Pese a ampliación, tráfico de pasajeros en SCL en 2020 será el doble para lo que fue construido

Por José Troncoso, Pulso.

La relicitación en la que trabaja el gobierno, que considera una inversión de US$716 millones, está trabada por un cambio en el modelo de negocio. La situación es compleja: un estudio de la Junta Aeronáutica Civil estima que en 2020 transitarán por SCL 27 millones de pasajeros. La cifra discrepa de la proyección presentada por el MOP a principios de 2013, que estimaba 24 millones de pasajeros a 2025.

El vuelo está retrasado. El gobierno inició a comienzos de 2013 el proceso para relicitar el Aeropuerto Arturo Merino Benítez (AMB). En la Declaración de Impacto Ambiental (DIA) presentada a principios de febrero del año pasado por el Ministerio de Obras Públicas, el estudio de demanda estimaba 24 millones de pasajeros a 2025 y 34 millones hacia el 2034.

No obstante, un estudio que realizó la consultora Qualimet a solicitud de la Junta Aeronáutica Civil (JAC), y entregado en noviembre pasado, estima que en 2020 transitarán por SCL nada menos que 27 millones de pasajeros.

Las cifras no coinciden. En absoluto.

El problema es que la actual infraestructura fue diseñada para 9 millones de pasajeros al año (que se aumentará a 15 millones con una ampliación en curso), por lo que, de no mediar un cambio drástico, la demanda que se espera para los próximos cinco años duplicará la oferta de espacio disponible, con los consiguientes atochamientos y demoras para los usuarios del aeropuerto.

El análisis de la JAC -denominado Estudio Estimación de Demanda por Transporte Aéreo Nacional e Internacional en Chile- considera las series de pasajeros y carga desde enero de 2006 hasta diciembre de 2012 de forma mensual, y desde 1984 hasta 2012 de forma anual. Se precisa que los datos sobre el mercado aéreo utilizados en el estudio provienen del Sistema de Control de Pasajeros Embarcados (Copae) y de las bitácoras de vuelo de la Dirección de Aeronáutica Civil de Chile (DGAC) y de las estadísticas publicadas por la Junta de Aeronáutica Civil (JAC). “Para realizar el análisis multivariado de las estimaciones, se complementa la información aérea con datos provenientes del Banco Central, del Banco Mundial, de la Empresa Nacional del Petróleo (ENAP), del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y del Servicio Nacional de Aduanas, los cuales consideran la producción de la economía, el precio del petróleo y del cobre, el tipo de cambio, el comercio, la tasa de desempleo, la población, el turismo y las exportaciones por vía aérea”, destaca el estudio.

A su turno, el MOP detalló en la Declaración de Impacto Ambiental de la ampliación del terminal de Santiago, que su estudio de demanda considera como base datos históricos hasta diciembre de 2011.

RELICITACIÓN

Desde el 7 de julio de 1998, y por 15 años, la explotación y administración del aeropuerto está a cargo de la concesionaria SCL Aeropuerto de Santiago, ligada al grupo Urenda, que desembolsó más de US$212 millones.

Como parte de las obras consideradas en la concesión, se amplió el edificio terminal de pasajeros, se construyó un hotel, edificios de administración, las instalaciones de SAG y Aduanas, entre otras obras.

No obstante, la actual infraestructura del Aeropuerto de Santiago fue diseñada para un flujo de nueve millones de pasajeros. Este año, SCL cerrará con 15,6 millones de personas movilizadas. Las cifras revelan lo atochado que está el principal aeropuerto del país.

Habrá un pequeño respiro. El MOP pactó en 2011 un convenio con la concesionaria para invertir US$70 millones en nuevas obras. Ello permitirá al conglomerado extender su concesión hasta el 30 de septiembre de 2015.

La ampliación dejará el aeropuerto con una capacidad para atender 16 millones de pasajeros, que es con lo que cerró 2013. Claramente saturado.

En paralelo, el gobierno trabaja en una relicitación que considera una inversión de US$722 millones. La gran duda es si la nueva infraestructura alcanzará a cubrir la demanda proyectada o, por el contrario, será superada por la gran cantidad de pasajeros que se espera para los próximos años.

Aún no se tienen antecedentes de cuánto tráfico soportará la nueva infraestructura, pues aún no se realiza el llamado a licitación. Sólo se ha detallado que la idea es levantar un nuevo terminal de pasajeros destinado al tráfico internacional y se remodelará y ampliará el actual terminal, que operará para los vuelos nacionales.

El Ministerio de Obras Públicas apuesta a lanzar la relicitación del aeropuerto durante el primer trimestre de 2014. Sin embargo, el proceso se trabó tras un cambio en el modelo de negocio, que consiste en que, primero, el concesionario administrará todos los servicios terrestres, algunos de los cuales actualmente pertenecen a otros organismos, como la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC), que está a cargo de las maletas.

Además, actualmente, la DGAC recibe las tasas de embarque y el aeropuerto se financia con la parte comercial. Pero el nuevo modelo incorporará la tasa de embarque a un pozo con todos los ingresos de la terminal y será un porcentaje de este total lo que recaudará el concesionario que se adjudique el proyecto. De hecho, el que pida el menor porcentaje será quien se lleve la licitación.

Además, el ente recaudador será la concesionaria, quien devolverá los fondos al Estado, siendo la Dirección de Presupuestos la encargada de entregarle su porcentaje a la DGAC.

El MOP proyectaba originalmente iniciar la fase de construcción en el segundo semestre del año 2015, para tener lista la nueva infraestructura en 2020, lo que se ve muy complejo de suceder.

Hay que considerar que, una vez adjudicada la concesión, existirá un plazo de 8 meses aproximadamente para desarrollar la Ingeniería Definitiva del Proyecto. A partir ese hito, se da inicio a la construcción de las obras, las que se estima tendrán una duración estimada de 52 meses.

CUESTIONAMIENTOS

Para desarrollar su estudio de demanda, la consultora Qualimet realizó entrevistas a miembros de la industria, manteniendo los nombres y empresas en las que trabajan bajo reserva. En casi la totalidad de las trece encuestas se pone de relieve lo saturado que está el Aeropuerto de Santiago.

Se critica un problema con el tamaño de la pista y su resistencia. “Hay que pensar en un aeropuerto que sea capaz de recibir aviones más grandes”, dice uno de los encuestados.

Otras críticas son que “no existe muy buena planificación en temporada alta”, que “faltan puentes de embarques”, que “llama la atención que no existe red de acceso con el metro”, y que “cualquier anomalía hace que el aeropuerto colapse”.

Uno de los encuestados es más categórico: “El Aeropuerto de Santiago fue hecho para 9 millones de pasajeros al año y hoy hay 18 millones. Es importante acortar el periodo de concesión, de hacer una licitación más rápida. El periodo de concesión no sólo afecta la operación, sino que la imagen país de Chile. El problema mayor que se ve es de infraestructura. Todo improvisado”.