Aldeas y turismo: las caras de la reconstrucción tras el 27/F

Por Oriana Fernández y Paula Riquelme, La Tercera. (15/02/14)

Las comunas más afectadas por el terremoto de 2010 viven la recuperación de sus balnearios con la llegada de miles de visitantes. Algunos damnificados, sin embargo, se quejan de que aún no pueden recobrar sus hogares perdidos.

Las mediaguas de Villa Futuro, en Chiguayante, Región del Biobío, han sido remozadas en los últimos años, a pesar de su origen transitorio: hoy lucen latones para capear la lluvia, rejas en sus ventanas para la seguridad e, incluso, se han emplazado segundos pisos. Fueron erigidas tras el terremoto del 27/F, frente a unos antiguos blocks que se desplomaron con el sismo. “Yo diría que nos dieron ayuda para levantar la aldea en los dos primeros años… Luego nos olvidaron”, cuenta Uly Núñez, quien está a la espera, junto a otras 19 familias, de una nueva vivienda, que se entregaría en agosto. Dice que le complica pasar otro invierno en una casa estrecha, junto a su esposo e hijos. Además, ve que muchos de sus antiguos vecinos ya se fueron.

Según el Ministerio de Vivienda, este asentamiento y otros tres del mismo tipo seguirán en pie en los próximos meses, con un total de 153 familias. Tras el maremoto de 2010, en las regiones del centro y sur del país se levantaron 107 aldeas -conformadas por mediaguas de madera y servicios básicos-, donde llegaron a vivir 4.395 familias de damnificados, de las cuales un 97% habrán sido erradicadas a marzo.

La aldea de emergencia más grande es Meryland, en Tumbes (Talcahuano), donde aún residen 75 familias. Alberga, en su mayoría, a pescadores que vieron arrasados sus hogares tras el tsunami. Se estima que tendrán sus casas nuevas en mayo. “Estamos conformes, porque vemos cómo todos los días avanza la construcción”, cuenta, optimista, la dirigenta Virginia Marchant. La edificación no ha estado exenta de polémica: se vio paralizada durante dos meses, pues el senador Alejandro Navarro interpuso un recurso de protección por el posible riesgo de construir en una zona de pendientes. La vecina Ema Espinoza (67) aún aguarda por mudarse. Señala que vivir a varios metros de un servicio tan básico como un baño es difícil. Lo que se suma a la incómoda lluvia invernal que debe soportar en viviendas de material ligero.

El Minvu plantea que a los damnificados se les dio la opción de un subsidio de arriendo, que rechazaron. Los afectados sostienen que esa ayuda no es suficiente para rentar una propiedad y que tendrían que poner dinero adicional, que no poseen. Además, aseguran, no hay casas disponibles en arriendo.

Ayer, también en Talcahuano, se entregaron 96 nuevas viviendas para vecinos de las aldeas de Morro y Santa Clara. Esta última se cerró.

El Biobío, a cuatro años del 27/F, es una zona de contrastes. Por un lado, algunos esperan su hogar, y por otro, la reconstrucción avanza de manera visible. Parte de Dichato, en Tomé, fue arrasada por el maremoto. Hoy volvió a ser un polo turístico: decenas de visitantes pasean por la costanera remodelada, en la que se invirtieron $ 2.836 millones por parte del Ministerio de Obras Públicas (MOP).

Fernando Riquelme es el dueño de una de las ferias artesanales veraniegas, que se ven colmadas de niños que juegan y de compradores de regalos. “Ahora hay un 40% más de personas que el año pasado”, remarca, lo que también se ve impulsado por el festival Viva Dichato, donde cientos de espectadores llegan al balneario a ver a cantantes y humoristas. Esto lleva a que los arriendos de una casa oscilen entre $ 40 y $ 60 mil por día.

En la otra cara de la misma localidad, quedan 19 familias que aún están en mediaguas en la aldea El Molino. “Es terrible seguir viviendo acá, a la espera de una casa. Ya no damos más”, dice Constanza Gutiérrez, quien señala que tiene el suministro interrumpido de agua y desconocidos acuden al sector a botar basura. Esta fue la aldea más extensa del país en su momento, con más de 453 familias. Gutiérrez dice que como son los últimos que faltan por recibir una vivienda, ya nadie se acuerda de ellos.

“Nos ilusionaron con un muelle náutico, que atraería más turismo. Entonces creímos que la costanera se vería más bonita y ordenada, pero ¿qué tenemos ahora? Unos cuantos embarcaderos de madera hechos por nosotros mismos”, cuenta el botero Carlos Espinoza, frente a la costa de Constitución.

El balneario de la Región del Maule fue uno de los más golpeados por el 27/F y, según el alcalde Carlos Valenzuela, eran varios los proyectos que buscaban dotar de equipamiento público al lugar, como, por ejemplo, un parque de mitigación, vías de evacuación peatonal, miradores y ciclovías en el borde costero. Eso, además del muelle.

Según Valenzuela, en diciembre del 2011 se anunció que cinco bancos aportarían $ 1.500 millones para financiar estas iniciativas, contempladas en el Programa de Reconstrucción Sustentable (Pres). “Han pasado tres años y no hay ni un ladrillo en pie”, relata. “Lo único que tenemos hasta ahora es la RS (resolución satisfactoria) para construir el teatro, pero el proyecto costará $ 3.200 millones y un banco aportó sólo una cuarta parte. No hay más dinero para ejecutar el proyecto”, se lamenta.

La empresa Arauco, que también participó en este plan, precisó que de las 26 iniciativas en curso, siete están concluidas, dos en ejecución, seis en licitación y 11 en diseño.

Un caso distinto es el del muelle pesquero de la ciudad, ubicado en la caleta Maguillines, el cual fue edificado por el MOP con un presupuesto de $ 6.392 millones. Sin embargo, el pescador Fredy López asegura que al nuevo muelle “le faltan al menos 100 metros de largo”.

Desde el ministerio aclararon que la infraestructura aún no está terminada y que presenta un 99% de avance.

En relación con las viviendas, el alcalde recalca que la situación está más avanzada. Según el último informe del Minvu, en la comuna hay 3.007 obras entregadas, 1.054 en ejecución y dos pendientes. “Creo que se ha avanzado bien, aunque aún quedan familias en mediaguas, pues sus casas están terminadas y sólo faltan entregarlas”, dice el edil.

A cuatro años del terremoto, Constitución ha experimentado un aumento de turistas, en parte, gracias a la llegada de argentinos, quienes ingresan a Chile por el paso Puyehue. “En diciembre comenzamos a ver un importante aumento, pero esto disminuyó en enero, debido a los incendios forestales. En febrero nos hemos sorprendido con la masiva afluencia”, comenta el director de turismo de la municipalidad, Franklin Benavente.

Se calcula que cada fin de semana llegan más de 20 mil personas diarias a la comuna, una cifra mayor a la que se registraba antes del 27/F.