Vecinos cuentan cómo es vivir en una calle que fue rebautizada

Por Florencia Polanco y Nadia Cabello, El Mercurio. (29/06/13)

El martes, la alcaldesa de Providencia insistirá en el cambio de 11 de Septiembre:

Quienes han vivido el cambio de nombre de su calle cuentan que el correo o la mercadería se extravía y crece el número de “perdidos” que deambulan por el barrio.

En la Municipalidad de Providencia dicen que el cambio de nombre de la avenida 11 de Septiembre es inminente, aún cuando el martes de esta semana los concejales de la Alianza se ausentaron de la sesión de concejo e impidieron que la iniciativa se votara.

Un cambio que, según la alcaldesa Josefa Errázuriz, viene a rescatar la memoria de la comuna devolviéndole a la avenida el nombre con el que fue concebida: “Nueva Providencia”. Por eso, en la sesión del próximo martes, el municipio insistirá con poner este punto en tabla.

Según la edil, la transformación no generará complicaciones ni significará mayores gastos para los vecinos. Pero quienes ya han vivido la experiencia de que su dirección cambie sin haberse movido de su casa o de su negocio cuentan que hay repercusiones en su vida cotidiana que muchas veces no son consideradas.

Es lo que le ocurrió al local de abarrotes “Los Pajaritos”, ubicado en el corazón de Maipú. El recinto abrió sus puertas hace más de 60 años en la zona poniente de la capital y su nombre se lo debe, precisamente, a la avenida Los Pajaritos, la arteria de 9,6 kilómetros que conecta la comuna con Estación Central. “Ahora nuestro nombre (del local) no tiene sentido, porque cambiaron la calle en este tramo. Es todo un enredo”, replica Clara Escobar, dueña del local.

La mañana del 10 de septiembre de 2005, decenas de señaléticas distribuidas entre las calles Torres y Aeropuerto comenzaron a reemplazarse por otras con la inscripción Av. Gladys Marín Millie. “Ahí fue cuando se armó todo el despelote. Primero, porque tuve que cambiar todos los talonarios de boletas, y perdí como 40”, añade Escobar.

En 11 de Septiembre hay 3.647 roles de propiedad, de los cuales 3.545 tienen patente municipal de distintos rubros con sus boletas y facturas ya timbradas por el Servicio de Impuestos Internos. En el municipio aseguran que estas se podrán seguir usando aún cuando eventualmente haya cambiado el nombre de 11 de Septiembre. Solo cuando estas se les terminen estarán obligados a imprimir las nuevas con el nombre “Nueva Providencia”. Eso sí, si tienen documentos impresos, pero no timbrados, los podrían perder, reclaman los concejales de la Alianza.

Otro problema es que “todo el mundo andaba perdido”, cuenta la dueña de “Los Pajaritos”. Por eso, y pese a que el cambio de nombre se efectuó hace casi ocho años, a la salida de su local aún conserva una antigua señalética oxidada para guiar a los despistados con el antiguo nombre de la calle.

Esa no fue su única experiencia: “Una vez ya se había cambiado el nombre a avenida Ramón Freire, pero nadie le decía así. Ahora pasa lo mismo. Yo no entiendo cuál es el fin de tanto cambio, si trae puras malas consecuencias”, dice Karla Scheblein, nieta de Escobar.

La misma molestia es la que siente Juan Carlos Becerra, dueño de un minimarket ubicado en la actual calle Salvador Allende, ex Salesianos, en Pedro Aguirre Cerda. “Realmente me enfurece. No puede ser que los alcaldes hagan y deshagan a su pinta sin consultarle a nadie ni evaluar las consecuencias. Hay tantas cosas que hacer en la comuna, y que son tanto más urgentes que cambiar cartelitos”, sostiene Becerra.

Porque con el cambio son comunes problemas como que el correo se pierda, las cuentas dejen de llegar o que crezca la cantidad de personas que pasan preguntando por la calle que ya no existe.

La responsabilidad de ingresar la nueva dirección en las empresas de servicios de electricidad, agua potable, telecomunicaciones, casas comerciales y bancos es de cada residente, y las empresas no siempre actualizan la información de forma inmediata.

Les ha pasado a los vecinos y locatarios de Independencia. Bethany Gala, de nacionalidad estadounidense, instaló su “Café Olivos” en la calle que lleva el mismo nombre. Eso, hasta 2009, antes de que pasara a llamarse Sergio Livingstone, en homenaje al fallecido deportista y comentarista chileno. “Ayer mismo llegó tarde un proveedor porque estaba perdido. Es un poco ridículo que corten un pedazo de calle para ponerle de otra manera, porque las personas se confunden”, cuenta Gala.

Cuentas

Cada residente es el responsable de cambiar su dirección en las empresas de servicios.