Estudio plantea elevar impuesto al carbono que se aplicará en Chile desde 2018
El próximo año entra en vigencia gravamen que cobrará US$5 por tonelada emitida. Análisis de la U. de Chile plantea que monto debería subir a US$26 para que sea efectivo.
En 2018, Chile se convertirá en uno de los países que comenzará a gravar las emisiones de dióxido de carbono (CO2), multando con US$5 cada tonelada de CO2 producida por las centrales eléctricas que tengan una capacidad de 50 megawatts o más.
La medida, considerada entre las primeras a nivel mundial, sin embargo, tendría bajo impacto, señala el “Análisis sectorial de la huella de carbono para la economía chilena: un enfoque basado en la matriz insumo-producto”, realizado por investigadores de la Facultad de Economía de la U. de Chile, que propone un impuesto de US$26.
El estudio liderado por el académico Ramón López, señala que tanto en recaudación como en baja de emisiones, el actual impuesto tiene poco impacto. “Cinco dólares es muy bajo. Es una cuestión simbólica, fue importante desde ese punto de vista. Además se aplica a todos, está mal dirigido”, sostiene.
Algo similar dice Charles Komanoff, analista de Carbontax.org. “Esos 5 dólares por tonelada de CO2 en EE.UU. reduciría sólo de 4 a 5% las emisiones. Sospecho que el porcentaje de reducción para ese impuesto en Chile sería alrededor de lo mismo, eso no es mucho. Quizás en Chile los ingresos públicos serán invertidos en energía limpia, lo que es excelente. Pero esos ingresos también estarían en el lado pequeño así que es improbable que las reducciones sean sustanciales”, señala.
López agrega que las presiones internacionales ya son fuertes y hay un cierto consenso de que hay que esforzarse más para bajar las emisiones. “Suecia tiene un impuesto de más de 100 dólares. Portugal, España tienen alrededor de 26-28 dólares. Las presiones van a ser cada vez mayores y hay un cierto consenso, incluso en el sector privado, de que va a ser necesaria un alza sustancial del impuesto al carbono. No necesariamente 26 dólares y tal vez va a ser gradual, pero de alguna forma va a tener que hacerse”, dice.
Limpiar la matriz energética en un 50% es una opción aún mejor, señala el análisis, y podría disminuir las emisiones hasta en 30% en el caso del área electricidad y gas. “La limpieza de la matriz tendría más impacto y la combinación de los dos sería ideal. Afortunadamente en eso estamos avanzando”, dice López.
“Aumentar el impuesto a US$26 y limpiar el 50% de la matriz, que es factible, son complementarios. Para limpiar la matriz necesitas también inversión, el impuesto puede permitir generar recursos”, agrega Gino Sturla, otro de los autores del estudio.
Impacto en el PIB
Luis Gonzáles, economista de Clapes UC, no está de acuerdo con subir el impuesto, pues los impactos en el PIB serían negativos. De acuerdo al investigador, existe evidencia de que con un impuesto de US$20 por tonelada, la reducción de emisión anual sería entre 1,1 y 9,1 millones de tCO2e. “Sin embargo, el precio de la electricidad aumentaría entre US$8,3 y 9,6 por MWh, provocando una disminución de la tasa de crecimiento anual del PIB de largo plazo entre 1,6% y 1,8%”, dice.
Por ello, afirma que “antes de pensar en incrementar el precio al carbono, primero se deben eliminar asimetrías entre las industrias”, también promover la equiparación impositiva, en especial en el transporte a diésel, lo que favorecería en una dimensión local a la población por la reducción de emisiones locales de material particulado, y promover la sustitución tecnológica, considerando formas de energía base como el gas natural y fuentes renovables como la mini hidro, solar o eólica, agrega.
Por otro lado, Rodrigo Pizarro, jefe de la División Economía e Información Ambiental del Ministerio del Medio Ambiente, explica que el gobierno optó por US$5 como impuesto, porque es comparable con otros países y permite a las empresas ajustarse. “Ya hemos observados algunos impactos en este sentido, ya que varias empresas generadoras eléctricas han indicado su compromiso de no invertir en energía a base de carbón, en consecuencia, creemos que el impacto es mayor al estimado. En el largo plazo es factible considerar perfeccionamientos al impuesto o incluso implementar sistemas más sofisticados como permisos de emisión transable”, dice.
El análisis propone también un cambio en la metodología para registrar las emisiones, a una donde no sólo se miren las que directamente emite cada industria, sino también las indirectas. Según su cálculo, midiendo éstas, los cálculos hechos de acuerdo al Balance Nacional de Energía (BNE) cambian (ver infografía) y el sector eléctrico-gas, por ejemplo, pasa de emitir 28,4% a 9,4%, y la minería de 5,6% a 13,1%, por lo que López sugiere que ésta última debería pagar más impuestos.
Si bien reconoce que un impuesto grande disminuiría la producción, en el caso de la minería un impuesto de 25 ó 26 dólares reduciría sus ganancias en un 1%. “En lugar de ganar 60-70% anual, vas a tener un 58%, lo que significa que no va a tener ningún impacto”, dice.
Las mineras agrupadas en la Sociedad Nacional de Minería (Sonami) no están de acuerdo con la metodología ni con subir el impuesto. “El estudio macroeconómico de MAPS-Chile establece que un impuesto de 5 US$/Ton de CO2 disminuye las emisiones en un 3,4%, pero reduce el PIB en un 0,5% y el empleo en un 0,4%. Por otra parte, la aplicación de un impuesto de 20 US$/Ton de CO2 disminuye las emisiones en un 13,5%, pero a costa de una reducción del 1,8% del PIB y del 1,6% del empleo”, señala Felipe Celedón, gerente general de Sonami.
Agrega que el impuesto ya afecta al sector minero, “dado que impacta en el costo de la generación térmica de electricidad, que es necesaria como energía de base”.