Vecinos están divididos ante iniciativa de declarar zona típica barrios de Las Cruces

Por Mauricio Silva, El Mercurio.

Alcalde Emilio Jorquera frena nuevo intento del Consejo de Monumentos:

Propietarios quieren proteger las características singulares de “El Quirinal” y “El Vaticano”, pero jefe edilicio cree que se convertiría en “un pueblo dormido”.

Como balneario, Las Cruces nació a inicios del siglo XX. Pero ya entonces, cuando pretendía ser la versión criolla de la Riviera francesa, la localidad se mostraba dividida. Los aristócratas santiaguinos que levantaron allí hermosas casonas de maderas nobles y piedra se segregaron en dos barrios.

“El Vaticano” acogió a católicos tan observantes que construyeron capillas privadas para el rosario y la misa diaria. Fastidiados de esas demostraciones de fe, que estimaban exageradas, libre pensadores católicos ubicaron sus chalets en la otra colina, quebrada de por medio, que llamaron “El Quirinal”.

Un siglo después, los crucinos siguen igual de divididos. Antaño fueron las sensibilidades religiosas las que los llevaron a identificarse con dos de las colinas de Roma (bajo el emperador Constantino, Vaticano acogió los ritos cristianos y Quirinal, los paganos). Hoy, al decir del investigador y jefe de la biblioteca del pueblo Luis Merino, son “dos visiones de desarrollo” las que se contraponen. Y aunque, como antes, las divisiones no han tensionado la buena vecindad, el resultado ha sido mantener sin ley que proteja las características singulares de El Vaticano y El Quirinal.

En una trama urbana de escalinata, corredores y miradores, casonas señoriales se encaraman entre los jardines de las laderas. Su filiación arquitectónica es ecléctica, pero predominan los estilos estadounidenses Shingle y Sticke . Ello configura un escenario urbano que ha acogido, a lo largo de su historia, a artistas y escritores nacionales, desde Baldomero Lillo y Augusto D’Halmar, pasando por Juan Francisco González hasta, en la actualidad, Gustavo Frías y Nicanor Parra.

Las posiciones están dadas, por un lado, por los actuales dueños de las viejas casonas. Empresarios y profesionales que las han refaccionado y que creen que valen en el conjunto.

“Es necesaria una figura legal separada de los vaivenes políticos locales que dé cuenta de que es el Estado el que identifica sus valores”, arguye Miriam Fernández, académica de la Universidad Católica cuya casa cobijó a fray Pedro Subercaseaux.

Desde 2002 impulsan la iniciativa de declararla Zona Típica, figura de la ley de Monumentos Nacionales que obliga a las nuevas obras a armonizarla con el conjunto patrimonial. El proyecto, que inicialmente tuvo apoyo municipal, cobró fuerza en 2010, cuando un equipo encabezado por el urbanista Salim Rabí, de la U. Central, confeccionó el expediente para que el ministerio de Obras Públicas postulara su declaración ante el Consejo de Monumentos Nacionales (CMN).

Oposición

Pero para los residentes permanentes, la propuesta de aplicar la designación a 30 hectáreas de la localidad les parece desproporcionada. “Eso es la mitad del pueblo. El CMN entorpecerá los proyectos de desarrollo”, reclama, Adolfo Céspedes, del supermercado el Patito, que juntó 500 firmas opositoras.

En junio, el CMN envió una carta al alcalde de El Tabo, Emilio Jorquera, insistiendo en la iniciativa. Pero el edil dice que “Las Cruces no puede convertirse en un pueblo dormido”, y cuenta que a inicios de mes consiguió del ministro de Obras Públicas, Alberto Undurraga, seguridades de que la iniciativa no prosperará mientras el municipio se oponga.

DETRACTORES

Opositores a la idea dicen que el Plan Regulador basta para preservar los barrios.