Masiva presencia de cotorras argentinas preocupa a vecinos de diez comunas de la capital
Experto señala que no hay que eliminarlas, sino que estudiarlas, para saber cómo ha impactado su presencia en el ecosistema chileno.
Por Nadia Cabello, El Mercurio
Lo que fue una curiosidad hace más de 30 años cuando se avistó la primera colonia de cotorras argentinas en los árboles del Prince of Wales Country Club, en La Reina, hoy se ha convertido en una preocupación para vecinos de al menos diez comunas de la capital.
Estas aves, que llegaron como mascotas al país, algunas fueron liberadas por sus dueños y otras simplemente arrancaron. El hecho es que se han reproducido masivamente y se han instalado en el Gran Santiago y ya es hasta familiar escuchar su canto en áreas verdes del sector oriente, como las plazas Ñuñoa, Las Lilas, o los parques Los Dominicos, Inés de Suárez o de las Esculturas.
Y aunque su presencia alegra a algunos, otros están molestos con esta situación, pues consideran a estas aves muy ruidosas e incluso han denunciado daños a la propiedad.
En Providencia, por ejemplo, este año han llegado cinco reclamos a la Oficina de Atención al Vecino. Los residentes de esos lugares dicen que las cotorras se han transformado en una plaga, que destruyen los árboles y que incluso han dañado la pintura de vehículos con sus desechos.
Denuncias similares se han hecho en los municipios de Ñuñoa y Vitacura. “Son lindas, pero no digamos que el canto es armonioso, es más bien un griterío. Y he leído que en otros países se han hecho planes para sacarlas de la ciudad, porque se comen los cables”, dice Claudia Espíldora, vecina de la plaza Ñuñoa.
Además de estas comunas, las cotorras argentinas se pueden ver en Las Condes, La Florida, Maipú, Huechuraba, La Pintana y Peñalolén. Las privilegian porque sus áreas verdes tienen araucarias y palmeras, especies donde estas aves prefieren hacer sus nidos por la altura que alcanzan.
En el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) explicaron que en la Ley de Caza estas especies están clasificadas como dañinas y se pueden cazar en sectores rurales, pero atraparlas en áreas urbanas no está permitido.
Por eso, pese a los reclamos, los municipios no pueden hacer mucho. En Vitacura han optado por eliminar los nidos y, de esa forma, las aves buscan otros hogares. Aunque en las comunas advierten que están dispuestos a trabajar planes de control de las cotorras, se encuentran a la espera de indicaciones del SAG.
Pero el profesor de Medicina Preventiva de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de Chile Cristóbal Briceño advierte que aunque hay reclamos de vecinos, “hoy lo más importante es investigar el impacto ecológico de estas aves, cómo se relacionan con otros animales, como las palomas, que sabemos que transmiten enfermedades, y saber qué impacto tienen en la flora y fauna de los sectores urbanos y rurales”.
Esto último, porque el fenómeno no solo es capitalino y ya se han visto cotorras desde Iquique hasta Puerto Montt.
20 mil ejemplares llegaron a Chile en los 90. Hoy no se sabe con certeza cuántas de estas aves hay en el país.