Buscan preservar los característicos molinos de viento de Villa Alemana
Por Hernán Cisternas Arellano.
En el paisaje urbano resaltan las centenarias estructuras utilizadas para la obtención de agua:
De 330 equipos que tuvo la ciudad, actualmente se conservan 75, algunos en pleno uso. Se propone la creación de un parque o avenida con algunas piezas y su reconocimiento como monumento nacional.
Villa Alemana, distante a 27 kilómetros de Valparaíso, fue conocida en el pasado como la ciudad de los molinos de viento, con estructuras de 15 a 20 metros de alto, que resaltaban en el paisaje urbano. Tal era la importancia de este engranaje mecánico, destinado a proveer agua a las antiguas casas-quinta de la comuna -origen de la localidad-, que su figura fue incorporada en su escudo.
Dos décadas antes de su fundación, en 1894, los terrenos que hoy ocupa la ciudad ya contaban con molinos. Los primeros fueron instalados mientras se construía el ferrocarril de Valparaíso a Santiago, y proliferaron cuando el asturiano Buenaventura Joglar Amandi resolvió parcelar la viña Miraflores para ofrecerla a residentes de Valparaíso.
La historia local cuenta que el nombre de Villa Alemana surgió porque los primeros interesados en la naciente sociedad inmobiliaria fueron cinco inmigrantes de esa nacionalidad, de apellidos Watemberg, Schelle, Tillman, Schulle y Remicke, que impusieron esa denominación frente a las propuestas de italianos y españoles que se incorporaron a continuación.
La ciudad llegó a tener 330 molinos, instalados entre fines del siglo XIX y principios de 1940. Como el servicio de agua potable arribó recién en 1938, estas maquinarias eran esenciales. Sin embargo, las motobombas eléctricas comenzaron a desplazar a las viejas estructuras. A fines de 1990, su cantidad disminuyó a 120. Actualmente, solo 75 se mantienen en pie.
Muchos las conservan en los patios de sus casas como adornos o por añoranzas. Otros, en cambio, velan por su vigencia e invierten en su mantención.
“En emergencias, vecinos se han abastecido del pozo”
Tal es el caso del dentista Rodolfo Kamke, quien cuando hace 42 años compró un terreno en el barrio norte, para construir su residencia en calle París, lo hizo buscando un molino de viento. “La pieza estaba con problemas, la rueda abajo. Busqué maestros y la levantamos. Una maestranza me hizo las piezas que faltaban. A pesar de la modernidad, tengo un afán por preservar lo antiguo. El molino funciona a la perfección. En emergencias, vecinos se han abastecido del pozo”.
En igual condición de uso está el molino que la familia Cairolo Arellano mantiene en calle Victoria. El cuñado del dueño de casa, César Arellano, señala que durante 77 años la imagen que tiene de Villa Alemana son sus molinos. “Van quedando pocos. Hay que conservarlos. Me parece magnífica la idea de que este símbolo perdure”.
Valor patrimonial
Por decisión del alcalde José Sabat, el municipio inició un proceso para que los molinos de viento sean reconocidos como patrimonio de la ciudad. En lo posible, declarados monumento nacional.
Con la asesoría de una unidad especializada en patrimonio de la Universidad de Valparaíso, durante el presente año se elaborará el expediente respectivo para ser presentado el 2017 ante el Consejo de Monumentos.
El arquitecto Jorge Jorquera, director de obras y alcalde subrogante de Villa Alemana, indicó que el primer paso es empoderar a la ciudadanía con este símbolo, que el valor histórico del ícono de la comuna sea compartido por todos y que el rescate y protección de las antiguas estructuras sea un objetivo común de quienes viven en la ciudad. Que el valor patrimonial de los molinos les agregue un plus a los inmuebles y barrios que los contengan.
Un estudio determinará los procedimientos más adecuados para su protección. Hay siete molinos que están en espacios públicos y el resto, en propiedades privadas. Esto genera alternativas para la declaratoria de monumentos y conservación histórica.
Habría particulares interesados en entregar algunas estructuras al municipio para la formación de un parque o avenida de los molinos y valorarlos como conjunto.
Según Jorquera, la erradicación de sus sitios originales -que es una alternativa a evaluar- no disminuiría su valor patrimonial, porque se trata de máquinas que por sí tienen valores históricos importantes, con engranajes, sistemas hidráulicos y aleación de fierros que hoy no existen.
Símbolo histórico de la ciudadLas maquinarias importadas a fines del siglo XIX desde Estados Unidos y Canadá, consistentes en una rueda de aspas o álabes que giran con el viento para bombear agua desde el fondo de un pozo o noria, marcaron el desarrollo de las casaquintas, a partir de las cuales surgió la ciudad de Villa Alemana.
La importancia de estos equipos en la historia de la ciudad llevó a incorporarlos y perpetuarlos en el escudo, que incluye cinco elementos fundamentales de la comuna.
En el primer cuartelado se resalta el tren “Arratia”, que marca el inicio, crecimiento y progreso de Villa Alemana en torno al ferrocarril.
En el segundo cuartelado, subdividido en cuatro secciones, está la cruz de Lorena -de donde provenía el fundador Buenaventura Joglar-; el molino de viento -que fue básico para proveer de agua a las tradicionales casaquintas y sus habitantes-; un racimo de uva -en alusión a la viña Miraflores, en cuyos terrenos se asentó la ciudad-, y franjas referidas a la bandera alemana y a los colores patrios chilenos.
Varias instituciones locales, entre ellas algunos colegios, utilizan la figura de los molinos de viento como elementos de promoción e identificación con la ciudad.
Incluso hay empresas inmobiliarias, con proyectos en Villa Alemana, que en las imágenes para ofertar casas o departamentos incluyen molinos en su entorno, resaltando el valor histórico del ícono local.