Columna Hacia un Santiago de calidad mundial: Aves y vertientes en las verdes quebradas

Por Miguel Laborde, El Mercurio. (19/04/14)

Uno entra en la quebrada y comienza a llenarse los ojos, en trozos de cielos que aparecen intermitentes, con vuelos de aguiluchos y cernícalos, halcones y peucos.

Los oídos despiertan para distinguir el canto de mirlos, diucas y jilgueros en medio de un concierto con muchas especies poco conocidas. También hay visitantes que avanzan con audífonos.

La franja oscura que cubría cerros y quebradas de la precordillera, la primera línea en el rostro con el que la Cordillera de los Andes miraba a la ciudad, era conocida como “La Ceja”, por ser densa y continua. Estamos redescubriendo su valor, y de ahí que seis comunas -Lo Barnechea, Colina, Las Condes, Peñalolén, La Florida y San José de Maipo- se hayan asociado en una red para la conservación de seis sectores, lo que se bautizó como “Parque Cordillera” para incentivar su uso en trekking , senderismo, mountain bike , cabalgatas y ecoturismo.

Los seis hitos tienen identidad propia, la que vamos descubriendo junto a una nueva generación de santiaguinos que ha valorado estos ambientes silvestres al borde de la ciudad. La Quebrada de Macul era famosa por sus cascadas y por el estero rodeado de flora y fauna nativas hasta culminar arriba con la vista de un valle enmarcado por dos cumbres que son íconos: el cerro La Cruz y el San Ramón.

El menos conocido de los seis es el Parque Cantalao, del Ejército de Chile, al que se accede por Álvaro Casanova en Peñalolén. Estuvo cerrado por años para que se regenerara su flora en torno a la Quebrada El Litre. El parque Agua de Ramón ha tenido uso continuo desde las culturas precolombinas en adelante, por sus aguas cristalinas y abundantes -también con saltos, miradores y puentes colgantes- en medio de una rica vegetación. Hábitat de lujo, se encontraron restos de un mastodonte de hace 15 mil años.

El San Carlos de Apoquindo es ideal para el ciclismo, con rutas que avanzan entre más de 300 especies de flora y visiones panorámicas de la ciudad a medida que se asciende -con pureza creciente del aire-, hacia el Cerro Provincia. El parque Puente Ñilhue de Lo Barnechea tiene la virtud de estar conectado con varios de los otros y también avanza por una quebrada, hacia el Cerro Provincia en este caso, cuya cumbre está a solo nueve kilómetros del punto de inicio (km 5 del Camino a Farellones).

El otro parque es el de Farellones de Santa Elena, de Colina, al que se accede por Lo Arcaya antes de llegar a esa ciudad, a siete km de la carretera General San Martín. Fue difundido por los practicantes de escaladas que allí encontraron farellones abruptos y desafiantes, de gran vista, en los que anidan muchas aves. Como otras quebradas, estuvo habitada hace miles de años, cuando nuestros antepasados eran cazadores de aves y recolectores de frutos.

“La Ceja” siempre fue considerada un privilegio, de una riqueza excepcional, por la pureza del agua de sus vertientes, cada una de sabor único. Era el paseo típico en el entorno de Santiago, con hitos mayores como sus baños termales Apoquindo arriba.

Por milagro se salvaron estos hitos, “La Ceja” estuvo a punto de desaparecer por ocupación de sus quebradas. Valparaíso, sin tierras planas, las fue perdiendo en el siglo XX, casi siempre por tomas descontroladas, ante el silencio cómplice de las autoridades. También por ellas escurrían esteros y vertientes y anidaban miles de aves. Ahora, tendrá que comenzar a recuperar algunas desde cero. Pero, como ha subrayado el urbanista Ricardo Abuauad, es un tema nacional, no solo de Valparaíso.

Más sobre la red en: www.asociacionparquecordillera.cl

“La Ceja”

Siempre fue considerada un privilegio, de una riqueza excepcional, por la pureza del agua de sus vertientes, cada una de sabor único. Era el paseo típico en el entorno de Santiago, con hitos como sus baños termales Apoquindo arriba.