Cocinerías peruanas de Santiago se instalarán en Franklin o Bulnes

518743478_zzz.jpg(El Mercurio, 27/03/2009)

Edil prometió apoyo, pero advirtió que no tolerará que se ubiquen en la calle. Por Rodrigo Silva

Franklin o Bulnes. En uno de esos dos barrios se instalarán definitivamente las cocinerías peruanas, que hasta ahora funcionan ilegalmente a un costado de la Catedral de Santiago.

En febrero, “El Mercurio” informó cómo esa calle se llenaba de precarios puestos en donde se cocinaban y vendían pollos, papas y arroz, sin ningún tipo de control sanitario.

El municipio reaccionó y junto con carabineros sacaron a los comerciantes del lugar.

Sin embargo, la alcaldía se comprometió a buscar una solución, la que fue dada a conocer ayer, y que consiste en dos recintos en donde 60 cocinerías podrían instalarse.

Uno es un galpón en pleno barrio Franklin que data de 1880 y que tiene 110 metros de largo por 13 de ancho. Actualmente está desocupado, pero cuenta con algunas mejoras recientes, como baños, alcantarillado, piso cerámico y nuevas instalaciones eléctricas.

La propuesta del municipio es instalar allí una sola gran cocina que abastecerá a los puestos que venderán la comida.

La otra alternativa es el persa Bulnes, cercano al Parque de los Reyes. Allí la idea es concentrar las cocinerías en un solo sector del recinto, que cuenta con 500 locales, pero 300 de ellos están abandonados.

El coordinador de los comerciantes, César Puerta, agradeció las propuestas y dijo que entregarán una respuesta en dos días.

El grupo de peruanos que trató el tema con el alcalde Pablo Zalaquett, y que ayer recorrió ambos recintos, habría quedado más entusiasmado con la opción de Franklin, ya que es un sector más comercial.

Los arriendos de cada lugar correrán por cuenta de los comerciantes. El municipio los asesorará y apoyará en la búsqueda de créditos bancarios para establecer sus negocios.

Las cocinerías de Catedral podrán funcionar allí hasta el 31 de marzo; luego de esa fecha quedará prohibido su funcionamiento en la vía pública.

“Nosotros estamos totalmente dispuestos a dejar la calle porque estamos cansados de ella”.

WILMA GUADALUPE
REPRESENTANTE DE LAS COCINERAS.

2 millones de pesos invertiría cada comerciante en comprar un módulo nuevo. La cocina comunitaria costaría $25 millones.