Revitalizan 90 plazas de armas en urbes del país

315723068_zzzzz.jpg(El Mercurio, 28/12/2008)

Inversión del Minvu ya asciende a los $7.887 millones. Se busca recuperación patrimonial y crear espacios de encuentro. Por Fabián Álvarez y corresponsales

Cincuenta plazas de armas o mayores han sido restauradas y mejoradas en los últimos cinco años, para generar un impacto positivo en la revitalización urbana y promover la integración social, al ser éstas el principal punto de encuentro en ciudades y pueblos. Quedan otras 40 plazas que van a ser puestas en valor a través de proyectos de restauración urbana en los próximos años.

Ya se han invertido $7.887 millones por parte del Ministerio de Vivienda (Minvu). No obstante, ésa es sólo una parte, según precisó Luis Eduardo Bresciani, director de la División de Desarrollo Urbano del Minvu, ya que si bien la mayoría de los recursos los aporta esta cartera, son los municipios y la ciudadanía los que postulan los proyectos, de acuerdo con sus necesidades.

Las plazas de armas o mayores encierran dos valores fundamentales: son los espacios donde se fundaron las ciudades y donde se concentra la mayor cantidad de comercio, servicios y entidades públicas.

“Es el lugar de mayor actividad y encuentro de la comunidad. De ahí la importancia de su mejoramiento y calidad, y no sólo por un valor patrimonial”, precisó Bresciani.

Ciudades pequeñas

El mejoramiento de estas áreas públicas no sólo se centró en grandes urbes, como Coquimbo, Talca, Osorno, Castro o Punta Arenas, sino también en pequeñas localidades, como en San Pedro de Atacama, Huara, La Ligua, Putaendo, Los Andes, Chimbarongo, Lautaro, Angol, Calbuco o Tortel, y en muchos casos conservando la identidad.

Precisamente, en esta última comuna de la XI Región de Aisén se respetó la arquitectura y el entorno de la caleta, conocida por sus pasarelas de madera de ciprés. Allí se construyeron en este material tres plazas de encuentro ciudadano, una principal y dos menores, en el borde costero. Y se diseñó el mobiliario urbano en ciprés y mañío.

Debido a que la recuperación de estas plazas requiere de un proceso participativo, en algunos casos se mantienen los diseños originales, con mejoramiento de iluminación y pavimentos, como en Punta Arenas o San Javier, pero en otros los cambios han sido bastante radicales, como en Castro. En esta comuna de la X Región de Los Lagos su principal espacio público “cambió por completo su fisonomía, con una arquitectura mucho más moderna”, explicó Bresciani.

La participación vecinal es relevante, y así ocurrió en la localidad de La Junta, en Coihaique, donde el único espacio público era un sitio casi baldío. La fuente de la plaza se diseñó recreando la forma del lago Rosselot, a petición de los pobladores, quienes también trabajaron en la construcción de su plaza.

Herencia española

Miguel Laborde, especialista en historia arquitectónica y urbana, explicó que Chile sigue la tradición urbanística iberoamericana que se caracteriza por la existencia en las ciudades de una plaza mayor, donde se ubica la catedral que debía ser la construcción más alta del pueblo. “Estos espacios son sumamente versátiles: tuvieron un rol de plaza de armas, de plaza de toros, de juegos medievales de caballería, de mercado, de ajusticiamiento y de procesiones, entre otros usos”, explicó. En las principales urbes del país existe una plaza de armas, debido a la fundación española asociada a la conquista de territorio. Sin embargo, hay ciudades donde ésta no existe, como en Valparaíso, cuyo nacimiento está ligado al puerto.

Laborde afirmó que las intervenciones realizadas son, por lo general, buenas. “En eso hemos ido mejorando, aunque siempre hay discusiones y gente disconforme, partiendo por la propia Plaza de Armas de Santiago, donde muchos lamentan la pérdida de masa vegetal, aunque en su origen era una plaza muy dura, como ahora”, expresó.