Valparaíso, una joya más que portuaria

© wikimedia commons

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Por Alberto Texidó y Marcelo Ruiz, Cofundadores Corporación Metropolítica.

Después de un siglo, tras la reconstrucción de 1906 y el inicio de las grandes obras portuarias de 1912, Valparaíso se enfrenta una vez más a transformaciones fundamentales para su desarrollo.

Durante la última década, los entes técnicos encargados de diseñar e implementar los proyectos de infraestructura portuaria, se enfrentan al dilema compuesto por el binomio productividad vs calidad de vida urbana. Este dilema se zanjó superponiendo la actividad portuaria por sobre otras dimensiones existentes en la ciudad, tales como el turismo, la educación superior y el patrimonio.

La reducida visión del desarrollo del borde costero, queda en evidencia cuando se anuncian los nuevos empleos generados por el Terminal 2, sin considerar el desplazamiento de la Caleta Sudamericana y el Dique Flotante, validándose una poco saludable especialización económica del borde costero. Dicho enfoque es contradictorio, además, con la suma de iniciativas anunciadas para recuperar el Barrio Puerto como el Palacio Subercaseaux, el edificio Astoreca, el Instituto de Neurociencia y otros como el Mercado, proyectos todos relacionados al radio de influencia del borde costero.

Luego del incendio, es pertinente comparar Valparaíso con dos casos. El primero, Medellín, que ha logrado una transformación urbana de alta calidad en zonas vulnerables, con la mitad de nuestro ingreso per cápita. El segundo, Barcelona, que luego del traslado de la infraestructura portuaria, pasó de 100 empleos portuarios a 4000 nuevos vinculados al turismo, comercio, astilleros y oficinas (40 veces la empleabilidad del puerto industrial anterior) con extensos espacios públicos que reciben hoy 15 millones de visitas al año.

Así, en respuesta a este escenario, el diseño portuario debe reconocer estas variables, para pasar de ser una actividad única y excluyente, a un espacio de diversificación productiva que surge desde su infraestructura, favoreciendo una colaboración ciudad-puerto, con flujos y utilidades que benefician a Valparaíso, que es la ciudad que acoge.

Para avanzar en los desafíos de largo plazo de Valparaíso, se requiere impulsar la diversificación económica sin hipotecar ningún sector, considerando además, el resguardo de un patrimonio que nos pertenece a todos y atreviéndose a innovar en favor de una visión que incorpora una multidimensión de miradas.

Carta al director publicada en El Mercurio de Valparaíso