La ansiedad de las 236 familias que aún viven en aldeas de emergencia

Por Gustavo Aracena, La Tercera.

Habitantes manifiestan frustración por el retraso en construcción de casas:

Hay ocho asentamientos en las provincias de Concepción y Arauco. La situación más compleja la viven los vecinos de Chiguayante, por la acción de antisociales.

“Ha sido frustrante ver que todo el mundo se va y nosotros seguimos aquí”. Patricia Miranda vive en una mediagua de la villa Futuro, en Chiguayante, y a cuatro años del 27-F su decepción aflora sin obstáculos. La suya es una de las 236 familias de damnificados que aún viven en las ocho aldeas de emergencia que faltan por erradicar en el país.

El resto (4.395 familias que se instalaron en 107 asentamientos que funcionaron entre las regiones de O’Higgins y Biobío) ya fue reubicado en viviendas definitivas o arrendadas.

Miranda vive a 100 metros del departamento que tenía hasta el momento de la catástrofe, y solo espera no pasar un quinto invierno en el campamento. Cuenta que el viento que llega del vecino río Biobío hace tambalear las mediaguas; el ruido de las latas aumenta la sensación de inseguridad; la aldea colapsa con pozas de agua, y la gente evita ir al baño común, ubicado a 30 metros de su casa, para no mojarse. En verano, el problema son los ratones.

Los damnificados también acusan vivir en un ambiente de inseguridad. “Estamos en un sector peligroso, donde hay pandillas, delincuentes, drogadictos. Es tierra de nadie, donde Carabineros viene poco, y se escuchan balazos casi todas las noches”, dice Miriam Godoy.

Francisco Godoy, otro vecino de villa Futuro, subraya que “hemos tenido que lidiar con gente que viene a sacar las latas de nuestras casas para revenderlas. Se roban las conexiones eléctricas, los cables. Incluso, hasta los postes de luz son atractivos para los delincuentes”.

El Serviu explica que los hogares de los últimos damnificados de villa Futuro (14 familias) se emplazarán en la misma comuna de Chiguayante.

En la provincia de Arauco, en tanto, un grupo de 91 familias de tres asentamientos de emergencia recibieron las llaves de sus nuevos hogares el 20 de febrero pasado.

Pero en Talcahuano y Tomé también hay quienes esperan una solución habitacional. En el campamento El Morro, ubicado a un costado del estadio del puerto, 67 familias planean trasladarse en marzo. El pescador Fernando Vásquez explica que “la ansiedad es tremenda y no aguantamos más. Me da rabia esto, porque son muchos años en condiciones muy malas, indignas”.

La península de Tumbes concentra el mayor número de damnificados del Biobío. De las 148 familias afectadas, repartidas en tres aldeas, hasta la fecha solo 11 lograron dejar los hogares transitorios. En caleta Tumbes están expectantes, porque durante el primer semestre recibirían sus nuevas casas. “Tengo 66 años y estoy aburrida de vivir en una casa donde tengo que estar acurrucadita para pasar el frío, compartiendo baños que son públicos y sin agua en mi cocinita”, se lamenta Herminia Lara.