Viaje al centro de la restauración en Chile

(La Tercera. 27/06/2009)

Por Denisse Espinoza.

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Obras de Miguel Angel, Il Giotto y Donatello han sido restauradas por Lorenzo Casamenti, uno de los máximos exponentes en el área, que visitó Chile esta semana. El italiano reflexiona sobre la necesidad de conservar y proteger el patrimonio arquitectónico local.

A las 14 horas del martes recién pasado, el restaurador italiano Lorenzo Casamenti (61) se encontraba con un grupo de 15 estudiantes frente a la Parroquia de los Santos Angeles Custodios, ubicada en Monseñor Muller Nº 7, Providencia.
Casamenti sube por la escalera hasta el techo de la construcción del siglo XIX y entra a la cúpula para ver el avance de las restauración de pinturas y yesos decorativos, que en julio de 2008 aceptó asesorar. No está contento. Los trabajos están atrasados y de los siete frescos, sólo tres están terminados. Casamenti no se desanima: inicia una charla para motivar a los alumnos y profesores de la Escuela de Artes Aplicadas a continuar el trabajo. “Es una excelente oportunidad de aprender, esto les ayudará en su currículum”, dice. “Lo más importante en este oficio es la pasión”, repite.

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  • Director del departamento de Restauración del Instituto Lorenzo de Medici, en Florencia, Casamenti ha trabajado en la restauración del Palacio Vecchio, la Galería de Uffizi, el Duomo de Florencia y los frescos de la Basílica de Santa Croce, entre otros. Además de devolverles la vida a las obras de los maestros más emblemáticos del renacimiento, como Miguel Angel, Donatello, Il Giotto y Rafael. Luego de dictar algunas charlas en Chile, en 2005, Casamenti estrechó lazos definitivos con la Escuela de Artes Aplicadas Oficios del Fuego, convirtiéndose en el “padrino” de la institución, que el año pasado abrió su carrera de Técnico en Conservación y Restauración.
    Aquí, el italiano replica el modelo que usa en el Instituto de Florencia, que se financia con el arancel de los alumnos y donde son ellos mismos quienes trabajan las obras a cambio de experiencia. La restauración de la cúpula tuvo un costo de 20 millones de pesos (financiada por la municipalidad de Providencia) y la Escuela de Artes Aplicadas, dirigida por Simone Racz, puso la mano de obra.
    Además, en su nueva visita, Casamenti dio por primera vez charlas gratis a expertos e interesados en la restauración. Más de 50 personas asistieron a los talleres, donde Casamenti dio a conocer los materiales y técnicas utilizados actualmente en Italia en el área de conservación. El programa, auspiciado por Innova Corfo, continuará en octubre, cuando Casamenti vuelva a dar un seminario sobre restauración en madera, y en enero sobre pintura en tela. “En Chile hay mucho por hacer, pero hay un atraso en la tecnología y faltan técnicos también. Aunque cada día los gobiernos están más sensibles al tema y apuestan por invertir en patrimonio. Sin duda, el Bicentenario será un impulso para que el Estado comience a tomar la iniciativa en restauración”, dice el italiano, quien trabajó en los daños del terremoto en L’Aquila, Italia, en marzo de este año.
    LA DROGA DE LORENZO
    Criado en el país líder en la conservación del patrimonio, no fue sorpresa que Casamenti decidiera estudiar Historia del Arte en la Universidad de Florencia. Podría haberse quedado en la teoría, pero un profesor lo eligió, junto a otros dos compañeros, para participar en la restauración de unos frescos, en 1963. Las tareas eran ingratas y al principio su trabajo consistía en cambiar el agua sucia por limpia. Pero luego de dos meses, sólo quedaba él en el equipo. Dos años más tarde, en 1966 la subida del río Arno anegó el casco histórico, dejando cuantiosos daños en la ciudad. Fue entonces que Casamenti decidió que la restauración sería su vida. “Lo más emocionante es cuando se limpia el objeto. Cuando trabajé en la Capilla de los Medici, restaurando la obra de Miguel Angel, mis pupilas se dilataban cuando veía algo que es casi mágico: descubrir lo que hay detrás de una capa de suciedad. Por eso digo que para mi la restauración es como una droga”, agrega Casamenti.
    PASION Y DINERO
    En Chile no hay una tarifa clara respecto de lo que cuesta una restauración, en parte, porque se ha restaurado poco. El Correo Central costó 200 millones de pesos y el Museo Histórico Militar, que prácticamente hubo que hacerlo de nuevo, 2.400 millones. Otra referencia: un proyecto de restauración puede alcanzar la cifra de 80 millones de pesos y una consultoría de una hora, 40 mil pesos. En Europa, los presupuestos se realizan según el espacio, llegando a valer 700 euros el metro cuadrado.
    “Acá en el país muchos creen que la restauración no es un negocio, y no consideran el éxito turístico que podría tener una ciudad con interés en el patrimonio. Los municipios sólo se preguntan cómo pueden ganar más dinero densificando la ciudad y haciendo que el plan regulador permita edificios de 20 pisos”, comenta Jaime Migone, decano de la Facultad de Estudios del Patrimonio Cultural de la Universidad SEK, la única que tiene la carrera de pregado sobre Restauración y Conservación, con tres generaciones egresadas.
    “En Florencia no se puede tocar nada sin consultar la ley de preservación artística, que además está regulada a nivel mundial por la Unesco. Aquí falta voluntad política e incentivar a los jóvenes a interesarse en el sector”, dice Casamenti, quien esta semana diagnosticó el estado de la Catedral de Santiago, que podría restaurarse en 2010. “Después de haber terminado de restaurar una iglesia en Calabria, Italia, he imaginado cómo podría verse esta Catedral dándole el tono de color apropiado. Eso es para mi un sueño”, sostiene Casamenti.
    A pesar de las falencias y dificultades, el panorama en Chile podría estar cambiando. Cada vez más jóvenes se interesan en estudiar la carrera y el campo laboral promete. “Las generaciones de alumnos son más bien pequeñas, de no más de 9 a 15 alumnos. Por lo mismo, el nivel de empleabilidad es alto: varios están trabajando antes de titularse. Se han abierto trabajos para el conservador que no existían, sobre todo en el ámbito de la arqueología. También hay mucho trabajo en museos, archivos y bibliotecas”, señala Fanny Canessa, jefe de la carrera de restauración en la Universidad Sek y encargada de la conservación de la colección de la Iglesia de San Francisco.
    La misma opinión tiene Migone, que trabajó hace unos años en la restauración del Correo Central: “Estamos en un momento de inflexión. Casi no existen edificios restaurados en Chile, pero estoy seguro de que cambiará. El Banco Interamericano de Desarrollo, junto al Ministerio de Obras Públicas, acaban de destinar 100 millones de doláres para invertir en restauración arquitectónica y eso podría revitalizar el patrimonio. Y hay un cambio de mentalidad, la gente está interesada en conocer su propia ciudad. Un ejemplo es el éxito del Día del Patrimonio. Desde aquí el panorama se ve más auspicioso”.