Las lecciones urbanas posterremoto: solo 11 comunas actualizaron sus planes reguladores

Por Manuel Valencia y Gustavo Aracena, El Mercurio.

Dispar panorama en las zonas afectadas

Persisten municipios que sufrieron graves daños, como Licantén y Curanipe, que no han restringido las construcciones en zonas de riesgo. En el Biobío ya hay signos de aprendizaje en el borde costero.

Tres cabañas de madera que lucen como nuevas. Un auto estacionado con el maletero abierto y una familia que desempaca valijas, bicicletas y otros objetos, en una clara señal de las vacaciones que inician en el balneario de Iloca, en Licantén.

La playa, que fue uno de los símbolos de la destrucción del maremoto el 27 de febrero de 2010, luce recuperada. Pero, según se ve, sin los aprendizajes urbanos que dejan tragedias como la de hace casi cuatro años: las cabañas están instaladas en el mismo borde costero donde antes hubo viviendas arrasadas por las olas.

Licantén es una de las comunas que no han renovado su plan regulador, pese a que una ley poscatástrofe permitió aprobar cambios normativos en forma expresa, y no en los siete años que, en promedio, dura el proceso.

Según dio a conocer el Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Minvu), tras el 27-F solo 11 de los 65 municipios afectados por el terremoto o el maremoto se acogieron a la medida: Juan Fernández, Coelemu, Curanilahue, Collipulli, Carahue, Pitrufquén, Villarrica, Tirúa, Renaico, Gorbea y Toltén.

En cambio, el vacío normativo de otras que no se acogieron al cambio del instrumento regulador ha permitido que en zonas de Pelluhue, Curanipe y Duao se reinstalen construcciones que, en muchos casos, se usan como cabañas y comercios, y cuentan con medidas de protección, como pilares de hormigón. “Varias comunas desistieron de usar ese mecanismo, pues la ley exige que los cambios se relacionen directamente con la catástrofe, y estas comunas tenían interés de actualizar o modificar otros aspectos de sus planes”, explica el ministro de Vivienda y Urbanismo, Rodrigo Pérez.

De todas formas, la cartera contribuyó a financiar (por $2.146 millones) 52 estudios de riesgo que servirán de insumo para futuros cambios de planes reguladores.

Aprendizajes

La situación es distinta en el Biobío. Talcahuano, por ejemplo, cuenta con un nuevo borde costero. Ricardo Utz, docente de la Universidad de Concepción, destacó que la gran lección que dejó el terremoto y posterior tsunami en la VIII Región apunta a una “mayor conciencia de la planificación y a diseñar a través de los planes reguladores, que emanan de políticas especiales. Hoy existe conciencia de los riesgos naturales y medioambientales”.

El ex decano de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Geografía de la UdeC efectuó una comparación con documentos extraídos del Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA) entre el tsunami que afectó a Talcahuano en 1835 y el de 2010. La conclusión fue lapidaria: “Nadie hizo caso de lo que pasó. Son los mismos sectores afectados”.

El arquitecto y premio Nacional de Urbanismo, Sergio Baeriswyl, diseñó la reconstrucción urbana del borde costero, que previo al 27 de febrero de 2010 carecía de instrumentos de planificación que consideraran el riesgo de maremoto, “aun cuando las cartas de inundación por tsunami elaboradas por el SHOA se encontraban publicadas”, comentó, y detalló que el rediseño costero “acuñó el concepto de resiliencia urbana, con viviendas capaces de resistir un tsunami y facilitar su reconstrucción”.

El principal problema que enfrentan las ciudades y localidades de riesgo son los altos costos de traslado de equipamientos críticos y relocalización de poblaciones en las zonas de peligro.

Patricio Morgado, ex decano de la Facultad de Arquitectura, Construcción y Diseño de la Universidad del Biobío y encargado de los equipos de la casa de estudios penquista que realizaron el Plan de Reconstrucción del Borde Costero y el Estudio de Riesgo del Borde Costero tras el 27-F, destacó que las construcciones que se edifiquen en el borde costero deben contar con una base de hormigón, con una parte superior liviana, como es el caso de las moradas tipo palafito o los edificios de departamentos que siguen el mismo diseño levantados, particularmente, en Talcahuano y Dichato. “Se debe construir en el borde costero porque no se puede ir en contra del espíritu de una comunidad que trabaja en el mar”, subrayó.

Con respecto a las lecciones que dejó el desplome del edificio Alto Río en Concepción, Morgado es claro: “Si bien todo es relativo, aquí, está claro, hubo errores, y el impacto que generó repercute en un mayor control de las direcciones de obras, que hoy son más rigurosos en la revisión de antecedentes”.

Gastón Saavedra, alcalde de Talcahuano, aseguró que el movimiento telúrico les dio una lección que aprendieron de golpe, y que deben mantener vigente. “Nosotros estamos en una zona de fuego, siempre estarán latentes un terremoto y un tsunami”, comentó el edil.

52

estudios de riesgo y de planificación financió el Minvu para el cambio de planes reguladores en el país.

65

comunas afectadas por el terremoto podrán cambiar sus instrumentos reguladores con los nuevos estudios.

94%

alcanza el avance de la reconstrucción, con viviendas terminadas y en ejecución, según informó el Gobierno.