Voluntarios alivian tareas de remoción de escombros y distribución de los alimentos
Por Juan Castellón y Sebastián Sottorff, El Mercurio.
Solo en Coquimbo, unas 500 personas colaboran en la entrega de ayuda:
Se agrupan en cuadrillas de 30 personas y pueden llegar a colaborar en faenas durante doce horas o más.
Son 360 toneladas de escombros los que ya extrajo el municipio de Coquimbo en el sector Baquedano, uno de los más golpeados por el maremoto del miércoles pasado.
Son cerros de basura, apilados por voluntarios y removidos por maquinaria pesada que alivian el despeje de los caminos, trabajo indispensable para dar el siguiente paso: la limpieza los hogares afectados.
Solo en Coquimbo, unos 500 trabajadores anónimos, tanto de la zona como provenientes de otras ciudades, se distribuyen en cuadrillas de 30 personas por los puntos más críticos del puerto. Pueden trabajar hasta 12 horas al día.
En pos de brindar ayuda a quienes vivieron la tragedia postergaron sus celebraciones familiares de Fiestas Patrias.
Francisca Ramírez (21), estudiante de Trabajo Social, llegó ayer hasta el sector para colaborar. “Vi una publicación en Facebook, y me sumé a los grupos que estaba organizando la municipalidad. Creo que el agradecimiento de quienes lo están pasando mal vale mucho más que una fiesta”, relata la joven.
Otro que colabora es Antonio Pizarro (21). La emergencia le tocó cerca, porque su padre es uno de los damnificados de la zona. “Además, tengo otros familiares y amigos que lo perdieron todo. Así que tenía que aportar sí o sí”, recalca.
Organizaciones como “Techo” y “Desafío Levantemos Chile” empezaron a planificar el arribo de voluntarios hasta Combarbalá y Montepatria. “Estamos realizando una coordinación con los municipios para saber cuántas viviendas hay que construir”, explica Valentina Latorre, directora social de la organización. Nicolás Canales, de “Desafío Levantemos Chile” en la zona, explica que se dará un especial énfasis al trabajo de apoyo a los pescadores.
Y aunque parecen concentrados en el uso de las palas y escobas y en la entrega de alimentos, los voluntarios también contienen emocionalmente a quienes perdieron sus hogares.
Puntos críticos
Pablo Leiva, prevencionista de riesgos de la municipalidad de Coquimbo, afirma que son once los puntos críticos hasta donde se desplazaron los voluntarios.
“Ahora vamos a mandar gente a la playa para que saque los escombros a la vereda y pase la máquina y se los lleve”, señala.
Durante la mañana de ayer se organizó la logística con quienes llegaron para entregar ayuda. Así se repartieron funciones entre quienes querían aportar en la remoción de los escombros y quienes traían agua y alimentos. A estos últimos se les asignaron toldos para que comenzaran a entregar los víveres.
En su afán de ayudar, los voluntarios se transformaron en un contingente anónimo, aunque pertenezcan a universidades, grupos religiosos, o incluso a hinchadas de equipos de fútbol. También llegaron familias completas, compuestas por padres, abuelos e hijos, a prestar colaboración en lo que se necesitara.
Desde los municipios de la zona agradecen la ayuda y reconocen que el voluntariado “es una fuerza indispensable”. Un funcionario de la alcaldía de Coquimbo agrega: “Nosotros intentamos hacer todas las gestiones, pero por la magnitud, quedamos cortos”.
Mientras los voluntarios parecen inagotables y suman y suman minutos de solidaridad, los militares -a cargo del estado de excepción y de la seguridad en la zona- les ordenan hacer pausas cada dos horas.