Privados restauran casonas inglesas de Playa Ancha en zona de Conservación Histórica

Por Mauricio Silva, El Mercurio. (11/01/14)

Apuesta por recuperación urbana de clásico barrio de Valparaíso:

Proyectos se desarrollan en inmuebles de centenario conjunto de edificios del puerto principal.

“El motivo es romántico. No hacer un negocio. Soy un enamorado de Valparaíso”. El pequeño empresario santiaguino Gabriel Roa justifica así su decisión de comprar la casona de roble y pino oregón de los números 284 y 290 de calle Waddington, en Playa Ancha, y someterla a un trabajo de recuperación que hoy está en su etapa final.

Roa es nieto de un fotógrafo de plaza capitalino, el que cada verano se iba a trabajar a la playa Las Torpederas. La propiedad, construida en 1910 por el arquitecto Arturo Llewelin, está justo sobre el balneario que brindó felicidad a su madre durante su infancia.

La compró a dos hermanos mayores de edad, los que no contaban con dinero para mantenerla. Ahora construye lofts en su interior, restaura el torreón de la fachada y recupera el color original de sus maderas, como el verde del piso de laurel.

Como todas las casonas de estilo europeo levantadas a fin del Siglo XIX e inicios del XX que flanquean la avenida Gran Bretaña y calles contiguas, el inmueble tiene categoría de Conservación Histórica. Las casas fueron construidas por arquitectos que marcaron la historia urbana del puerto principal. Esteban Harrison, Renato Schiavon, Carlos Claussen y René Raveau, entre otros, las destinaron a familias de clase media alta tras el loteo impulsado por el industrial Josué Waddington. La falta de recursos de sus actuales dueños acelera su deterioro.

Como Roa, otros empresarios santiaguinos están comprando algunas de ellas para recuperar el antiguo brillo de sus torreones, pináculos y mamparas de vidrios biselados. El empresario turístico Claudio Nast adquirió hace nueve años la vivienda contigua y tras refaccionarla completamente, redistribuyendo el espacio interior, recién se trasladó a vivir en ella. “Sale mucho más caro rescatar ventanas, puertas, escaleras, pisos y vigas que cambiarlos por piezas nuevas. Pero lo hice por el gusto de restaurar cosas originales”.

El pintor Gonzalo Ilabaca es uno de los vecinos que se están organizando para impulsar la habilitación de un mirador al final de la calle Waddington y revalorizar urbanísticamente al sector. Él ve con simpatía a estos recién llegados. “Ellos dicen que no habrían invertido si lo hubieran pensado. Pero Valparaíso atrapa y hace pagar un precio por ello. Dice: ‘¿quieres estar acá? Restaura una casa”, afirma Ilabaca.

Cuenta que el “primer restaurador”, Omar Pacheco, invirtió US$ 2 millones en convertir una de esas casas en el hotel Gran Bretaña, y no alcanzó ni a abrirlo al uso público cuando resolvió venderlo para acometer la restauración del edificio ubicado en Errázuriz 538-544.

La arquitecta de la U. de Valparaíso, Cecilia Valdés, coautora con Myriam Waisberg del libro “Casas de Playa Ancha”, dice que el sector tiene potencial, porque “combina casas centenarias de calidad, instituciones ligadas a la historia porteña y un barrio universitario y turístico”.