Usuarios del Transantiago pasan hasta 23 horas semanales en bus, ida y vuelta al trabajo

Por F. Fuentes y L. Adriasola, El Mercurio. (29/09/13)

Afirman que últimos cambios al transporte público aportaron más alternativas y acortaron las esperas

Pese a que cada día son menos, en la capital aún hay personas que viajan incluso 4 horas y media.

Cocinar una buena plateada a la cacerola, viajar entre San Diego y Los Angeles en Estados Unidos, o incluso maravillarse con las aventuras de Iron Man y Thor en el filsme Los Vengadores en una sala de cine son algunas de las actividades que se pueden hacer en exactamente 140 minutos. Pero para los hermanos Raúl y José Núñez ese es el tiempo promedio que cada día gastan en trasladarse desde sus casas en Puente Alto hasta su trabajo en Kennedy con Las Tranqueras, en Vitacura, ida y vuelta.

Según sus cálculos, para ir y volver desde su hogar al trabajo durante una semana necesitan disponer de 23 horas y 15 minutos, es decir, de cada cinco días laborales, ellos pasan casi uno entero arriba de un medio de transporte.

Salen de sus casas, caminan unas cinco cuadras hasta el paradero y tras esperar de 12 a 15 minutos, abordan el recorrido F13. Desde ahí, el bus tarda unos 20 minutos en arribar a la estación Plaza de Puente Alto, donde pasan el frío y el sueño con café y galletas.

“En estos casos, lo importante es aprovechar el tiempo: comer, dormir en el bus, sacar cuentas y arreglar el mundo, es la mejor fórmula”, relata José, de 58 años.

Una vez en la estación, “hay que esperar hasta 10 minutos para subir al metro. El viaje hacia Tobalaba toma otros 45 minutos. Claro que nunca se va a cumplir lo que dijo el Gobierno de Lagos cuando inauguró la Línea 4”, bromea Raúl, acerca de la estimación de 35 minutos para ese tramo.

Una vez en Tobalaba, los hermanos abordan la Línea 1 hasta Escuela Militar -otros 15 minutos-, para tomar el bus 430 hacia el Estadio Israelita. De ahí caminan hasta el edificio donde trabajan a partir de las 8:00 horas. Siempre tardan unos minutos extras.

Para la enfermera Carmen Canilao (48) el viaje dura un poco menos. Sale pasadas las 6:00 horas desde su casa en La Pintana, sube al bus de acercamiento y aborda el servicio 216, uno de los más extensos del Transantiago, hasta la Clínica Alemana. Después de casi 80 minutos, camina hasta conectar con la 435 o la 502 que la dejará en su trabajo. “Lo bueno es que los buses funcionan mejor que antes. Ahora el problema son los tacos. Imagine que durante el viaje alcanzo a leer una revista completa”, relató.

Si bien no existe un ranking oficial de los viajes más largos que se efectúan en la capital -la oficina de reclamos de Transantiago no ha recibido objeciones por este tema desde mediados de 2012-, la configuración de la ciudad, en la que los trabajos están lejos de los hogares, y la mayor congestión han impedido mejorar en este aspecto.

Pese a que la percepción del público comenzó a cambiar a mediados de 2012, cuando Transantiago eliminó 130 millones de transbordos y obligó a los operadores -por medio de multas- a mejorar su frecuencia, las autoridades no han podido reducir la brecha de casi 25 kilómetros de trayecto que en promedio hay entre Bajos de Mena, en Puente Alto; Lo Blanco, en La Pintana, o, incluso, el Valle Lo Campino, en Quilicura.

El coordinador del Directorio del Transporte Metropolitano, Patricio Pérez, asegura que “desde hace al menos dos décadas se han desarrollado políticas de vivienda social con grandes asentamientos pero sin ningún tipo de servicios y lejos de las actividades productivas”.

Paola Jirón, académica de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la U. de Chile, que encabezó un estudio sobre las costumbres de los usuarios, explicó que “los promedios de tiempo de viaje más extremos superan en algunos casos las dos horas, pero se trata en general de desplazamientos desde Quilicura, Huechuraba, Conchalí, La Pintana y Maipú hacia el centro y zona oriente de Santiago. Los viajes prolongados no se diferencian porque una persona viaja en bus o auto, sino por el trazado y la dependencia de las personas de las decisiones de otros”, agrega.

Jirón afirma que los tiempos de viaje de los usuarios de Transantiago han mejorado, pero recalcó que “eso se debe a que la gente aprendió a usar el sistema, toma decisiones más lógicas y comienza a reducir la percepción de demora durmiendo o comiendo”.

Beneficiados

Fernando Gutiérrez afirma que se aburrió de pasar seis horas al día en el transporte público. Hoy, el soldador de 64 años utiliza el metro desde Maipú. “Desde que llegó el metro a la comuna, ya no llegué nunca más después de las 20:00 horas a casa”, afirma.

Para Eric Gajardo ir de Maipú a San Carlos de Apoquindo le tomaba lo mismo que viajar de Santiago a Talca. Aunque ya no hace ese viaje, reconoce que muchos de sus vecinos sí. “Las nanas están obligadas a hacerlo”, dice. A pesar de su crítica, reconoce que de a poco ha mejorado el transporte en su entorno: “Hoy al menos está la opción de cada uno dónde quiere ir”, dice.