Al rescate del patrimonio en Valparaíso… Un poco tarde ¿no?

Por Andrea Ortega.

La legendaria calle Serrano del puerto de Valparaíso se encontró el pasado 3 de febrero con un inesperado enemigo que hizo volar por los aires parte de su patrimonio histórico. El trágico suceso, aparte de conmocionar por la pérdida de vidas humanas, sirvió para que la opinión pública se diera cuenta de la frágil situación de nuestro patrimonio. Una realidad que, en todo caso, se puede encontrar en varios otros ejemplos en el país que, pero que quizás por ser menos dramáticos (y por ello más silenciosos mediáticamente) han pasado inadvertidos.

Una de las inquietudes que surgieron era saber qué es lo que se estaba haciendo para mantener todos aquellos sitios y bienes de Valparaíso que se hicieron merecedores el 2003 del título de Patrimonio de la Humanidad por parte de la Unesco, y saber si cabía la posibilidad de que, después de pérdidas como las de la calle Serrano, pudiera perderse dicha categoría.

Sobre esta inquietud las autoridades ligadas al tema patrimonial dicen que no hay posibilidad de perder dicho título una vez que ha sido entregado. Lo que sí puede pasar es que, a causa de negligencias y de mala mantención, Valparaíso se gane un nuevo título: el de patrimonio en peligro.

Antes del incendio ya habían iniciativas destinadas a su recuperación patrimonial en la calle Serrano. Una de ellas estaba a cargo del Servicio de Cooperación Técnica, Sercotec, una filial de la Corfo que trabaja en el mejoramiento de las pequeñas y micro empresas. En tal sentido, el trabajo de Sercotec, que ha recibido financiamiento de la Unión Europea, tenía en la mira el carácter comercial de la calle Serrano. De este modo, a fines del 2005 y buena parte del 2006, Sercotec se dedicó a elaborar dos estudios destinados a revitalizar el barrio y a buscar modos de intervención amables con su carácter histórico y de estrecha colaboración con sus comerciantes.

Los estudios significaron el levantamiento y catastro de 12 inmuebles, entre los que se encontraban el Hotel Garden y el siniestrado edificio Subercaseaux. Datos que ahora han servido enormemente para el trabajo que se ha hecho en la zona actualmente frente a la crisis. El proyecto también buscaba generar una norma de aplicación para letreros, fachadas y vitrinas, utilizando ejemplos internacionales de otras ciudades con perfil patrimonial. Y proponer un sistema de cableado subterráneo junto con el mejoramiento de sus veredas y calzadas.

Luego del desastre del 3 febrero (que dejó un saldo de 31 inmuebles con daños graves, más 5 con colapso estructural), el sector de Serrano entre Plaza Echaurren y Plaza Sotomayor pasó a denominarse “zona prioritaria” y, bajo la petición del gobierno, se comenzó a diseñar un programa especial destinado a apoyar a los comerciantes del lugar con la ayuda conjunta del SII y de la Tesorería General de la República. El plan ya comenzó con medidas destinadas a aliviar en términos de trámites a los comerciantes, en casos como por ejemplo la pérdida de sus documentos y libros contables.

Otra de las iniciativas de recuperación de la zona estaba en manos de Valpo Mío, entidad dependiente de la Subsecretaría de Desarrollo Regional (Subdere) y que es algo así como el proyecto heredero del Plan Valparaíso que había en el 2002. Dicha entidad (también conocida como Programa de Recuperación y Desarrollo Urbano de Valparaíso) se adjudicó en enero de 2006 un crédito de 25 millones de dólares del BID, más un aporte de 48 millones de dólares del fisco, con el fin de poner en práctica un plan global de reactivación cultural, social y económica para Valparaíso en un proceso de 5 años.

Una de las aristas del programa tiene que ver con el rescate patrimonial y ya habían comenzado a actuar en el Barrio Puerto y en la calle Serrano, con un catastro de las instalaciones eléctricas, debido a que las antiguas instalaciones eléctricas son consideradas como potenciales causantes de incendios y, por ende, como posibles agentes de destrucción de los lugares históricos.

El estudio que realizó Valpo Mío contempló una muestra de 83 inmuebles, de los cuales 40 pertenecían a la calle Serrano. Y en sectores como el de esta calle, en la que se mezcla el uso residencial con el comercio, los porcentajes de riesgo alcanzaron un 84 por ciento, lo que exigía un cambio prácticamente total de las instalaciones.

De hecho, del siniestrado Palacio Subercaseaux el estudio había arrojado como resultado (basándose en la revisión de las 14 unidades existentes en el edificio, entre comerciales y residenciales), que las instalaciones no contaban con una adecuada conexión a tierra, no tenían protección diferencial, la canalización del cableado era altamente deficiente, no cumplía con la norma y existía un sobre consumo respecto a la capacidad instalada.

Luego del impensado accidente con gas, Valpo Mío ha tenido que reorientar su programa. La petición del alcalde Cornejo fue que designaran un área especial de intervención, marcada entre Plaza Aduana y Plaza Sotomayor, un perímetro que obviamente abarca la calle Serrano.

Además, está la propuesta del alcalde de comprar los terrenos de los edificios siniestrados, con el fin de evitar el clásico problema que afecta a los privados que se ven sumidos en el desinterés al no recibir mayores incentivos para reconstruir y al verse amarrados, al mismo tiempo, por las restricciones constructivas que impone un lugar patrimonial. Un ejemplo de este desinterés es lo que se evidencia en el edificio Luis Cousiño, apodado con la decidora chapa de La Ratonera, que ha sufrido el abandono y desmantelamiento total, lo que ha obligado al municipio a su adquisición.

En el caso de la adquisición de los terrenos de Serrano se espera la pronta aprobación en una reunión de directorio, en donde tomará parte el propio alcalde junto a los representantes de la Subsecretaría de Desarrollo Regional y de la Dirección de Presupuesto del Ministerio de Hacienda.

Paulina Kaplán, de la oficina de gestión patrimonial de la Municipalidad de Valparaíso, ha dado a conocer que ahora está en marcha una licitación para producir un Plan Director (cuyos resultados estarían en marzo) que será el encargado de dar los lineamientos a seguir para proteger, restaurar y conservar a Valparaíso en su calidad de ciudad patrimonial.

Sin embargo, llama la atención que este plan recién se vaya a confeccionar ahora y que no haya existido al momento de la postulación de la ciudad-puerto a la lista de Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

José de Nordenflycht, actual presidente de Icomos Chile (ONG dedicada a la conservación patrimonial y que ha actuado como de veedor en algunas postulaciones ante la Unesco), señala que idealmente tendría que haber existido un Plan Director o Maestro antes de la declaratoria de Patrimonio de la Humanidad: “Si el gobierno de Chile logra inscribir el sitio y la Unesco acepta inscribirlo en las condiciones en que estaba, es una responsabilidad compartida. Ahora bien, la Unesco muchas veces ha dado el visto bueno a inscripciones en las que no estaba el apoyo claramente establecido. Y si vamos más atrás es mucho más claro.”

Entonces, ¿Qué era lo que había?

En concreto, se contaba con compromisos y promesas en relación a lo que se necesitaba hacer en Valparaíso y, en el dossier de postulación a la Unesco (en el que aparece destacada la calle Serrano entre los sitios a resguardar), se hablaba de supuestas medidas que ya se habían emprendido, como subsidios para el mejoramiento de fachadas y la preparación de un manual de intervenciones en áreas públicas.

Kaplan dice que lo más parecido a directrices de acción patrimonial, preexistentes a la postulación, eran los instructivos de zona típica, los criterios de intervención urbana (del Seremi-Minvu) y la zona de conservación histórica del plano regulador. Directrices que dificultan cualquier acción debido a que cada una posee diferentes terminologías para abordar lo mismo. Es por eso que hoy se espera que el Plan Director unifique y homologue todas esas normativas.

Lo que se concluye, entonces, es que nunca existió algo como un Plan Director y la prueba más concreta es la licitación que se ha realizado ahora último para confeccionarlo. Por eso, el famoso aporte de la Unesco, que echará mano a un fondo de emergencia para donar 150 mil dólares con el fin de identificar los riesgos patrimoniales de Valparaíso, puede ser visto como un pequeño gesto para limpiar culpas de aquella festejada declaratoria de Patrimonio de la Humanidad del 2003, que en realidad no contaba con las condiciones reales para administrarla.

Cuatro años después ya no hay fuegos artificiales como los que celebraron en la declaratoria, sino ruinas y un país que recién comienza a darse cuenta de la responsabilidad que pesa sobre sus hombros.