Solo la mitad de subsidios de clase media entregados por el Gobierno se ejecuta

Por M. Valencia, M. Toro y R. Olivares, El Mercurio. (31/03/2013)

Cifras del Ministerio de Vivienda muestran prórrogas y renuncias:

Problemas en la aprobación de créditos hipotecarios a postulantes y renuncias al beneficio explican la tendencia que se registra en los últimos seis años.

Tres veces postuló Ricardo Merino (35) al subsidio de clase media. El beneficio era lo único que esperaba para comprar un departamento de 1.400 UF, que se construía en un cerro de Valparaíso. La primera vez que concursó y no quedó seleccionado, en el Serviu le dijeron que por no tener un ahorro considerable su postulación no había prosperado. La segunda vez duplicó su ahorro y llegó a juntar más del 15% del costo de su vivienda, pero tampoco quedó. La tercera vez volvió a postular y no fue seleccionado. “Ahí pensé que mejor no seguía postulando porque es un gasto de tiempo, de movilización, de trámites y para nada”, dice. Curiosamente, en uno de los procesos de postulación de Ricardo, un amigo suyo sí obtuvo el subsidio, pero renunció a él, al poco tiempo, porque no logró encontrar una vivienda que calzara con el tope máximo de 2.000 UF. Todas las que le interesaban excedían el precio. “Deberían hacer una lista de espera que corra porque mucha gente se gana el subsidio y no tiene idea lo que cuesta eso”, lamenta.

Como ese caso, cerca de la mitad de los subsidios de clase media que se han lanzado a concurso no logran convertirse en un aporte financiero para la vivienda y terminan venciendo, siendo desechados o devueltos por quienes los consiguen. Según información del Ministerio de Vivienda, en los últimos seis años se han entregado 252.925 de estos beneficios, pero cerca del 30% de ellos logra ser cobrado en menos de un año. Del grupo que obtuvo un subsidio entre 2006 y 2010, solo 48,6% lo había hecho efectivo a los 21 meses.

¿Qué pasa con el resto? Documentos solicitados por transparencia a los Serviu de todo el país muestran que buena parte fueron prorrogados, con la intención de que el aumento de plazo dé tiempo a las familias para concretar la compra de su vivienda. Otros fueron devueltos o simplemente vencieron.

Ejecución

El subsecretario de Vivienda, Francisco Irarrázaval, es optimista y estima que la cifra final de beneficios ejecutados, en el subsidio DS1 de 2011, llegará al 70%. “Para acelerar los procesos ahora la prórroga es automática y las entregan directamente los Serviu. Un subsidio como el DS1 es potente en la medida de que los papeles se van a cobrar y se concreten”, enfatiza.

Sin embargo, reconoce que hay una parte de las familias que termina renunciando o que pierde el apoyo estatal, porque se vence el plazo y no lograron conseguir un crédito o simplemente no encontraron una casa o se cambiaron a otra ciudad o región. Ante la idea de aumentar las exigencias a la hora de seleccionar a los beneficiarios, Irarrázaval prefiere descartarla. “Requisitos como pedir el crédito aprobado o acreditar de mejor forma el ingreso, hace que tiendan a llegar familias de mayores ingresos y así el programa habitacional se desfocaliza. Y lo que nosotros queremos es que lleguen las familias más vulnerables de la clase media”.

Otro factor es el valor del suelo urbano y su incidencia en los costos de vivienda. Según advirtió la Cámara Chilena de la Construcción en un informe del año pasado, la escasez de suelos disponibles para construcción en ciudades como Santiago, Concepción y La Serena ha encarecido la compra de propiedades, lo que ha convertido en una odisea la búsqueda de departamentos o casas de menos de 2.000 UF. Así, los grupos de clase media que quieren aplicar el subsidio en viviendas familiares, generalmente encuentran solución en sectores periféricos. Según el presidente de la comisión de vivienda de la Cámara Chilena de la Construcción, Ricardo Posada, esto evidencia el gran problema detrás de la baja ejecución de los subsidios. “Lo hemos conversado con las autoridades porque hay dos problemas: la insatisfacción de quienes tuvieron sus subsidios y una política que no se está cumpliendo en efectividad”, comenta.

De ahí que plantea que se flexibilice la exigencia del valor de la vivienda, para que se pueda mantener el beneficio si se encuentra un hogar que supere las 2.000 UF. Además propone que se haga una corrección en la selección para que quienes queden sean efectivamente capaces luego de concretar las compras.

Para el ministro de Vivienda, Rodrigo Pérez, la pérdida de subsidios no muestra un problema de diseño del instrumento. “Las demoras se producen porque las familias están comprando mucho en verde y eso demora más el proceso, porque el subsidio se paga una vez que la vivienda se inscribe en el Conservador de Bienes Raíces. Pero además, siempre queda una parte de subsidios sin aplicar, porque las familias pueden cambiar su situación económica y buscar una vivienda que excede el monto que cubre el beneficio. Eso nos permite usar los recursos en quienes sí los necesitan”, afirma.

”Falta suelo en las grandes ciudades y hay un encarecimiento del valor de las viviendas. Por eso hay gente que se queda fuera”.

RODRIGO POSADA,

CÁMARA CHILENA DE LA CONSTRUCCIÓN

$197 mil millones

es el presupuesto para pagar subsidios de clase media este año. La cifra es cuatro veces superior a la de 2006.

27 meses

es el plazo máximo que tienen los beneficiados para adscribir una vivienda luego de que se les entregue un subsidio, pudiendo así ejecutarlo.