Escuela disminuye en 20% la violencia escolar cambiando la arquitectura

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(La Tercera, 01/09/2008)

Una escuela de escasos recursos de Puente Alto implementó, con la ayuda de Paz Ciudadana y del municipio, un programa para recuperar patios inutilizados y mejorar los baños. Por Sofía Vargas

Una especie de ghetto, donde los alumnos eran apedreados cuando se cantaba el Himno Nacional; donde las rejas eran parte del escenario habitual, y los golpes entre los compañeros, conducta de todos los días. Así transcurrían las semanas en la escuela básica Padre Hurtado, de Puente Alto.

Escenas que son parte del pasado porque desde 2005 implementaron, con la ayuda del municipio y de la Fundación Paz Ciudadana, un programa de prevención de violencia escolar. Iniciativa que no sólo significó capacitar a los profesores, sino que implicó cambiar la arquitectura de la escuela.

Ya llevan tres años con el proyecto y los resultados son elocuentes: la violencia física disminuyó en un 10% por ciento, el robo de objetos personales un 8%, la destrucción de infraestructura un 12%, la violencia psicológica un 8% y la violencia de alumnos a profesores, un 11%.

PASILLOS VISIBLES Y BAÑOS SEPARADOS
El pobre diseño de los espacios y la sobrepoblación de estudiantes suelen ser factores de riesgo para la aparición de matonaje. Así lo han descubierto numerosas investigaciones a nivel internacional, entre las que destaca la del Instituto sobre Violencia y Comportamiento Disruptivo de la U. de Oregon. Un estudio realizado por el co-director del instituto, Jeffrey Sprague, en 2005, encontró que en las escuelas públicas de Oregon no utilizaban de buena forma la infraestuctura y que los patios sin vigilancia y pasillos sin visibilidad propiciaban las conductas violentas.

A partir de sus conclusiones, se lanzó en Estados Unidos el programa “Comunidades escolares y seguras”, cuyo objetivo era lograr un ambiente propicio para el aprendizaje a través de la buena utilización del espacio y de las relaciones entre los alumnos. En sus lineamientos se basa el programa de la escuela Padre Hurtado.

Con más de mil alumnos, dos patios laterales inutilizados y un patio central en donde todos los alumnos compartían los 15 minutos de recreo, el colegio se transformaba en el escenario ideal para la violencia.

Según la Encuesta Nacional de Violencia en el Ámbito Escolar de Chile, el 72,7% de las agresiones ocurre en espacios de recreación y deportes. “Son los lugares comunes -como el casino y los patios- los propicios para que ocurra bullying”, dice Cecilia Tijmes, psicóloga de la Fundación Paz Ciudadana.
Es lo que se evitó en la escuela de Puente Alto: en los patios no utilizados se instalaron juegos infantiles y la visibilidad se logró eliminando las rejas. Los pasillos largos y angostos fueron reemplazados por estructuras más amplias. Y la entrada poco amigable se cambió contruyendo un hall central. Además, los baños se dividieron por niveles: uno para pre-básica, otro de primero a tercero y otro para cuarto y octavo básico y se les remodeló con material que permita escuchar todo lo que pasa allí desde fuera.

“Las situaciones conflictivas se pueden prever si hay buena utilización del espacio, pero debe ir acompañado de un programa que fortalezca los lazos entre los escolares”, dice Alberto Trautmann, pediatra de la Clínica Alemana. Y fue justamente lo que se logró en el colegio: los niños no sólo tienen mejor infraestructura, sino que reforzaron sus lazos afectivos con la escuela. “Hay un sentido de pertenencia, no rayan los baños, la escuela está limpia y pasó a ser algo especial”, dice la directora Isabel Espinoza.