Editorial – Expo Shanghai 2010

(El Mercurio. 30/07/2009)

“Mejores ciudades, mejor vida” es el lema de la exposición universal de Shanghai 2010, la más importante feria internacional después de la realizada en Sevilla en 1992. Entendiendo las ventajas de que Chile esté presente en ella, hace casi dos años la Presidenta Bachelet designó a Hernán Somerville -presidente de la

Asociación de Bancos y ex presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio- como comisionado general del proyecto. A poco menos de un año de la inauguración de la feria, el avance de la propuesta chilena es notable, pero también ha suscitado críticas.

Los temas abordados por Shanghai 2010 son mayores: por primera vez en la historia de la humanidad, la población urbana ha pasado a ser más que la rural, marcando un punto de inflexión: sólo el 10 por ciento de la población era urbana hace un siglo, pero más del 75 por ciento lo será en medio siglo más. Esto significa, entre otras cosas, que a nivel mundial dentro de los próximos 20 años se necesitará construir una ciudad de un millón de habitantes por semana.De aquí ha surgido la principal polémica en torno al pabellón de nuestro país, porque éste, más que conectarse con esta realidad y con la experiencia chilena en esta materia, optó por una mirada más conceptual: con dos mil 500 metros cuadrados y una inversión superior a 20 millones de dólares, desarrollará la idea de la “Ciudad del Encuentro”, teniendo como eje central una gran semilla de madera, que representará el nacimiento de una nueva ciudad.

Ante esta propuesta, personalidades como el arquitecto Alejandro Aravena, director ejecutivo del internacionalmente premiado proyecto de viviendas sociales Elemental, critican que se haya escogido un concepto en vez de un pabellón que, por su solo diseño, diera cuenta de lo que Chile puede mostrar ante este desafío mundial. A ese respecto cabría citar, por ejemplo, las concesiones de obras públicas, el tratamiento de aguas servidas y, principalmente, la exitosa experiencia en materia de vivienda social. La migración del campo a la ciudad significa una enorme presión sobre la construcción de viviendas de bajo costo. Chile ha debido afrontar ese desafío antes que otros, y lo ha hecho bien.

Sin perjuicio de reconocer el trabajo desplegado por el comisionado y el equipo a su cargo, cabe reflexionar acerca del sentido del pabellón chileno. Éste no debe concebirse como un proyecto gubernamental, sino como un proyecto ciudadano, porque no sólo se está frente a una exposición centrada en la ciudad.

El desafío de Shanghai 2010 no se limita a tener un pabellón atractivo para sus visitantes, sino lograr que los chilenos se sientan conectados con esas personas, y a la inversa, en un encuentro de seis meses de duración, que acaparará la atención internacional. La mentalidad y las tecnologías modernas así lo permiten.