Ofqui, quimera de la Patagonia, cumple 110 años

Por Iván Martinic, El Mercurio.

Idea de construir un canal para acortar y asegurar la navegación a Magallanes dividió al país por décadas:

En 1904 se ordenaron los primeros levantamientos hidrográficos para abrir un paso entre la laguna San Rafael y la bahía San Quintín. Las obras comenzaron en 1938, pero seis años después fueron abandonadas.

La laguna San Rafael no solo atesora uno de los ventisqueros más imponentes de Chile. Ocultos por espesos bosques nativos, también están ahí los restos de una idea que pudo cambiar la historia de la Patagonia.

Hace un siglo, la única comunicación posible entre la naciente colonia de Magallanes y el resto de Chile era por mar. Y la ruta que seguían los barcos por los canales y fiordos interiores, para protegerse del habitualmente embravecido océano Pacífico, tenía un gran escollo: el istmo de Ofqui, al sur de Aysén.

El istmo y su contigua península de Taitao obligan a las embarcaciones a dar un rodeo por mar abierto, exponiéndolas al golfo de Penas, una travesía sacudida por fuertes vientos y oleajes.

Pero Ofqui es también la llave de este cerrojo, pues da continuidad a la ruta por los canales interiores y evita el tortuoso cruce del golfo de Penas. El único obstáculo son los dos mil metros de tierra firme que separan la laguna San Rafael del río Negro (ver infografía), que transformados en un canal permitirían una navegación más rápida y segura entre Puerto Montt y Punta Arenas.

Estudios y divisiones

La idea es antigua. Indígenas chonos y kaweskar entendían la utilidad del paso y arrastraban sus canoas por esos dos kilómetros para cruzar el istmo. Y en el siglo XIX hubo al menos tres exploraciones para evaluar su factibilidad.

En 1904, hace 110 años, el entonces director general de la Armada, vicealmirante Jorge Montt -el mismo que había gobernado Chile entre 1891 y 1896-, ordenó el primer levantamiento hidrográfico en la zona con miras a construir un canal.

La misión fue asignada a dos comandantes de la Armada: Guillermo García-Huidobro estudió el lado norte, en la laguna San Rafael, y Baldomero Pacheco hizo lo propio en el sur, en la bahía de San Quintín. Pero mientras el primero se mostró partidario de abrir el canal, el segundo tuvo dudas, y consideró que sería muy difícil.

La división interna en la Armada sobre Ofqui se arrastraría por décadas, aseguró en una reciente conferencia el premio nacional de Historia Mateo Martinic, y sería uno de los motivos que terminaron echando por tierra el proyecto hacia 1944.

Antes hubo otros intentos. El más importante fue encargado al belga Emilio de Vidts, quien estudió la zona entre 1908 y 1909. El ingeniero creyó en la utilidad del canal, y diseñó uno que permitía el paso de naves con calados de hasta cinco metros. Incluso se sugirió establecer una colonia penal para que presidiarios asumieran la construcción. El retiro de Montt de la Armada, en 1913, y su muerte, en 1922, se llevaron al principal impulsor de la obra.

La Armada hizo nuevos estudios entre 1913 y 1918. También en 1931. Y tampoco hubo avances. Aunque en Magallanes anhelaban el canal, al que veían como una palanca de desarrollo, en el resto del país no había consenso.

Nueva oportunidad

Ofqui pasó al olvido, hasta que en 1935 el gobierno de Arturo Alessandri creó un grupo para reestudiarlo. Este recomendó hacer el canal, pero más pequeño, para goletas y naves menores. Las faenas comenzaron en 1938, y se estimó contratar a unos 60 obreros. Se levantó un campamento, se construyó un pequeño ferrocarril para trasladar el material y se excavó hasta el 40% de lo necesario.

El aislamiento, el clima adverso, el retraso tecnológico y el escaso presupuesto conspiraron contra el objetivo.

“Es un canal de Panamá en miniatura. Todavía no se ve mucho de él (…) Aunque el propósito es bueno, antes de que ese canal esté en condiciones de ser navegado habría que preguntar si los beneficios que se esperan tienen relación con los gastos que la gigantesca obra requiere”, se preguntó un escéptico Augusto Grosse, insigne explorador de Aysén, al recorrer las faenas en la época.

Los trabajos también fueron visitados en 1939 por el entonces guardiamarina Carlos Chubretovich. Su conclusión fue aún más pesimista. “Con los elementos de trabajo disponibles y la consistencia fangosa del material que se pretendía retirar, la faena empezada sería de una duración que jamás terminaría (…) Nadie había tomado conciencia de la magnitud de la empresa iniciada, y mucho menos de su costo”, escribió en su diario.

Pronto, los trabajos en Ofqui se fueron quedando sin obreros. El establecimiento de la primera ruta aérea entre Puerto Montt y Punta Arenas, en 1937, y la llegada de barcos más grandes para el cabotaje interno -cuyo tamaño los hacía más resistentes al golfo de Penas- hicieron que el canal perdiera prioridad. En 1944, la prensa magallánica denunciaba el total abandono de las obras. Y en un contexto económico debilitado por la II Guerra Mundial, nadie las retomó.