Cuatro sismos de 8,2 liberarían la energía todavía acumulada en el norte

Por Richard García y Paula Laighton, El Mercurio.

El movimiento del martes fue ocho veces menos intenso que el de 2010:

El terremoto segmentó en tres partes el área de casi 600 km donde se esperaba un megasismo de magnitud 9. Según expertos, esto puede generar sismos menos violentos en sectores no afectados.

Una noticia buena y una mala. Así sintetiza Gabriel González, investigador del Centro Nacional de Investigación para la Gestión Integrada de Desastres Naturales (CIGIDEN), la conclusión que deja el terremoto 8,2 que sacudió el martes en la noche a la zona norte del país.

La buena noticia es que no se produjo el peor escenario esperado para el Norte Grande, que predecía un gran terremoto de 8,8 a 9 grados a lo largo de la laguna sísmica de Iquique (ver infografía), una zona que se extiende desde el norte de Arica hasta Mejillones y donde no se registraba un terremoto de gran intensidad desde 1877.

El terremoto “segmentó esta gran zona de silencio sísmico en tres partes y rompió cerca de un tercio de su extensión”, explica González, también académico del Dpto. de Ciencias Geológicas la U. Católica del Norte.

Impacto menor

La mala noticia es que “los segmentos al norte y sur del área afectada no se han deslizado y tienen un alto potencial de hacerlo en un futuro, quizás, cercano”, agrega. Es decir, aún se esperan terremotos desde Camarones al norte y entre Iquique y Mejillones.

Si bien no es posible predecir cómo será la liberación de la energía acumulada en esas áreas, González señala que “el escenario más auspicioso sería que la zona continúe rompiéndose por partes. Aunque es imposible saber si será así, “se necesitarían cuatro terremotos más de 8,2 para llenar toda la brecha que hubiera liberado un sismo de 8,8 a 9 de magnitud”.

Coincide el geofísico Gonzalo Yáñez, director del proyecto Fondef Amenaza Sísmica del Norte de Chile, de la UC.

“El segmento que se rompió es de alrededor de un tercio de la extensión de la laguna sísmica y la falla tectónica se desplazó del orden de 5 a 7 metros, no los 10 que se anticipaban”. Esto, agrega, hace pensar que si se activan los segmentos hacia el norte y el sur del área afectada “puede ser con terremotos importantes, pero no tremendamente grandes. Tal vez serían como el de esta semana”.

Raúl Madariaga, profesor de geofísica de la École Normale Supérieure de París, dice que era poco probable que se produjera un sismo magnitud 9 en la zona, ya que estos tienen lugar cada 300 años y la laguna sísmica era menor a 150 años. Calcula que para que ocurriera un terremoto de esas características habría sido necesario un retraso en el desplazamiento de la placa de al menos 30 metros y lo que su equipo ha calculado no supera los cinco metros desde 1877.

Si hubiera que comparar este terremoto con alguno precedente, Madariaga menciona el del 30 de julio de 1995, que alcanzó una magnitud de 8,2 y que se produjo por una ruptura en el mar frente a Antofagasta. Claro que los daños allí fueron mayores. “Lógico, porque ahora se construye infinitamente mejor. No hubo daño en grandes edificios, pero sí incendios”, comenta.

“Fue un evento moderado en comparación con los que hemos visto en el último tiempo”, sostiene Marco Cisterna, geógrafo y académico de la Facultad de Ciencias del Mar de la Universidad Católica de Valparaíso. “El terremoto del martes fue ocho veces más pequeño que el del Maule de 2010 y por un tema de proporcionalidad, el maremoto fue también menor. Se destruyeron algunos botes, pero nada comparado al de 2010. De hecho, este terremoto fue 90 veces más pequeño que el de 1960”.

Tampoco es comparable con el de Chillán de 1939, que alcanzó magnitud 8,3 y ocasionó gran destrucción y más de 27 mil muertes. “Ese terremoto ocurrió en el interior de la placa continental y a mucha profundidad. No produjo un maremoto, pero liberó energía muy rápido, por eso fue muy destructivo”.

En cambio, el epicentro del terremoto de Iquique estuvo cerca del borde costero y a solo 38,9 km de profundidad. “Esos dos factores explican por qué el maremoto solo fue de 2,5 m en Iquique y cerca de 2 m en Arica, por lo que cancelamos la alerta para Chile y Perú cinco horas después de emitida”, dice Víctor Sardiña, geofísico de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), que estaba de turno en Hawai a la hora del terremoto.

Antes de la fuerte réplica de las 23:43 de anoche hubo una de 6,3 poco antes de las 23 horas. Previamente hubo 141 réplicas, 13 de ellas percibidas por la población, con dos de mediana intensidad.

“En 2010 nada funcionaba, no había servicio sismológico, ni red. Ahora en 10 minutos ya sabíamos la magnitud del terremoto”.

RAÚL MADARIAGA

PROFESOR DE GEOFÍSICA, ECOLE NORMAL DE PARÍS

“Más que un solo gran terremoto como el de 2010, la actual situación parece un golpe de suerte, pues el riesgo y los daños fueron menores”.

ONNO ONCKEN

CENTRO DE GEOCIENCIAS DE POTSDAM

“Hay que mantenerse alerta. Yo no bajaría la guardia y estaría atento al monitoreo de la actividad sísmica”.

MARCO CISTERNAS

GEÓGRAFO Y ACADÉMICO DE LA ESCUELA DE CIENCIAS DEL MAR, PUCV

Red de instrumentos sísmicos monitorea desde Arica a Taltal

A diferencia de la escasez de datos con que se contaba antes del terremoto del Maule en 2010, la zona norte del país cuenta con una extensa red de monitoreo operada por la U. Católica del Norte (UCN), el Centro de Investigación en Geociencias (GFZ) Potsdam, en Alemania, y otros socios en ese mismo país y Francia. “El Observatorio IPOC -que cuenta con 14 estaciones de monitoreo ubicadas entre Arica y Taltal- alimenta de datos al Centro Sismológico Nacional (CSN) para que entregue la localización de los eventos y complementa a las estaciones que operan otros grupos en la zona”, dice Gabriel González, geólogo de la UCN.

“En los días previos al terremoto, la red IPOC funcionó perfectamente, registrando todos los sismos sin fallas en ninguna estación”, dice Onno Oncken, director del Depto. de Geodinámica del GFZ. Desde que se iniciaron el 16 de marzo hasta el martes fueron cerca de 400.

Aunque a miles de kilómetros de distancia, tras el terremoto de Iquique la actividad en Potsdam ha sido incesante, confiesa Oncken. “Junto a nuestros socios chilenos e internacionales estamos planificando la rápida instalación de instrumentos sísmicos para apoyar las actividades del CSN, lo que haremos a inicios de la próxima semana”. El objetivo es estudiar las réplicas del terremoto con una densa red de instrumentos de alta definición, que contemplan 20 a 30 sismógrafos de banda ancha. Lo mismo que hicieron tras el de 2010.