La ciudad de Fernando Castillo Velasco

Miguel Laborde, El Mercurio

Le gustaba vivir con otros, porque así había nacido y crecido. El gen grecolatino, la familia y la sociabilidad en torno a la mesa, bajo el parrón o la higuera, la conversación, los llevaba este arquitecto en la sangre como herencia silenciosa.

El valor de la familia como fundamento social también lo alimentó de niño. Desde un padre abogado y poeta, Eduardo Castillo Urízar, que se fue a vivir a una parcela en los faldeos de la cordillera, que años después sería La Reina; allí, su gran mesa familiar estaba siempre abierta a más puestos, y el terreno siempre alcanzaba para levantar una casa más. La madre, doña Elena, de obras sociales, como pionera de la Cruz Roja recibe su mayor condecoración, la Medalla Florence Nightingale.

La primera comunidad de Castillo Velasco fue realmente esa, en la que creció, la parcela Los Guindos. Inserta en un mundo campesino, los Castillo Velasco y sus vecinos Arrieta luchaban contra el alcoholismo local con libros, conferencias, conciertos y pioneras proyecciones de cine; así iba naciendo lo que luego sería La Reina, lugar socialmente integrado.

Partícipe de una oficina que marca hitos en la ciudad, Bresciani, Castillo, Valdés y Huidobro, con grandes obras como la Unidad Vecinal Portales y las Torres del Tajamar, en ellas acoge fórmulas modernas para densificar pero con espacios comunes: plazuelas, comercio, áreas deportivas.

Con la Villa La Reina demuestra que es posible, aprovechando la cantidad de obreros de la zona, muchos de ellos maestros de la construcción, disminuir drásticamente los costos; ellos mismos serían los autores de sus casas. A muchos los conocía de niños, hijos de campesinos, y no era posible que el desarrollo inmobiliario los expulsara.

Su camino más íntimo es el de las “Comunidades Castillo Velasco”, que replican el ambiente familiar de Los Guindos; por lo mismo, la primera lleva por nombre el apodo de su madre, Michita.

Es una genialidad socio-espacial. Reconoce el carácter chileno, introvertido amante de la casa-jardín que le permite emboscarse a salvo de miradas y críticas, pero la amplía. La solución es que un grupo afín compre un gran terreno y comparta unas áreas verdes extensas, un pequeño parque.

Su Comunidad Andalucía fue distinguida a nivel internacional, porque logra crear vivienda social en una comuna central, evitando otra expulsión a la periferia. Reconoce a la gente del lugar -Pedro Lagos N° 1390, a la altura de Lord Cochrane- que, de haberse construido ahí un edificio de altura, tendría que haberse ido lejos de sus vecinos, escuelas, hospitales y trabajos.

La económica solución, de ladrillo a la vista, envuelve patios donde ancianos y niños pueden convivir con seguridad, separados de la calle; biblioteca, sala de juegos y administración convergen en la pequeña plaza central. Son 180 viviendas, en dos o tres pisos, que cada familia recibía sin divisiones, con 30 metros cuadrados listos; con el tiempo y por sus necesidades, podían generar espacios para llegar a 70.

Esa capacidad de pensar a gran escala que tuvo Castillo Velasco, apuntando a la solución de problemas cruciales, fue muy excepcional. Y siempre integrando gente, espacios comunes, naturaleza.

Su libertad proyectual, hija del medio amplio en que creció, en La Reina y a los pies de la cordillera, a una escala americana. Así lo escribió su padre en poemas de su libro Flores Silvestres: Como el águila que ansiando lo infinito/ desde la cumbre altiva emprende el vuelo/ águila que sacude su plumaje y lanza un grito/ y eleva sus pupilas al cielo…

Más de sus obras en www.comunidadescastillovelasco.cl

Comunidad andalucía

Ideada por Castillo Velasco, fue distinguida a nivel internacional, porque logra crear vivienda social en una comuna central. Son 180 viviendas, en dos o tres pisos, que cada familia recibía sin divisiones, con 30 metros cuadrados listos; con el tiempo y por sus necesidades, podían generar espacios para llegar a 70.