Palacios escondidos: Nueva ruta por la arquitectura señorial

Palacio Campino Irarrazaval (Alameda 1452).Por Iñigo Díaz.

Una suerte de ampliación del libro “Santiago 1850-1930”, del investigador Miguel Laborde, es el recuento que Brügmann reedita como una guía de grandes edificaciones desconocidas. El estudio también lleva la experiencia a la calle, con caminatas patrimoniales.

Lucían vidrio en sus ventanas, y el vidrio era todo un lujo a mediados del siglo XIX, cuando los vanos se protegían nada más que por postigos. Tenían fachadas ornamentadas con cariátides y balconajes, mármol en sus gradas, pisos de parquet exquisitamente diseñados, además de vitrales, molduras, espejos, columnas, grandes escaleras y pinturas en los cielos interiores. “No había otra manera de denominar estas construcciones que con la palabra palacio”, dice el investigador Mario Rojas.

“Si pensamos en un palacio, pensamos en Versalles, pero en Chile se contextualizó el término. Comienza a aparecer hacia 1860, por generación espontánea entre la gente que veía el contraste entre la casa colonial y la ornamentación neoclásica de las nuevas edificaciones”, agrega Rojas, de Brügmann, oficina que se ha dedicado a investigar el patrimonio de la arquitectura residencial.

“Contextualizamos el origen de las casas, así como la historia de las familias que vivieron allí y que muchas veces queda a un lado al privilegiar lo arquitectónico”, dice el conservador Fernando Imas. De hecho, parte del equipo de Brügmann viajará a Francia para completar la investigación sobre el arquitecto Paul Lathoud. “Dimos con un bisnieto suyo, que tiene en su poder los planos originales del Palacio Cousiño”, agrega Rojas.

De Brügmann es la autoría de los libros “Palacios al norte de la Alameda” (2012) y “San Antonio, Llolleo, Tejas Verdes y Santo Domingo” (2014), así como las guías “La ruta del cité” (2014) y “La ruta de los palacios y las grandes casas de Santiago” (2015), publicación que contó con apoyo del Consejo de la Cultura y que acaban de reeditar con nuevos contenidos. Allí se observan 93 casos.

Si bien se incluyen algunos palacios emblemáticos, como el Alhambra (1862, el más antiguo), el Pereira Iñiguez (1872), el Subercaseaux Browne (1903) o el Bruna Sampaio (1917), la guía presenta unos ochenta casos desconocidos.

Salir a caminar

“Hay varios en Dieciocho, como el palacio Campino Irarrázaval (1912), que fue residencia del Presidente Juan Antonio Ríos junto a su mujer, Marta Ide Pereira; los palacios Bustamante Yrarrázaval (1923), Eguiguren Irarrázaval (1918) y Núñez Casanovas (1924), que está en perfectas condiciones aún con los nuevos usos”, enumera Imas. “En calle Ejército está palacio Zenteno (1895), o el incendiado palacio Aldunate Echeverría (1893), que sigue siendo un atractivo para quienes transitan por ahí”, agrega.

Pero el proyecto no termina ahí. A fin de año Brügmann puso en marcha un plan que pretende llevar este estudio a la experiencia presencial. Cada sábado realizaron convocatorias a los recorridos a pie por las rutas que se establecen en la propia guía.

“Seguimos la división de barrios que hizo en 1895 el cartógrafo Nicanor Boloña. Nos centramos en cómo se recorría la fisonomía del barrio en esos tiempos”, explica Imas en referencia a la Ruta San Lázaro (que conecta Dieciocho, Ejército y República) y a la Ruta Santa Lucía (el centro histórico, desde la plaza Italia hasta el antiguo Congreso). Incluso hacen ingreso a algunas casas emblemáticas, como la casa Edwards Matte, la antigua sede de Colo Colo, en calle Cienfuegos, con una arquitectura exótica y contrastante.

“Agregamos la Ruta Plaza Brasil, para incluir este nuevo polo residencial que los hijos de los propietarios de esos primeros palacios más tradicionales generan allí hasta los años 30, con casas más modernas, pequeñas, cómodas y tecnológicas, que tenían garaje, piscina y centrales telefónicas”, dice Rojas.

A fines de enero iniciarán una nueva serie de recorridos para conocer palacios y casas del barrio Dieciocho, las que se sumarán a las anteriores rutas, y que continuarán todo el año. Inscripciones en Brugmann.cl ($12.000).