Víctimas de calle Serrano: “Se indemnice o no, el daño a nuestras familias ya está hecho”

palacio subercaseaux calle serrano valparaisoPor Mauricio Silva, El Mercurio.

Ex comerciantes y ex residentes de siniestrada zona del Barrio Puerto esperaron ocho años fallo de primera instancia

Quiebres matrimoniales, hijos que crecen con traumas y declive económico imparable, en contraste con su antigua prosperidad, son los efectos hasta hoy de la tragedia.

“Desde el día de la explosión, he llorado lágrimas de sangre”, afirma Loredana Fernández, ex empresaria de calle Serrano, quien grafica así el abrupto “antes y después” en su vida a partir de la mañana del 3 de febrero de 2007, cuando un estallido causado por una fuga de gas de cañería, combinado con chispas provenientes del sistema eléctrico, arrasó cuatro edificios, dejó cuatro muertos y 17 heridos, y obligó a cerrar 72 locales.

Hasta el día anterior, Loredana no tenía grandes preocupaciones. “Residía con mi familia en un condominio. Teníamos autos y camionetas. Todos los años nos íbamos de vacaciones, sin importar si dejábamos de trabajar 15 o 20 días, porque mis negocios me lo permitían”, dice.

La fuente de su prosperidad eran el minimarket y la ferretería Victoria. Del primero, habilitado en el viejo edificio señorial Subercaseaux, la detonación lo borró por completo. El segundo lo debió cerrar a consecuencia de la debacle económica que enfrentó y finalmente lo vendió. “Hasta hoy, sigo cesante”, dice esta empresaria de 54 años, que desde entonces pasó a depender de la pensión de su esposo como ex marino. “Mi casa está embargada. No tengo vehículo ni salud, provisionalmente soy indigente y no me puedo enfermar. Lo peor ha sido la permanente sensación de crisis familiar. Si se indemniza o no, el daño a nuestras familias ya está hecho”, dice.

Loredana es quien recibirá la mayor de las compensaciones ($147 millones) que el lunes de la semana pasada el 4º Juzgado de Letras de Valparaíso ordenó pagar a 20 de las víctimas de la explosión en el Barrio Puerto. Chilquinta y Gasvalpo, las empresas que aparecen como responsables, no han resuelto aún si apelarán del fallo, que las obliga a cancelar en total $738 millones.

El impacto económico y familiar de la tragedia se repite en el resto de las víctimas. Frente a Serrano 369, Iván Durán Araya (60) no puede contener las lágrimas. Donde estaban la vivienda familiar, su cibercafé y un taller con maquinarias, hoy solo hay muros del Subercaseaux sostenidos por puntales.

Debe recibir $91 millones, pero da por descontado que las compañías apelarán, lo que prolongará la causa por otros años.

En los ocho que ya han pasado, estuvo un año en silla de ruedas (sufrió lesiones al caer del segundo piso cuando intentó rescatar a su hija del fuego), trasladó al barrio Almendral su cibercafé, que finalmente vendió, reinstaló a la familia en un pequeño departamento en un cerro. El trauma del incendio, las incomodidades de la nueva situación en contraste con algunos lujos que antes se permitían y la pérdida de la fuente laboral causaron una crisis que llevó a desintegrar la familia. Una hija cayó en el consumo de drogas.

“Aunque reciba la indemnización ahora, es imposible recuperar la familia”, se queja, señalando que la cuarta parte del monto está destinado a los abogados y el resto a amortizar deudas y conseguir una vivienda estable que no le permite su actual empleo como vendedor ambulante.

Jacqueline Balboa, que perdió sus enseres en el incendio, dice que las crisis psicológicas le han impedido levantar cabeza y hoy vive con su hija de allegada. En tanto, Marisol Valenzuela afirma que lo que recibirá no le permitirá reconstruir el típico local de artículos de pesca “Mar y Sol” en el Barrio Puerto.

”Es imposible recuperar la familia que se desintegró”.
IVÁN DURÁN, VÍCTIMA DEL INCENDIO

Los afectadosMarisol Valenzuela,

Ex dueña del local “Mar y Sol” (Cochrane 358)

Tradicional punto de venta de artículos de pesca. Debe recibir

$56 millones por daño emergente y moral.

Iván Durán Araya

Ex locatario de cibercafé (Serrano 369)

Perdió un local y sufrió lesiones al caer desde un segundo piso. Su esposa (ahora separado) perdió la peluquería contigua. Recibirá $91 millones por daños y lucro cesante.