Museo Violeta Parra: Entre lo humano, lo divino y lo soñado

Museo Violeta ParraPor Daniela Silva Astorga.

Se inauguró el 4 de octubre, tras años de espera, y ha recibido más de 38 mil visitas. Aquí, su director habla de tareas pendientes y de cómo ha reaccionado el público.

No es nada extraño toparse con ojos vidriosos al caminar por el museo. Y al dejarlo. Son varios; de distintas edades. De jóvenes y adolescentes que, al contemplar arpilleras, papeles maché, pinturas y documentos, descubren un universo creativo profundo y mucho más amplio del que quizás conocían. Pero sobre todo son de adultos y de mayores. Padres o hijos que recuerdan incluso algún instante vivido en la carpa de La Reina. O el ritual simple de oír un disco o un casete de Violeta Parra en sus casas.

“Eso es tan bonito. Me he encontrado con gente que sale de aquí sumamente emocionada. A veces llorando. Y hay algunos que incluso quieren donar al museo sus fotos y documentos. Al recorrer la exposición viven como un reencuentro con Violeta; y por ejemplo, el ‘Bosque sonoro’, un sector donde el público abraza los troncos para oír música, hace que afloren muchos sentimientos. Eso es muy enriquecedor y es parte de nuestra misión”, comenta Leonardo Mellado, director del Museo Violeta Parra, que abrió sus puertas en octubre -para el cumpleaños 98 de la artista- y que ya ha recibido más de 38.300 visitas. Cifra auspiciosa frente a los parámetros nacionales de consumo cultural.

Una vez dentro del edificio, que diseñó el arquitecto Cristián Undurraga, los espectadores se encuentran primero -después de subir por un largo corredor- con una sala para talleres y otra audiovisual. Allí, dos documentales introducen el trabajo plástico de Violeta Parra (1917-1967), que constituye el corazón de la muestra permanente. En dos salas, de unos 80 m {+2} cada una, se presentan 24 obras entre trabajos bordados y pinturas -seleccionadas entre las 44 piezas que la Fundación Violeta Parra cedió en comodato al museo-, junto con objetos como su guitarrón y su máquina de coser, además de documentos, fotos y manuscritos.

La primera parte del recorrido, que siempre cuenta con textos en español, inglés, francés y mapudungún, es sobre lo humano. Abre con el afiche que la artista bordó para su exposición de 1964 en el Museo de Artes decorativas del Louvre, y con arpilleras como “El circo” (1961) y “La cueca” (1962). Y luego viene la sala dedicada a lo divino, con óleos como “Velorio del angelito” y “Esperando el ataúd I” (1964), y la arpillera “Contra la guerra” (1962).

Para apreciar la exposición el museo ofrece visitas mediadas. Para expandir la experiencia, hasta ahora ha organizado conciertos -como el de Isabel y Ángel Parra del 19 de diciembre-, porque todavía no está definido el programa de actividades de extensión. “A las presentaciones musicales que hemos hecho -apunta Mellado- queremos sumar eventos más académicos, y asimismo acoger propuestas de artistas populares en la explanada. Debiéramos, hacia el final del verano, tener definidas las actividades de 2016”. Y para ese plan, el director y su equipo contarán con el apoyo de un comité que integran la antropóloga Sonia Montecino; el artista Samy Benmayor, y la directora de Puerto de Ideas, Chantal Signorio.

“Ese programa -aclara Mellado- dependerá de los recursos que podamos obtener”. Por ahora, durante 2016, el museo contará con más de $413 millones destinados por el Consejo de la Cultura. Con ese monto -que, en relación al de 2014, aumentó en 40%- se cubren los costos operativos de la institución. “Queremos aumentar el presupuesto. No tenemos un déficit, pero para un funcionamiento óptimo necesitaríamos $100 millones más”.

La casa de Violeta

Hasta ahora del total de asistentes, 4.600 han sido estudiantes. El museo cuenta con un programa educativo para grupos de escolares y también para universitarios. “Por eso, queremos tener para mediados de 2016 una exposición itinerante que pase por diversos colegios”, anuncia Mellado.

En los libros de comentarios -que el equipo sistematiza-, el público ha dejado claro cuánto esperaba un espacio así. Por eso, y por el éxito de la convocatoria, se determinó que el ingreso al museo será gratis hasta febrero. Luego, cobrarán entre mil y tres mil pesos. Pero habrá pase liberado para estudiantes y adultos mayores, como Alberto Etrance. Es martes y él recorre el museo junto a su hija Rosa (52), quien dice: “¡No hay otra igual a la Violeta! Sabía de arte y tenía tanta inspiración. Pero acá no se le reconocía: cómo será que por tanto tiempo no existió nada que reuniera fielmente todo su espíritu”.

Columna de MiguelLaborde en C 19 Cruce de sonidosJunto a arpilleras y óleos, en la exhibición hay puntos donde se puede oír música de Violeta Parra. Pero la acústica del edificio complica la audición: las canciones se mezclan. “Ya contactamos a dos sonidistas para que hagan un levantamiento sonoro del edificio”, dice Mellado. También está trabajando, junto a su equipo, en el sitio web del museo: hasta hoy no contiene información sobre, por ejemplo, la colección que se expone o la historia de la artista.