El taller que recorre barrios típicos de Santiago para enseñar a fabricar juguetes chilenos

Por Valentina Pozo, La Tercera.

El Parque Forestal y la Plaza del Roto Chileno del Barrio Yungay han servido como “salas de clase”.

Hace más de 10 años que la profesora de artes visuales Karina Cruz y el músico percusionista Paulo Gaete venían reparando en cómo se estaba perdiendo la práctica de juegos tradicionales y populares, como la palomita, el run run y los títeres. “Con tanta tecnología, modernidad y luz se estaba perdiendo la simpleza de las cosas, como jugar con estas piezas sencillas”, dice Gaete.

Fue por eso que hace un año consiguieron financiamiento de distintas instituciones -entre ellas la Corporación Cultural de Lo Barnechea y la Cámara Chilena del Libro- y comenzaron a itinerar por distintos espacios públicos de Santiago, como la plaza del Roto Chileno en el Barrio Yungay, para enseñar la historia de cada uno de los juguetes y como construirlos.

“La plaza que más nos repetimos es la del Roto Chileno, en el Barrio Yungay. Principalmente, porque ahí la gente está más interesada en que estos juguetes populares trasciendan”, cuenta Karina Cruz.

Ahí se acercan niños y padres a aprender, pero también personas comunes y corrientes intrigadas por la intervención.

Para prolongar su iniciativa en al menos seis clases más durante este año, postularon a un Fondart, y gracias a los $ 3 millones que se adjudicaron han continuado haciéndolo en distintas bibliotecas y recintos universitarios -donde daban clases a estudiantes de educación parvularia y básica- del sectores céntricos de la capital.

Talleres itinerantes

Todos los sábados y domingos de mayo y algunos de junio, Karina (36) y Paulo (35) estuvieron presentes por más de tres horas en espacios públicos. Llegaban en micro, metro o taxi, cargados de bolsos con sus materiales, como los géneros para hacer los pequeños títeres de dedos, los botones e hilos para el run run (en la segunda foto) y los papeles para fabricar los remolinos.

“Les pusimos ‘Talleres itinerantes de construcción de juguetes populares tradicionales’ a estas actividades, que también incluían los teléfonos con vasos plásticos unidos por pita y los muñecos de papel articulados con alfileres tipo mariposas”, dice la profesora de artes visuales.

Paulo y Karina aprendieron a fabricar estos juguetes sólo observando a otros que sabían el oficio. Pero alguien que colaboró también con algunas clases para ellos fue Patricio Toledo, un chinchinero que por un tiempo le estuvo dando clases a Paulo.

Otro de los lugares donde estuvo presente esta pareja fue el Parque Forestal. Fue la Cámara Chilena del Libro que en el verano pasado los invitó a participar en una feria para que hicieran sus talleres gratis frente al público asistente. Este año también les tocó a asistir a recintos cerrados, como, por ejemplo, a las Bibliotecas Vivas, conocidas por estar dentro de los mall del grupo Plaza.

El sábado pasado fue la última jornada en que estos profesionales estuvieron enseñando sus técnicas, y para poder seguir propagándolas durante el resto del año, ahora en otros barrios, están en conversaciones con el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM).

Para el ministro de Cultura, Roberto Ampuero, este tipo de iniciativas son importantes para mantener vivas las tradiciones populares entre los niños de la capital. “El traspaso de nuestro saber patrimonial a las nuevas generaciones constituye uno de los intereses primordiales del Consejo de la Cultura”, asegura.