Columna Hacia un Santiago de calidad mundial el observador urbano: “Si Santiago fuera Santiago”

Por Miguel Laborde, El Mercurio.

Caminando por la comuna central se ven algunas obras, y la prensa nos anuncia varias más. Y es que ella se puede preciar de haber tenido un nivel de alcaldes bastante razonable, y hoy el casco histórico -aunque su historia solo sobrevive en hitos que lo demuestran- es uno de los bien considerados en América Latina.

Ojalá la carrera de alcalde fuera una opción de vida, como se da en algunas ciudades, y no un periodo en la trayectoria de un político, pero eso es culpa del sistema, no de quienes ocupan el sillón alcaldicio.

Es larga la serie, por ejemplo, de lo que está en proceso en este año 2014 o cuyos inicios se proyectan para el año próximo.

Uno es el programa de recuperación de 100 cités, histórico sistema de densificación que ahora, por ocupación excesiva en muchos casos, sufre presiones de seguridad, salubridad y mantenimiento en general.

Otro es el que se refiere a la restauración del Invernadero de la Quinta Normal con apoyo institucional francés y de técnicos de ese origen especialistas en esa clase de vidrios -valiosa construcción abandonada que merece ser un hito relevante en la serie de los que tiene ese parque-, con un anexo de divulgación botánica.

También está el programa de gestión de las 70 galerías comerciales, que son patrimonio fundamental del comercio céntrico, cuya noche abierta el año pasado se repetirá, por el éxito de público y ventas, compitiendo así con los malls y organizados en difusión, iluminación, señalética y seguridad.

Además, es interesante el futuro Paseo Huelén, que unirá el cerro con la Quinta Normal, en tramos peatonal y en otros mixtos; o la unión de la Plazuela Vicuña Mackenna y el mismo cerro, acomodando la Feria Indígena, que es sitio obligado para los turistas; y el proyecto arquitectónico para, a partir del año 2015, potenciar el Castillo Hidalgo…

Algo ve uno caminando, otras son noticias en los medios, que nos llegan de a una y parecieran no impresionar. Sin embargo, ellas bastarían para que cualquier ciudad capital de América Latina estuviera conforme e incluso orgullosa de su desempeño.

Pero aquí no es así. Por la sencilla razón de que todo eso sucede en la comuna de Santiago, que es como una isla más dentro del archipiélago metropolitano.

Para muchísimos habitantes de la capital, es un espacio distante que se visita de manera ocasional; por ejemplo, en estas vacaciones de invierno, para llevar a los niños al Museo Nacional de Historia Natural (donde muchos caminan casi sin mirar ni leer, sacando fotos con sus celulares o selfies con algún diorama llamativo). Es como ir a visitar una ciudad cercana, sin pertenencia. Un panorama diferente, fuera de la vida cotidiana.

Si tuviéramos una institucionalidad de todo Santiago, todos estos logros serían nuestros, nos pertenecerían, serían parte de nuestros recorridos, de nuestro imaginario urbano, de nuestra vida de todos los días. De paso, tendríamos una mejor autoimagen.

Medellín, en Colombia, es la ciudad más celebrada en los últimos años, por su capacidad de transformar sus barrios industriales, ya en decadencia, en polos tecnológicos; de acercar a los periféricos modestos; crear red de áreas verdes, y avanzar con participación vecinal, todo un reciclaje urbano a gran escala, esa escala a la que sólo se puede acceder contando con un poder institucional urbano fuerte y bien perfilado.

En un año en el que la palabra reforma es la más citada en la prensa, la de la autoridad central de Santiago sigue siendo un rumor lejano.

Link www.medellin.gov.co