Las señales de Pirque

pirquePor: Miguel Laborde.

La pregunta es -tal como lo planteó un gestor del lugar, Hans Muhr- si la ciudad destruirá Pirque en su crecimiento, o si sabrá integrar sus riquezas. Esto se ha vuelto un signo urbano de desarrollo o de su ausencia. El caso más brutal es Cerro Navia, donde las antiguas granjas de inmigrantes europeos, algunas con casonas y parques, fueron arrasadas y talados sus árboles para dar lugar a más viviendas sin dejar nada que recordara su origen agrícola, nada verde que acogiera a las familias nuevas que, por lo mismo, hasta la fecha están carentes de suficientes plazas.

Pirque es un fenómeno, un suburbio soñado para cualquier urbe importante, con sus ríos Maipo y Clarillo, su Reserva Nacional Río Clarillo de varias quebradas y senderos entre peumos y quillayes, el aire puro renovado por el viento raco, la vista cercana de las montañas, el ambiente semirrural. Hay tradiciones, de arte y cultura, numerosos patrimonios arquitectónicos y una historia propia. Ser pircano no es lo mismo que ser santiaguino, y está bien que así sea.

Así lo han entendido quienes lo recorren en el Día del Patrimonio, quienes visitan sus restaurantes y los que sueñan con vivir allí. Ser de ahí permite pertenecer a una comunidad y tener una identidad compartida con otros.

Agrícola hasta los años 70, época cuando comenzó la aparición de las parcelas de agrado, todavía se conservan varias mansiones con excelentes parques señoriales, especialmente en el sector de San Juan. Por mucho tiempo los santiaguinos prácticamente solo se desplazaban allá para el festival de música Rosita Renard y, eventualmente, cruzaban algunos visitantes del Cajón del Maipo que, lentamente, admiraban su densidad de vegetación.

Que todavía convivan en una comuna, como la de Pirque, payadores y trillas a yegua suelta con festivales de música y un centro de innovación, como el del palacio de Las Majadas, es notable.

Hay que sumar los tradicionales encuentros de cuecas en la tierra de Huidobro -que aluden a la presencia del poeta Vicente Huidobro en las casas familiares- y la aparición de hoteles boutique , además de viñas que abren sus puertas para ofrecer paseos y catas.

En ese entorno, fue natural que productores de quesos y variedades de miel se sumaran colocando puestos camineros, o que se abrieran emporios gourmet y cafeterías. Como en diversas ciudades del mundo, la oferta de un sector de tanta naturaleza en las cercanías de la capital constituye un polo de atracción para muchas familias interesadas en salir al aire libre.

Cuesta creer que tal riqueza pueda ser avasallada, deteriorada, maltratada. Pero, ya hemos visto procesos similares con malos resultados. Se supone que algo hemos aprendido a reconocer y valorar patrimonios, arquitectónicos y medioambientales, para que un enclave como Pirque, sin similares cerca de nuestra ciudad, pueda dialogar con Santiago sin caer arrastrado bajo su peso.