Apuestan por recuperar Ciudad Juárez

Firma de bienes inmobiliarios canadiense cree que se avecina expansión en la frontera.

Kris Hudson, El Mercurio

CIUDAD JUÁREZ, México.-En esta ciudad fronteriza azotada por la violencia y donde miles de trabajadores ensamblan bienes destinados a Estados Unidos, la firma canadiense de bienes inmobiliarios Brookfield Asset Management Inc. está apostando en grande a que puede recuperar una inversión que se frustró por la recesión estadounidense y la narcoviolencia.

En diciembre, Brookfield  cerró la compra de Verde Realty, un gran urbanizador en la frontera mexicana, en un acuerdo valorado en US$ 683,5 millones, incluyendo la absorción de deuda.

Verde fue fundada hace cerca de una década por el magnate inmobiliario William Sanders, quien creía que las operaciones manufactureras a lo largo de la frontera (impulsadas por el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, Nafta, por sus siglas en inglés) seguirían ganando fuerza.

Pero debido al descenso de los valores inmobiliarios en el lado mexicano, Verde resultó ser un desastre financiero para la larga lista de inversionistas que Sanders reclutó, incluyendo Vornado Realty Trust y Fortress Investment Group. Entre 2003 y 2007, Sanders financió la compañía con la venta de acciones por entre US$ 25 y US$ 33 cada una.

Expertos en bienes raíces dicen que el valor de las propiedades industriales en ciudades mexicanas han declinado en hasta 10%. “Había un descuento por activos mexicanos”, dice David Arthur, socio gerente de Brookfield, con sede en Toronto, que tiene US$ 181.000 millones en activos bajo gestión, incluyendo inmobiliarios, de infraestructura y de energía.

La gran idea

La apuesta de Brookfield también está basada en la creencia de que hay una recuperación en camino. Arthur apunta a un descenso en la violencia ligada al narcotráfico y al fortalecimiento del comercio entre EE.UU. y México. Centros empresariales como Ciudad Juárez han sido particularmente importantes en el ensamblaje de bienes complejos y de gran tamaño, como televisores de pantalla plana y vehículos todoterreno.

Pero estos días, invertir en México es ir contra la corriente. Hay un número “limitado de personas que tienen un interés en México” en el actual entorno inmobiliario, explicó el año pasado Ron Blankenship, presidente ejecutivo de Verde.

Las maquiladoras empezaron a construirse en la frontera mexicana hacia los años 60, pero su crecimiento realmente se aceleró después de que el Nafta permitiera un comercio entre los dos países prácticamente libre de impuestos. En la actualidad, cerca de 1,5 millones de personas trabajan en una o más de las cerca de 2.800 plantas manufactureras en México, según John Christman, un analista retirado que sigue  la industria desde Ciudad de México. En Juárez, el espacio industrial ha crecido a 5,6 millones de metros cuadrados frente a 2,7 millones de metros cuadrados en 1997, según la firma de corretaje CBRE Group Inc.

Aun así, en medio del crecimiento ha habido altibajos. En la década de 2000, las maquiladoras se estancaron y, en algunos casos, se contrajeron, debido a la recesión en EE.UU. y luego al ingreso de China a la Organización Mundial del Comercio. La producción que usa mano de obra poco calificada, principalmente de ropa, ha emigrado a países como China, Honduras y República Dominicana.

En años recientes, la fortaleza de las maquiladoras se ha visto perjudicada por la desaceleración económica global y la guerra contra las drogas. La tasa de desocupación de inmuebles industriales en centros urbanos en la frontera de México se ubica en 8,6%, casi el doble del promedio nacional del país, según la agencia inmobiliaria Jones Lang LaSalle.

En Ciudad Juárez hay evidencia de sobra del daño causado por la narcoguerra. Frente a las fábricas, algunos policías patrullan las calles en vehículos equipados con armas de alto calibre.

Los residentes viven en hileras de casas abarrotadas y prácticamente dilapidadas. Las propias plantas son construidas como fortalezas, con cercas altas, garitas y varias cámaras de seguridad.

Juárez tiene una tasa de

desocupación de 15% en parte por la recesión y su reputación como sede de la violencia más sangrienta de los carteles de la droga.

Según el estado de Chihuahua, donde está la ciudad, los homicidios en Juárez descendieron a 730 el año pasado frente a 3.084 en 2010.

Blankenship dijo que la debilidad de la economía pesa más que la violencia en la situación de Juárez. “No minimizo la violencia, pero sólo me acuerdo de haber perdido a un inquilino por ese motivo”.