Valparaíso, ¿Puerto de Tambores o Carnaval de Ideas?

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Las luces y sombras del Valparaíso presente se reflejan, desde el punto de vista cultural, en los dos eventos que dominan titulares regionales -y nacionales- en la temporada primaveral: primero el Carnaval de los 1000 Tambores y luego el Puerto de Ideas. Ambos son, en su núcleo, manifestaciones de cultura y expresiones del rico tejido cultural que caracterizan a Valparaíso. No se trata de desconocer que en el Carnaval de los 1000 Tambores hay, en su médula -en los pasacalles, en los bailes chinos- una expresión de cultura que representa un valor. Así y todo, los dos eventos son un cara y sello, una antinomia para la ciudad: mientras el Puerto de Ideas es un aporte tanto por la actividad en sí misma como por sus efectos positivos para la ciudad, el Carnaval de los Tambores es un evento acotadamente valioso, pero que por sus externalidades desvaloriza la ciudad y profundiza el deterioro urbano de la misma. Mientras el público asistente al Puerto de Ideas recorre la ciudad, disfruta y valora su entramado patrimonial, una parte importante del público del Carnaval de Tambores -no todos, ni siquiera la mayoría- hace lo contrario. Alentados por el desmadre, el consumo de alcohol y de drogas se encargan de ensuciar la ciudad, de rayarla, de saturarla con ruidos molestos, en suma, de vandalizarla. Una ciudad así, y aunque sólo sea un fin de semana, se hace invivible y hay vecinos que piensan cambiarse a la ciudad vecina. Ese es un lujo que el Puerto no puede seguir permitiéndose. Valparaíso al contrario debe volver a ser atractiva para la masa crítica y redensificarse.

La problemática de las externalidades que generan los Tambores es ciertamente compleja, pues difícilmente se puede eliminar de cuajo una actividad que tiene, en su núcleo, valor. Pero tampoco es suficiente la argumentación de que esos son simplemente los costos asociados al evento que hay que aceptar sin más y menos rasgar vestiduras aduciendo a las “pandemias nacionales” del alcohol y la marihuana. Así, la FIFA no da por aceptadas ciertas externalidades negativas del fútbol (cánticos etc.) y persigue aquello que ella define como políticamente incorrecto. Del mismo modo, la esencia de la política consiste en la mediación de problemas y de intereses y no puede cruzarse de brazos aceptando un hecho que constituye un perjuicio relevante para la ciudad. En Europa, por ejemplo, los eventos con este tipo de externalidades se realizan fuera de la ciudad. Aquí las autoridades, incluido el Consejo de la Cultura, deben tomar la sartén por el mango y hacerse cargo del caso.

Es cierto que la administración de una ciudad como Valparaíso no es fácil. Y así como ahora con el nuevo edil se espera un desarrollo inmobiliario respetuoso del entramado urbano-patrimonial así como buenas alternativas al T2 y al Mall Barón, es de esperar que bajo la nueva administración florezcan más carnavales de ideas que ruidos de tambores. Por lo pronto queda asistir este fin de semana al Puerto de las Ideas y salir a calles, cafés y bares a disfrutar la Ciudad Patrimonio de la Humanidad que tenemos.

Tomas Villarroel, es Investigador de Fundación P!ensa.