Vergüenza en La Serena: los Pobres, al otro lado del río.

Artículo sobre un ejemplo de la segregación social en las ciudades Chilenas, incluye fotografías y VIDEO.

En la IV Región de Coquimbo, La Serena se ha posicionado como uno de los destinos turísticos chilenos, básicamente como una alternativa para el público viñamarino y como antesala del desierto nortino y del cercano Valle del Elqui.
La ciudad, fundada en 1544 y re-fundada por Francisco de Aguirre en 1549 bajo las órdenes de Pedro de Valdivia, sufrió su mayor transformación entre 1948 y 1952 con el llamado “Plan Serena”, un modelo ejemplar de renovación urbana gestado por el gobierno radical de Gabriel Gonzáles Videla.
Desde ese momento, una nueva configuración moderna que intenta aproximarse a la ciudad jardín convive con un casco histórico, a la sombra de los agigantados edificios públicos, con énfasis en la función “educadora” del estado.
Intendencia, juzgados, delegaciones y, sobre todo, liceos y colegios fueron grandilocuentemente construidos en un tibio estilo arquitectónico neo-colonial que, mediante ordenanzas municipales, viste hoy a todo tipo de nuevas edificaciones, tanto públicas como privadas.
Es durante los neo-liberales años 80, que se consolida la operación inmobiliaria en el borde de la playa, separada de la ciudad por una extensa planicie pantanosa, constituyéndose la ya conocida Avenida del Mar como eje de la actividad turística y hotelera.

La Serena es hoy un ejemplo de la segregación que va caracterizando a nuestras ciudades. Las funciones están claramente delimitadas, separándose la ciudad “estival” en torno a la Avenida del Mar, inactiva durante la mayor parte del año, y el resto de la urbe “cotidiana”, provinciana y universitaria en otoño, colapsada en los meses de verano. Están además, un circuito de big boxes ubicado cerca y en paralelo a la franja desocupada, donde el retail ha logrado, bajo la luz reflejada en las vitrinas, el mayor espacio de interacción social: el Mall Plaza La Serena.
La ciudad “cotidiana” deja una sorprendente primera impresión: La Serena reposa en un cálido bienestar; el territorio se distribuye entre poblaciones que no fluctúan más allá de una digna clase-media baja y las casitas color rosa y damasco de una autónoma clase acomodada, cuyos hijos no necesitan bajar de la cota 50, pues se han dotado de los servicios y colegios necesarios en las alturas de la pendiente ocupada por la ciudad, en el sector conocido como San Joaquín. Eso, al margen de cierta población ubicada hacia el noreste, de una aparente mayor pobreza, pero incluso en menor proporción comparada con el común de nuestras ciudades.
¡Que lindo, en La Serena casi no hay pobres…!

Quien se haya sentido muy cómodo con esa primera impresión, no lo estará tanto si se le ocurre atravesar el río hacia el norte. Hacia allá se tiene desde el centro una vista de la ciudad que continúa sobre colinas; parece continua, pero entre ambos sectores se encuentra el río Elqui.

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Video:trayectoria en auto desde centro de Las Serena hasta Las Compañías
Conectada solamente al casco histórico mediante el puente Libertadores, se encuentra el sector de Las Compañías, donde, según el último censo, viven más de 74.000 de los 160.148 serenenses. Se trata prácticamente de una ciudad a parte, nunca conocida por los turistas. Incluso cuenta con el que sus vecinos llaman el “centro cívico” donde se yergue la Delegación Municipal, un BancoEstado y uno de los dos consultorios.

Sin embargo, aislados y estigmatizados como delincuentes y traficantes (esa segregación que no es solo espacial, sino también psicológica), claman por nuevas oportunidades.
Existe el debate sobre separarse y crear una comuna autónoma. Para saber si tal medida traería beneficios hay que esperar saber qué sucede con Alto Hospicio, comuna creada a partir de un marginado sector de Iquique. La nueva comuna de la I región cuenta con 50.215 habitantes, lo que corresponde al 18,8% del total junto a Iquique; la población de Las Compañías corresponde al 46,2% de los habitantes de La Serena.

Se trata casi de una ciudad aparte. Casi, porque sus habitantes trabajan en su totalidad en el lado sur del río. En Las Compañías no hay trabajo, solo un paño gigante de casas, que seguirá extendiéndose indefinidamente al alero de la actual política habitacional. Conviven las distintas tipologías de vivienda social de las décadas recién transcurridas, con los primeros pobladores y sus casas antiguas de patios bien cuidados.
El sistema que opera actualmente para la construcción de viviendas sociales significa construir más, a cambio de alejarse de los centros. Son millones de chilenos en una situación cada vez más periférica respecto del ”camino al desarrollo”. Casos como este se replican en las ciudades a lo largo de todo Chile.

La primera opción es generar nuevas comunas. La mayoría de los habitantes lo pide. Sin embargo, separarse significa el fracaso. Separarnos es rendirnos.

Una triste sociedad, donde no somos capaces de integrarnos.