Opinión: La garantía de ser ciudadano

Vivienda campamento San Francisco y Campamento en Valparaíso

Vivienda campamento San Francisco y Campamento en Valparaíso.

Por Claudia Nicolini. Jefa Zonal Área de Desarrollo del Hábitat, TECHO-Chile, Valparaíso.

“Una política de vivienda que no ha contribuido a romper con situaciones de desigualdad, estigmatización y reproducción de la pobreza y que, por el contrario parece acentuar un patrón de exclusión social, cuyo reflejo en la ciudad es la segregación urbana”.

Los con Techo. Un desafío para la Política de Vivienda Social 

Nos desenvolvemos en un contexto donde elegir sí se debe privilegiar: salud de calidad, educación de calidad o vivienda de calidad, tres derechos fundamentales del hombre, que dentro de la lógica del mercado se ven reducidos a bienes de consumo. Determinados por el poder adquisitivo de las personas, si este es bajo, menos se podrá consumir por lo que el acceso a educación, salud y vivienda estarán restringido y a la larga se deberá optar por uno.

La mayoría de las veces se decide optar a  la vivienda, la casa propia, un bien tangible, pese a que el concepto de residencia puede ir mas allá del cascaron que implica una casa, éste sigue siendo un bien que se puede mostrar, tocar, habitar.

En las comunidades de campamentos, la ausencia de este derecho podría ser lo más notorio, puesto que se tiende a asociar a los campamentos con una carencia habitacional, si bien muchas veces puede ser así, también existen casos donde la casa no es deficiente, pero si está el problema de tenencia de terrenos, el acceso a servicios básicos y entorno urbano.

En dichos casos, existe el cascaron, el soporte interior levantado en distintas etapas de la vida y con la ayuda de miembros del grupo familiar. Una construcción del entorno inmediato, donde crean jardines y huertos en sus patios, lo que hace que, si bien no sean dueños legalmente del terreno sobre donde se construyen sus viviendas y estas no hayan sido un derecho garantizado por el estado,  se sientan propietarios de un bien propio que ha sido erguido por ellos.

Entonces, en cualquiera de estos casos, cuando se opta a una vivienda definitiva con subsidios del estado, se está dejado de lado una historia de lucha por construirse lo propio y se opta por la construcción del ideal del barrio, donde se ofrece seguridad territorial, en la materialidad de la vivienda y en el acceso a los servicios básicos.

De esta forma, se da el paso desde la lucha, que fue el levantamiento de la comunidad en el campamento, la toma de terreno como el primer paso fundacional, para exigir el acceso a la vivienda. Lo que permitió construir una identidad social capaz de posicionarlos ante el mundo, y luego la organización en comité de vivienda para alcanzar, aún en un grupo con esa identidad social demarcada,  a la inserción territorial y social.

La vivienda,  es el espacio donde una familia reside,  es el soporte interior, mientras que el espacio público es el soporte exterior. La relación que existe es una simbiosis, entre ambos soportes se genera el proceso de construcción, lugar  desde donde se construye el barrio.

En tanto, el espacio público podría ser aquel que da soporte a la capa exterior de nuestra vida cotidiana, y donde la importancia de ésta reside en que es el espacio (momento, lugar) donde se sociabiliza (se externaliza, se arman vínculos y relaciones), proceso trascendental, ya que en este espacio, es donde se va formando la identidad del individuo  (identidad que ya viene un tanto moldeada desde la primera capa, la casa, el hogar).

Aun así, esto es lo que se espera, ya que las políticas habitacionales deficientes han optado por el aislamiento territorial en proyectos ubicados en la periferia de las ciudades, haciendo que la guetización se vuelva inminente, y lo único que se puede hacer para revertir las dinámicas de pobreza (espacios reducidos, deficiencia en diseño urbano) que provocan las malas políticas es la organización social de la comunidad, algo que no garantiza el estado.

Si bien, se deben generar estrategias para, por un lado mejorar los espacios reducidos, la deficiencia en diseño urbano, así como para mejorar convivencia, seguridad y mantenimiento del entorno barrial, se debe pensar en el aspecto general, en la integración de la ciudad con estos proyectos.

Si se piensa que nos desenvolvemos en distintas capas, desde lo micro a lo macro, partimos en nuestras viviendas, la residencia que es una escala mínima como de refugio, después de esa escala está el barrio que es, dentro de la cotidianidad, donde se da el primer espacio para la convivencia y luego en la ciudad donde nos desenvolvemos socialmente, donde existe movilidad, los espacios de manifestación, etc. Debemos tener la garantía de que se puede estar de manera transversal en estas tres escalas, que finalmente,  es lo que te lleva pasar de un poblador a un ciudadano.