación atmosférica con vistas a desarrollar en las santiaguinas y santiaguinos prácticas que contribuyan a la reducción de la polución al interior de sus hogares, a la disminución de las enfermedades respiratorias, a fomentar el uso del transporte público, al uso racional del automóvil particular, entre otros objetivos. Un cambio cultural mayor en tan sólo un mes y medio de avisaje publicitario.

Si bien reconocemos la importancia y la necesidad de involucrar a la población en un tema tan relevante y trascendental para sus vidas, como lo es el cuidado de la calidad del aire, a través del fomento y desarrollo de una conducta responsable, nos parece que esto debe ir acompañado de señales políticas muy poderosas por parte del gobierno y de las autoridades que, finalmente, incentive el necesario salto cultural que necesita experimentar nuestra sociedad en relación al conocimiento y percepción del medioambiente.

De poco o nada servirá decirle al ciudadano que cambie su automóvil por el transporte público si no le ofrecemos un servicio de calidad, rápido, eficiente y seguro. De poco o nada servirá decirle al ciudadano que utilicen combustibles más limpios para calefaccionar su hogar si éstos son los más caros y sus casas no tienen los mejores estándares de calidad en relación a la humedad y retención de calor. De poco o nada servirá tratar de traspasar la responsabilidad del cuidado de la calidad del aire a los ciudadanos, si las autoridades no toman las medidas necesarias para revertir la situación atmosférica de la cuenca de Santiago. Menos, si a través de la nueva actualización del Plan de Prevención y Descontaminación Atmosférica de Santiago (PPDA) se promueven medidas más flexibles para aquellos realmente responsables de la contaminación del aire de la ciudad, a quienes se está considerando eximir de responsabilidad.

La educación y la participación de los ciudadanos en las problemáticas ambientales que presenta nuestro país hoy, en especial en el tema del smog, resultan fundamentales. Sin embargo, la autoridad parece no entenderlo así y sólo apela a los ciudadanos a través de spots publicitarios, cuando no tiene otros caminos para mostrar su labor, sus políticas, regulaciones y medidas para descontaminar el aire de Santiago. Recordemos que ya en el invierno del 2006 Ana Lya Uriarte, entonces directora ejecutiva de la Conama Nacional, junto a las demás autoridades de la época, lanzaron la campaña “Decálogo Ambiental Para Cuidar la Calidad del Aire”, con la misma finalidad. Pero ésta no tuvo sus réplicas en el 2007 ni en el 2008. La mala calidad del aire de la capital es un problema los 365 días del año y no es exclusivo del invierno. Si realmente queremos generar un cambio cultural en los ciudadanos, las campañas educativas deben ser permanentes.

Las políticas públicas del Gobierno dirigidas a descontaminar el aire, no pueden ni deben priorizar una campaña publicitaria dirigida a responsabilizar a los ciudadanos del cuidado de la calidad del aire. Por el contrario, debieran priorizar medidas y acciones destinadas a disminuir la carga ambiental de la cuenca santiaguina, lo que significa limitar la expansión horizontal de la ciudad, disminuir el crecimiento poblacional, disminuir el nivel de la actividad económica y el parque automotriz, entre otras. Es decir, gestionar integralmente la ciudad.