Ñuñoa ampliará ancho de las veredas en Avenida Irarrázaval

Por Valentina Pozo, La Tercera.

Hoy, sólo el 40% de las aceras de este eje miden, en promedio, ocho metros de ancho y cumplen con la norma de edificación comunal.

Desde 2004 se construyeron 46 edificios de departamentos en Avenida Irarrázaval, renovación urbana que disparó el precio del metro cuadrado de 18 a 45 UF, un incremento cercano al 105%. Con estas nuevas torres y la ampliación de la oferta de servicios, quedó atrás la imagen de una calle exclusivamente comercial, que durante el fin de semana perdía vida al bajar las cortinas de sus locales.

Pese a este “boom” inmobiliario, la calle conserva un punto negro. La diversidad de usos y anchos de sus aceras crean un perfil urbano desordenado que no logra un estándar a la altura de la principal arteria de la comuna de Ñuñoa.

Para solucionar ese problema la Municipalidad buscará la homologación de todas las veredas, según la línea oficial de edificación.

El director de obras del municipio, Carlos Frías, cuenta que fue el ex alcalde Jorge Monckeberg Barros quien, en 1967, obligó a las nuevas construcciones del sector a entregar al uso público una franja de cinco metros. Con esta medida aumentó la distancia entre el bandejón central y la línea de edificación -de 12,5 a 17,5 metros- y obligó a que las veredas promediaran ocho metros de ancho.

La medida mostró su impacto real sólo en 2004. Ese año, el cambio al Plan Regulador realizado por el acalde Pedro Sabat permitió que las construcciones que se desarrollaran en ese eje tuvieran, en promedio, cuatro pisos más, decisión que incrementó el interés de las inmobiliarias.

Según el municipio, desde 2004 los 46 nuevos edificios que se construyeron cedieron al uso público 2.000 m2 de vereda.

El estudio “Radiografía a los cambios urbanos de la Avenida Irarrázaval en la última década”, de la consultora AGS Visión Inmobiliaria, señala que el aumento del valor del suelo también fue influenciado por la confirmación de la construcción de la Línea 3 del Metro.

Trazado uniforme

Ahora, el municipio estudia generar un decreto que obligue a ceder metros cuadrados al uso público a los propietarios de cuadras en que el 60% de sus construcciones se ajusten a la norma de línea de edificación.

Para Sabat esta iniciativa ayudaría a concretar el anhelo de una calle con un trazado uniforme. “La idea es potenciar el desplazamiento de los peatones y mejorar la calidad de vida de los vecinos”, explica el edil.

Sin embargo, producto del alto valor que tendría expropiar el terreno restante, los cambios que se hagan serán discutidos con la comunidad para potenciar la cesión gratuita de estos metros cuadrados al uso público.

De hecho, en los últimos cinco años, 15 edificios han contribuido a la uniformidad visual de Irarrázaval. Además, el 40% de las edificaciones de esa calle ya tomaron la línea oficial. Es decir, de los 45.875 m2 lineales -en ambas veredas- que tiene la arteria, 18.350 m2 cuentan con la medida estándar.

Si este terreno no es cedido, a futuro la municipalidad tendría que invertir más de $ 28.000 millones para adquirir e igualar el 60% de las aceras restantes.

La historia de la calle

Antes denominada Camino a Ñuñoa, la actual Avenida Irarrázaval homenajea a Manuel José Yrarrázaval, ministro de Interior que firmó el decreto de creación de la comuna en 1891.

Las antiguas chacras y quintas fueron loteadas y el sector comenzó a poblarse gracias a la llegada de los “carros de sangre”, tranvías tirados por caballos.

Por ejemplo, el terreno que hoy ocupa la Plaza Ñuñoa se ubicaba, a fines del siglo XIX, dentro de la chacra San Nicolás. El empresario del salitre Luis Gregorio Ossa compró esa quinta con una casa en su interior que demolió para levantar en 1860 su residencia, la actual Casa de la Cultura de Ñuñoa.

Entretanto, había adquirido otros predios hasta conformar una gran chacra. En 1910 la quinta es vendida a José Pedro Alessandri, quien en 1952 dona la casa al municipio con la condición de que sea transformada en Casa de la Cultura.