Al estilo parisino, los bonaerenses capean el calor en playas artificiales

952717466_zzzzz.jpg(El Mercurio, 31/01/2009)

Por Valentina Álvares

Corresponsal

BUENOS AIRES.- Tienen arena, decenas de sombrillas amarillas, baños, quioscos, duchas, una biblioteca y hasta instructores deportivos, pero no existe ninguna posibilidad de zambullirse tras una tarde de sol.

Así son las flamantes playas de Buenos Aires, inauguradas a principios de enero en dos parques de la ciudad (uno en la zona norte y otro en la sur) por el alcalde Mauricio Macri.

“Para mí es un arenero gigante, perfecto para mis chicas; lástima que no se pueda entrar al río”, dice Ana, una empleada administrativa que vacaciona en la ciudad con sus hijas de 3 y 5 años, y que fue a la playa ubicada en el Parque de los Niños, en los márgenes del muy contaminado Río de la Plata, en el barrio bonaerense de Núñez.

Muy concurridas, las playas han tenido una gran aceptación entre los porteños, especialmente en una ciudad donde las personas acostumbran tomar sol en traje de baño en cualquier lugar, desde una plaza hasta la mesita de un café al aire libre.

“Es una playa sin agua para gente sin plata”, asegura, con una sonrisa, Carlos, un estudiante universitario que toma sol con dos amigos también en el Parque de los Niños. Allí, la playa cuenta con 250 metros de extensión por 10 metros de ancho, mientras que en la del Parque Roca -ubicada en el barrio de Villa Lugano, al sur de la ciudad- hay varios areneros: uno de 100 por 20 metros, otro de 60 por 20 metros y un tercero circular de 30 metros de diámetro con vista a un lago, también inhabilitado para los chapuzones.

Servicios gratuitos

Todos los servicios de las playas porteñas son gratuitos, aunque están prohibidos el consumo de bebidas alcohólicas y la entrada de animales.

El acondicionamiento de ambas playas costó más de 700 mil dólares, y la idea estuvo copiada de lo que hizo la prefectura de París cuando convirtió las riberas del río Sena en un gran solarium público en 2002.

Los críticos de la iniciativa de Macri -un alcalde que se presenta como presidenciable para 2011- han sido pocos, pero unánimes: si el dinero escasea para salud, educación o seguridad, ¿para qué gastar en instalar espacios que sólo estarán abiertos hasta fin de febrero? El gobierno de la Ciudad de Buenos Aires no respondió a los pedidos de “El Mercurio” para explicar cuál es su posición ante tales críticas.

Durante el gobierno de Mauricio Macri y el de su antecesor, Jorge Telerman, el Ejecutivo de Buenos Aires destinó importantes inversiones a reformar y embellecer gran parte de las 863 hectáreas de parques y plazas que tiene esta capital.

En las plazas de la ciudad, que hasta hace pocos meses estaban muy degradadas, se instalaron rejas para cerrarlas de noche y se prohibió el ingreso de perros, que era masivo, ya que Buenos Aires es una de las ciudades con mayor población canina de América Latina.

Esta iniciativa recuerda la impulsada en 2002 por el entonces alcalde de Santiago Joaquín Lavín quien instaló playas con piletas y canchas de arena para baby fútbol y vóleibol en el Parque de los Reyes.

SIN BAÑARSE

Debido a que las playas están en la orilla del contaminado Río de la Plata, la gente no puede bañarse.