Restauran mural de Gregorio de la Fuente en el Parque Juan XXIII

muralPor: Daniela Silva Astorga.

La obra abstracta data de 1966 y está en el Anfiteatro Griego:
“El ayer y hoy del hombre” , que mide 27 m2, lucirá sus colores originales en septiembre.

Más de un centímetro sumaban las sucesivas capas de pintura que, hasta mayo, cubrían los 27 m {+2} del mural “El ayer y hoy del hombre”, de Gregorio de la Fuente (1910-1999). El artista chileno, que fue ayudante de Laureano Ladrón de Guevara y quedó como un referente del muralismo de la segunda parte del siglo XX, lo creó a mediados de los años 60, en el Anfiteatro Griego del Parque Juan XXIII de Ñuñoa, que se extiende entre Dublé Almeyda y Doctor Agustín Andrade. Pero sus imágenes abstractas y colores fueron desapareciendo con el paso del tiempo, los rayados y la decisión comunal de tapar el deterioro. Una y otra vez. “Tenía encima prácticamente de todo: pintura a la cal, látex y óleo, además de grafitis, afiches y papel de diario”, comenta Marta Rébora, la especialista italiana que hoy -con $11 millones del Fondart- restaura la obra junto con Miguel Cordero y Julia Acuña.

“Por todo eso -explica Rébora-, cuando empezamos a quitar la pintura adicional, pensé que con suerte se podría recuperar un 50%. Pero, afortunadamente, al avanzar advertimos que aún sobrevive un 80% de la obra. Y los faltantes, como se trata de un diseño geométrico, se pueden restituir. Tenemos fotografías de los años 60”.

La restauradora contactó -además de a los hijos del artista- a Nelson Santander, uno de los varios alumnos que trabajaron con De la Fuente en esta obra de factura atípica, si se mira la línea creativa del muralista. “Él solía trabajar con imágenes figurativas y al fresco. Pero en este caso construyó formas geométricas. Y lo más importante: no usó pincel, sino que la técnica del cloisonné , con piedritas de diferentes colores y pigmentos cuidadosamente elegidos, y también algo de mosaico. Pienso que este trabajo suyo, que además tiene láminas de cobre, nos recuerda su excelente preparación técnica”, afirma la restauradora.

El equipo lleva un mes y medio trabajando, con el patrocinio de la Municipalidad de Ñuñoa, en la limpieza del mural. Con el uso de variados disolventes, cinceles, bisturís, hidropulidoras y pistolas de calor, ya lograron destapar las formas de la obra. No obstante, todavía falta remover pequeños trozos de las pinturas adicionadas y de las marcas de los grafitis. Después vendrá la etapa de reconstruir lo faltante y afianzar los colores. “Aquí, casi como si fuera obra gruesa -apunta Rébora-, De la Fuente usó una mezcla de cemento y cal, a la que le sumaba las piedras y el pigmento, para luego aplicarla en el muro con espátula. Sobre todo, empleó tierras naturales, tonos ocres, naranjas, verdes; pero también algunos pigmentos más valiosos, como diversos tonos de azul”.

La municipalidad contribuyó al proyecto cercando el perímetro y dándoles a los restauradores agua y luz. Sin embargo, el equipo que encabeza Rébora teme por la conservación futura del mural: hoy, el anfiteatro y su entorno inmediato están en absoluto estado de abandono.

“Es fundamental que los vecinos descubran el valor de esta obra histórica. Por eso, ofreceremos en julio y septiembre dos talleres de sensibilización patrimonial, a cargo de Roberto Fuertes”, dice Rébora, quien invita a otros profesionales del rubro a sumarse al cuidado posterior de la obra (contact@martarebora.it).

Cuando “El ayer y hoy del hombre” comience su nueva vida, ya serán tres los murales recuperados de Gregorio de la Fuente -sumando el de la Cruz Roja, de La Cisterna, y el de la Ex Estación de La Serena.