Las políticas públicas chilenas que han dejado huella en la recuperación de Medellín

Por Manuel Valencia, El Mercurio.

Ciudad colombiana alberga Foro Urbano Mundial de la ONU:

En quince años pasó de ser la urbe más peligrosa del mundo a ser considerada la más innovadora. Varias ideas nacidas en Santiago y Valparaíso han contribuido.

“¡Uva chilena! ¡Rica uva chilena! ¡Manzana jugosita de Chile!”. El constante voceo de vistosas frutas nacionales exportadas es quizás la presencia más explícita de productos nacionales en Medellín. El calor húmedo que baja de las montañas genera espontáneas filas de “paisas” (como se autodenominan los habitantes de esta región de Colombia) en la céntrica plaza Berrío. En masa, se apresuran por algo de fruta para mitigar el calor.

“Son las mejores, las chilenitas”, dice una mujer afrodescendiente que mece rápido a un niño en brazos y da una mascada a la mitad de una uva gigante.

Con paraguas y sombrillas, también intentan capear el calor los más de 10 mil visitantes extranjeros que han llegado esta semana para participar en el VII Foro Urbano Mundial, organizado por la ONU.

Se han provisto de agua y sombreros paisas (tan usuales en la serie “El Patrón del Mal”) mientras el sol inclemente ablanda hasta el asfalto de algunas calles.

La elección de Medellín para el evento no es casual: en los últimos 15 años ha protagonizado una verdadera revolución, que la llevó a pasar de ser la ciudad más peligrosa del mundo (en los tiempos del cartel de narcotráfico comandado por Pablo Escobar y el auge del sicariato), hasta un ejemplo de urbanismo social.

Tanto así, que en 2012 superó a Nueva York y Tel Aviv como la ciudad más innovadora del mundo, según el Urban Land Institute, el Wall Street Journal y Citi Group. Luego de la nominación, se convirtió en uno de los ejes turísticos de Sudamérica y un referente urbano mundial.

Detrás de esos laureles hay algo de influjo chileno, más allá de las jugosas uvas. Un ejemplo de ello es el metro de Medellín, uno de los orgullos de la ciudad. El sistema opera con dos líneas, un mecanismo de pago con una tarjeta inteligente y un sistema de combinación con el Metrocable o teleférico que llega hasta los sectores vulnerables, ubicados en la parte alta de la ciudad.

El gerente social de Metro de Medellín, Jorge Mario Tobón, señala que muchas de las acciones que emprendió el sistema toman como referente al Metro de Santiago. Entre ellos, Bibliometro, un sistema de préstamo de libros muy similar al chileno y una campaña comunicacional (Cultura Metro) que ha generado un respeto y cuidado por los carros y estaciones, similar a lo que se hace en la capital chilena.

“El Metro de Santiago siempre es un ejemplo por su excelente estándar de servicio. Es un sistema que siempre estamos mirando, porque es un referente latinoamericano”, señala.

No es lo único. La accesibilidad a las “comunas” -barrios ubicados en cerros de Medellín- generó el desafío de facilitar el traslado y acceso de las familias a sus casas autoconstruidas en las laderas. Ahí se implementó un sistema de escaleras mecánicas inspirado en parte en los ascensores de Valparaíso.

Lo mismo se repite con el sistema de vivienda, que se basa en subsidios para la entrega de soluciones habitacionales casi gratuitas, basado en el caso chileno, y el plan Medellín Solidario, réplica casi exacta del Chile Solidario, creado en el primer gobierno de la Presidenta Bachelet.

“Enviamos a tres funcionarios en 2007 a Chile a estudiar. Luego formamos una comisión para adaptar los cambios. Nuestro programa tiene la filosofía chilena con el ataque a la pobreza extrema, el enfoque en la familia, la graduación, y busca en una forma integral acercar la oferta de otros programas que las familias pasen a una etapa superior de desarrollo. (…) Estamos orgullosos de lo que hemos hecho, pero también tenemos un apetito enorme de otras experiencias, como la de Chile”, explica el alcalde de Medellín, Aníbal Gaviria, quien se reunió con la alcaldesa de Santiago, Carolina Tohá, y los ediles de Maipú y Concepción, para conocer más iniciativas.

Tohá dice que, de todas formas, Chile aún no es el ejemplo y referente que podría ser. “Dados los ingresos que tiene Chile y las posibilidades, no podemos seguir teniendo tan postergada la agenda de las ciudades, sobre todo si queremos enfrentar la desigualdad; tenemos ahí una herramienta demasiado poderosa y potente para tenerla tan postergada”, afirma.

ESTIMACIÓN

Al no haber subsidio estatal, una familia gasta US$200 al mes en transporte público en Medellín.