Un barrio rojo y las propuestas para regular la prostitución en Santiago

calle san antonio santiagoPor Ximena Bertin, La Tercera.

El concejal Felipe Alessandri (RN) le planteó esa idea al ministro Burgos.

“Aquí en San Antonio la prostitución ya no es una excepción, es la regla. Se ve a plena luz del día, en la madrugada, en la noche, a todo hora. No se trata de ser puritanos pero ¿por qué una actividad como el comercio sexual tiene que afectar a los demás, en un espacio público al cual todos tenemos derechos de disfrutar en tranquilidad?”, se pregunta Eric Carrera, vecino de calle San Antonio, ubicada en el centro de Santiago.

Comenta que el aumento del comercio sexual ha llegado a tal punto que muchos de sus vecinos han vendido sus departamentos, con la consiguiente desvalorización de los mismos, y convirtiendo a edificios del sector en departamentos-moteles.

Se queja de las peleas constantes en la vía pública, desórdenes, asaltos a los propios clientes y la molestia que está a la vista y paciencia de las autoridades: a una cuadra del municipio, de una comisaría, y de la plaza de Armas. Y pese a los reclamos y la pérdida del derecho a disfrutar los espacios públicos, es poco lo que se ha avanzado en contrarrestar esta situación y lograr una mayor seguridad y calidad de vida para los vecinos. “Si uno se mete, también nos ganamos un enemigo en el barrio, y no es la idea. Sólo nos queda hacerles el quite y cruzar la calle. Pero ya no tenemos la tranquilidad de antes”, puntualizó Carrera.

Ante las quejas constantes de los vecinos de San Antonio, el barrio Madrid y el barrio Esperanza, el concejal Felipe Alessandrí (RN) planteó al ministro del Interior, Jorge Burgos, la necesidad de crear un barrio rojo para Santiago con el fin de regular el comercio sexual en un espacio más periférico, y sin poblaciones cerca que puedan verse afectadas.

“Es un tema de cambiar las costumbres, porque el comercio sexual seguirá existiendo. Tal como se han generado polos empresariales también se podría crear uno dedicado al comercio sexual que sea rentable para quien lo ejerce, y que a la vez permita a los vecinos vivir en paz”, señaló Alessandri. Esta idea se la expuso al ministro Burgos en una reunión donde éste se comprometió, por ahora, a aumentar la dotación de carabineros en San Antonio y Barrio Madrid.

Por el contrario, para el concejal Ismael Calderón (PS), la idea de un barrio rojo “es mas bien demagógica porque habría que preguntarle a los vecinos y nadie va querer un barrio rojo cerca. El camino apunta a reducir la prostitución, porque eliminarla es imposible, con cámaras de seguridad y el recambio de luminarias que ya se está haciendo, y con el trabajo con las mesas vecinales”.

Intendencia

Frente a la idea de contar con un barrio rojo en la capital, el intendente metropolitano Claudio Orrego se mostró abierto a analizar la propuesta. “Creo que llegó el momento de analizarla en serio, la sociedad chilena está lo suficientemente madura para ello y hay que debatirlo. La prostitución existe y no es delito mientras sea ejercida por adultos. Creo que el no enfrentar el problema genera más problemas”, señaló.

Para él la falta de regulación es el problema, ya que no existe patente para el comercio sexual, por lo tanto no hay locales autorizados, obligando a ejercerla en la vía pública o en forma encubierta en cafés o departamentos particulares. Hoy esta actividad sólo está regulada por el Código Sanitario que exige a los prostitutas y prostitutos a tener su cédula de identidad al día.

“Si bien la idea del barrio rojo puede parecer una buena medida a analizar, no se puede plantear sin tener claridad dónde se puede llevar a cabo. Y, según nuestra experiencia, no hay ningún vecino o vecina de la comuna que quiera tenerlo cerca de su casa”, indicó Marcelo Muñoz, encargado de Seguridad Vecinal del municipio de Santiago.

Más tajante es María Ortiz, presidenta del Comité de Seguridad del Barrio Esmeralda, que más que un barrio rojo, exige una ordenanza que prohiba el comercio sexual en la vía publica, tal como existe en Estación Central y Las Condes. En esta última se multa a los clientes, quienes son sancionados vía fotografía (de la patente) de las cámaras de seguridad, lo que ha reducido la demanda y por lo tanto la oferta de comercio sexual al mínimo en el barrio El Golf.