Precios de estacionamientos pueden elevar hasta en 31% el valor de una cena

Por Nadia Cabello, El Mercurio.

En algunos casos, las tarifas suben durante la noche:

Alrededor de la mayoría de los barrios gastronómicos hay aparcaderos concesionados, y en las calles aledañas se cobra con parquímetro.

A Carolina Ramírez siempre le pasa lo mismo. Le encanta salir a comer, por eso calcula cuánto puede gastar en sus cenas mensuales -“al menos cuatro, una vez a la semana, para romper la rutina”, cuenta- y considera ese monto en su presupuesto. El problema es que olvida incluir lo que pagará en estacionamientos y reconoce que “ahí es cuando me descuadro”.

En la última década, en el país se han instalado más de mil nuevos restaurantes. Estos han ido conformando polos gastronómicos que generalmente son acompañados por un estacionamiento subterráneo dispuesto para recibir los vehículos de los comensales. Ofrecen mayor seguridad que al dejar el vehículo en la calle, e incluso otros servicios como el lavado de autos.

En un sondeo realizado por “El Mercurio” en los principales barrios culinarios del sector oriente de la capital, se constata que dejar el automóvil estacionado durante dos horas en uno de estos recintos puede elevar el precio de “salir a comer” hasta en un 30%.

Para llegar a ese cálculo, de cada barrio gastronómico se eligieron tres restaurantes, de donde se obtuvo el gasto estimado por persona. Esos valores se promediaron para saber cuánto paga aproximadamente una persona que cena en el bulevar de Plaza Ñuñoa, el Patio Bellavista, la Plaza Perú, BordeRío y Orrego Luco.

Precisamente en ese último lugar es donde se eleva más el gasto. Porque si en promedio la cena para una persona cuesta cerca de $10.300, al dejar el auto en los estacionamientos subterráneos de avenida Providencia, durante dos horas, se debe cancelar $3.300 más, con lo que el total sube a $13.633, es decir, un 31% más.

Dejar el vehículo en la calle tampoco es una opción barata. En las vías cercanas a los restaurantes donde se permite estacionar hay parquímetros, y en Providencia, por ejemplo, las dos horas cuestan más de $2 mil, es decir, igual elevan el gasto en cerca de un 20%.

En las calles aledañas a la Plaza Ñuñoa, además, se cobra una tarifa más alta después de las 18:00 horas. Así, si durante el día los 120 minutos cuestan $1.980, en la noche y hasta las 2:00 de la madrugada por el mismo tiempo se deben pagar $2.760. Esto es $40 más barato de lo que cobra el estacionamiento subterráneo.

Eso, sin considerar que cuando oscurece comienzan a aparecer los cuidadores ilegales de auto que, además de muchas veces trabajar en lugares en donde los municipios no permiten dejar vehículos, cobran el monto que quieren, sobre los $2 mil, y no dan ninguna garantía de que el auto termine la jornada en buenas condiciones.

Esto ocurre en la mayoría de los barrios gastronómicos. Paradójicamente, en BordeRío, uno de los lugares considerados entre los más exclusivos para cenar en Vitacura, el estacionamiento es gratuito, los cuidadores de los vehículos que trabajan allí están autorizados y debidamente identificados y solo reciben aportes voluntarios, por lo que es el sector donde menos sube el presupuesto.

“Para mi gusto, hay algunos estacionamientos donde los cobros son excesivos y se transforman en una traba para que los consumidores disfruten de una buena comida. Si bien no por eso van a dejar de ir a restaurantes, de todas maneras les genera un dolor de cabeza a las familias”, asegura el presidente de la Asociación Chilena de Gastronomía (Achiga), Fernando de la Fuente.

Para alivianar la carga a los consumidores, algunos restaurantes están realizando convenios con las concesionarias de estacionamientos para que se les haga un descuento a quienes llegan con la boleta de determinado local. Esto, por ejemplo, ocurre en los recintos de Isidora Goyenechea cercanos a la Plaza Perú, en la comuna de Las Condes.

Pero para De la Fuente, ésta tampoco es la solución, porque “ese descuento que se le hace al cliente, lo termina pagando el restaurante, entonces el gasto, finalmente, es el mismo”.

A su juicio, el negocio debería tender a crear alianzas, para que los restaurantes agrupados y las concesionarias lleguen a acuerdos y estos últimos bajen sus precios a los comensales. “Sí, de todas maneras, mientras más gente vaya a estos lugares, tanto a los estacionamientos como a los restaurantes, eso les va a convenir”, advierte.

Negocio al alza

Durante los últimos 15 años, el sector gastronómico viene experimentando un crecimiento sostenido. Eso sí, desde 2008 que este ha sido de manera explosiva, dicen en la Asociación Chilena de Gastronomía.

Mil restaurantes nuevos se instalaron en el país durante la última década, formando polos culinarios, como el Patio Bellavista o el bulevar de Plaza Ñuñoa.

Los nuevos proyectos han incluido la construcción de estacionamientos subterráneos, para que dónde dejar el auto no sea problema para los comensales.